Alimentación
Qué hacer y qué no hacer ante esa culpa que nos surge por los excesos navideños
Los excesos durante la Navidad tienen más impacto a nivel psicológico que físico
Las Navidades representan unas fechas excelentes para descansar, para desconectar del día a día y de las rutinas, para estar más con los nuestros, pero también, probablemente, para disfrutar y gozar de más tiempo para hacer lo que más nos gusta. Eso sí, son ‘peligrosas’ si nos pasamos en esas reuniones sociales y familiares. ¿Quién no coge kilos de más en estas fechas del año?
Los excesos, como en todo, después se pagan, y además de varias formas. En este caso pueden favorecer un sentimiento de culpa que no es beneficioso para nuestra salud, fundamentalmente a nivel de salud mental, pero también la puesta en práctica de conductas compensatorias, junto con un sentimiento de insatisfacción personal muy difícil de gestionar en muchos casos y que puede ocasionarnos problemas mayores en el medio-largo plazo. Especialmente esto puede ser preocupante, a juicio de la dietista-nutricionista del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, Belén Fontán Calvo, en el caso de aquellos pacientes que sufren ciertas patologías digestivas o relacionadas con ésta, tal y como alerta: “Los excesos continuados y el consumo de alimentos muy procesados, copiosos, o incluso el alcohol, pueden hacer que empeoren los síntomas de la patología y que aparezcan episodios de regresión del curso de ésta”.
Cuidado con las conductas compensatorias
Es más, advierte esta experta de que los excesos durante la Navidad tienen más impacto a nivel psicológico que físico, “ya que a nivel físico los excesos puntuales de la Navidad no tienen mayor relevancia si el resto del año tenemos uno hábitos saludables en cuanto a alimentación y ejercicio físico”
Dice que, a nivel psicológico, estos excesos pueden llegar a tener bastante repercusión en algunas personas al aparecer ese sentimiento de culpabilidad, pero también las conductas compensatorias. Con ellas, según prosigue esta dietista-nutricionista, la persona lleva a cabo determinadas acciones que entiende como saludables, y con la creencia de compensar o de contrarrestar esos excesos; algo que, en el largo plazo, en cambio, puede comprometer la salud mental de la persona.
“Éstas representan un factor de riesgo a la hora de desarrollar algún trastorno alimenticio. Con ellas la persona intenta compensar el efecto negativo de los excesos de Navidad con conductas que no son beneficiosas para nuestra salud, como el saltarse alguna comida, la práctica del ayuno prolongado, hacer más ejercicio del que se habitúa para compensar el exceso sin estar acostumbrados, ejercicio exhaustivo. Con el paso del tiempo se corre el peligro de instaurar y afianzar estas conductas supuestamente saludables, para evitar en definitiva el no ganar peso y contrarrestar esos kilos de más ganados en Navidades”, subraya.
Aparace la ansiedad y el malestar emocional
En opinión de esta especialista en Nutrición, este tipo de actuaciones pueden generar igualmente ansiedad en la persona, y el desarrollo de una obsesión por la comida que aún genera más culta todavía. “Se favorece ese malestar emocional que, sumado a la culpa, y a las conductas compensatorias, merman una buena relación con la comida, pero también impactan en la autoestima de la persona”, agrega esta especialista en el Hospital Universitario Ruber Juan Bravo.
En este sentido, Belén Fontán apunta que la subida de peso tras estos días “es muy relativa, ya que el peso no nos aporta información suficiente sobre la composición corporal de cada uno, y sin conocer cómo está variando nuestra composición corporal durante las fiestas, no podemos sacar conclusiones”.
“Esto no quiere decir que hayamos aumentado todo este peso en masa grasa, que sería lo realmente preocupante. Y es que gran parte de esta subida ponderal puede deberse al acúmulo de agua por la alta ingesta de nutrientes con capacidad de retener agua o bien al incremento de la masa muscular, porque en estas fechas solemos estar más activos y esto repercute también en el global. No obstante, lo habitual es que al volver al día a día, el peso vuelva a la normalidad”, defiende la dietista-nutricionista.
Qué hacer y qué no hacer
Una vez pasadas estas fechas, “lo mejor es continuar con el estilo de vida saludable que nos debe acompañar durante todo el resto del año, puesto que es más relevante lo que hacemos entre Reyes y Nochebuena, que lo que hacemos entre Nochebuena y Reyes, en lo que a alimentación y a actividad física se refiere”, subraya la especialista.
En cuanto a la vida activa, aporta algunos trucos básicos como subir escaleras en lugar de coger el ascensor; ir caminando a los sitios, en vez del coche o transporte público, entre otros; y además realizar ejercicio físico de mayor intensidad dos o tres veces a la semana combinando el cardio y la fuerza.
Recomienda eso sí, no hacer dietas milagro estrictas, sino volver a la rutina de una vida activa y de una alimentación equilibrada, incluyendo como norma diaria la ingesta variada de verduras y frutas, controlando que la cantidad de proteína y su calidad sean adecuadas, además de añadir hidratos de carbono complejos, como las legumbres y los cereales integrales.
“Debemos saber que, en cuanto a alimentación y actividad física, el progreso no es lineal, siempre hará un momento en el que la buena rutina sea interrumpida, pero esto no debe ser causa de malestar para el paciente, sino que debe tomarse como una parte del proceso.”
Es por ello por lo que esta dietista-nutricionista entiende que la culpa que surge después de comer tras las Navidades puede representar una oportunidad para el cambio, y para mejorar nuestra relación con la comida, por reforzar nuestro estilo de vida y favorecer en consecuencia unas conductas de autocuidado.
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