Reportaje

Recuperando un tesoro

El Mar Menor es el primer ecosistema europeo con personalidad jurídica. Lo que empezó como Iniciativa Legislativa Popular (ILP), en plena pandemia de la covid, está siendo un referente para otros ecosistemas en peligro

Recuperando un tesoro
Recuperando un tesoroLa RAZON

Es la laguna salada más grande de Europa, con cerca de 135 kilómetros cuadrados de superficie y una longitud de costa de 73; es el primer ecosistema europeo protegido por una norma que le reconoce personalidad jurídica; es un lugar que alberga historia, fauna, aguas cálidas, transparentes, llenas de vida y con propiedades medicinales. Esto es lo que hace que el Mar Menor de la Región de Murcia sea una joya dentro de nuestro país. Una joya que en las últimas décadas se ha enfrentado a constantes maltratos que han acabado causando auténticos desastres ecológicos y poniendo en peligro un ecosistema que no deberíamos perder.

O eso al menos fue lo que pensaron, hace cinco años, los vecinos de esta albufera. Numerosas acciones han llevado a este ecosistema al borde del colapso. Vertidos de metales procedentes de las explotaciones mineras; apertura de canales para la entrada de barcos de recreo; urbanismo descontrolado; agricultura y ganadería intensivas; explotaciones agrícolas ilegales… La fauna y la flora, de manera inevitable, se vieron muy afectadas por todo este daño.

En 2016 la concentración de microalgas generadas por los vertidos de nitratos procedentes de la agricultura industrial dio lugar a lo que se denominó «sopa verde». La eutrofización –exceso de nutrientes inorgánicos– de las aguas del Mar Menor impidió que llegara la luz a sus praderas marinas, desapareciendo un 85% de ellas.

Un par de años después, en 2019, tras el paso de una dana por la región murciana, miles de peces aparecieron muertos en la cubeta norte de la laguna salada. En 2021 volvió a ocurrir la misma tragedia: se tuvieron que recoger los restos de 5 toneladas de fauna marina. En este contexto no es de extrañar que los vecinos de la zona, cansados de ver agonizar a uno de sus grandes tesoros y ante la pasividad de las autoridades, decidieran dar un paso al frente.

En 2019, bajo el lema «SOS Mar Menor», se produce una primera y gran manifestación frente a la Asamblea Regional de Cartagena, en la que se denuncia la necesidad inmediata de tomar medidas para ayudar a una de las albuferas más importantes de España. Es aquí donde surgen y empiezan a organizarse colectivos y asociaciones, siendo uno de ellos el de «Banderas Negras», quienes llenaron las ventanas de los pueblos con banderines oscuros en los que había una silueta blanca de un caballito de mar. Esto era una referencia a los colores que se usan para informar sobre el estado de las playas españolas. La bandera verde indica que el baño está permitido; la amarilla dice que hay que tener precaución; la roja, baño prohibido; y la negra, símbolo de luto, quería decir que el mar se estaba muriendo.

Ante la urgencia de la situación, los vecinos deciden ir más allá e impulsan una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para dotar al Mar Menor de derechos propios. Se requerían 500.000 firmas y se consiguieron 639.826. La Ley 19/2022, de 30 de septiembre, de reconocimiento de la personalidad jurídica del Mar Menor y su cuenca, representa todo un hito, a nivel nacional y a nivel europeo. Se trata del único ecosistema del continente, y uno de los pocos del mundo, que goza de derechos propios.

Muchas de las personas que impulsaron la norma y formaron parte de las primeras movilizaciones conformaron lo que hoy se llama «Alianza Mar Menor» (Amarme), una asociación sin ánimo de lucro que preside Julia Albaladejo. «Desde que el ser humano llegó a estas costas solo se ha dedicado a explotarlas. A nivel masivo. Ya en los últimos años todo se descontroló… Gracias a que conseguimos sacar adelante la ley, el mar ahora tiene derechos. Ya no es un objeto, es un sujeto y se recoge su derecho a existir, a ser protegido, restaurado y a precisar de ayuda cuando sea necesario. Cualquier persona que ame al Mar Menor y que vea que le están haciendo daño puede, en nombre del propio mar, denunciarlo y presentar un proceso judicial», explica esta residente de Lo Pagán en una entrevista para LA RAZÓN.

Albaladejo defiende que la recogida de firmas por todo el país y fuera de él fue la base de lo que hoy es el «Marco de actuaciones prioritarias para recuperar el Mar Menor», instrumento en el que desde 2021 se han ido definiendo las medidas que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico toma a favor de la existencia de este ecosistema.

Aunque es pronto para hablar de grandes resultados, lo cierto es que se atisba la esperanza: la regulación está surtiendo efecto. Desde que existe la Ley 19/2022 se han cerrado 9.000 hectáreas de agricultura ilegal. «Se ha notado muchísimo», afirma Julia, quien también cuenta muy esperanzada que «por fin se vuelve a ver a la Cymodocea nodosa, el alga original de aquí; y en mayo nos comentaron que también se estaban empezando a avistar alevines de caballitos de mar... ¡Hay motivos para ser optimistas!».

La información recogida sobre las aguas de la costa murciana a lo largo de este verano –y especialmente al final del mismo– también invita al optimismo. El Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) emite informes sobre el estado del Mar Menor, y en el último disponible, que analizó las aguas del 25 de agosto al 1 de septiembre, se puede leer que «los datos registrados son en general consistentes con la estabilización de las condiciones de la masa de agua lagunar tras las perturbaciones experimentadas en meses anteriores. Tanto la clorofila como la turbidez se han mantenido en valores incluso inferiores a los registrados en esta época del año en periodos anteriores de estabilidad».

Además, la temperatura media del agua ha estado por debajo de los 30 grados, los niveles de salinidad y de oxígeno han crecido, y las especies que han habitado siempre estas aguas, como la nacra, una especie de molusco, y el caballito de mar, han vuelto a aparecer.

La ciudadanía salió al rescate de este ecosistema y los datos parecen indicar que se actuó a tiempo. «Hay muchos científicos que vienen de fuera y que se quedan alucinados al ver todo lo que le ha pasado al Mar Menor. Ha tenido todos los problemas posibles, y ha resistido. Urbanismo, restos de metales pesados procedentes de las minas que no se cerraron en su momento, restos de agricultura y ganadería… Nuestro mar tiene mucha fuerza y nosotros tenemos mucha suerte», señala la presidenta de Amarme.

Sin embargo, Julia Albaladejo incide en que no es, ni mucho menos, momento para relajarse: «Si se ha demostrado científicamente que la agricultura intensiva es la culpable tenemos que encontrar la manera de cambiar hacia la agroecología. Hay muchas formas de cultivar sin contaminar».

La Rambla del Albujón es el cauce fluvial más importante del Campo de Cartagena y desemboca en el Mar Menor. Todos los vertidos agrícolas van a parar allí. «Antes solo había agua cuando llovía. Ahora no es una rambla, es un río. De media, llegan al mar 300 litros por segundo de vertidos, cargados de químicos que proceden de la agricultura intensiva. Si esto provoca un ecocidio continuado al Mar Menor, hay que atajar esta situación», sentencia Julia, que también anima a cumplir con el artículo 45 de la Constitución Española: «Todos tenemos el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo».