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No lo tires: este residuo de la cocina puede salvar tu jardín de las plagas

Cada vez más personas están incorporando pequeños gestos que combinan ahorro, sostenibilidad y cuidado de la salud de sus plantas

No lo tires: este residuo de la cocina puede salvar tu jardín de las plagas
No lo tires: este residuo de la cocina puede salvar tu jardín de las plagasFreepik

En los hogares es habitual que las cáscaras de patata terminen en la basura después de preparar la comida. Sin embargo, lo que muchos consideran un simple desecho puede convertirse en un recurso valioso para el jardín o las plantas de interior. Ingeniosas técnicas de aprovechamiento están demostrando que este residuo culinario puede transformarse en un fertilizante eficaz y, al mismo tiempo, en un discreto aliado contra plagas comunes.

Las cáscaras de patata concentran altos niveles de potasio, un mineral que resulta fundamental para la etapa de floración y para fortalecer los tallos. Al devolver este nutriente a la tierra, las plantas desarrollan una mayor resistencia a enfermedades y muestran un crecimiento más equilibrado.

El proceso para preparar este abono casero es simple. Tras lavar bien las cáscaras, se pueden deshidratar al sol o en un horno con calor suave hasta que estén crujientes. Una vez secas, basta con triturarlas hasta obtener un polvo fino. Esa harina vegetal puede mezclarse con el sustrato de macetas o con la tierra del jardín, logrando una incorporación rápida y sin riesgo de atraer roedores, como sí ocurre cuando se entierran restos frescos.

Aporte lento y control biológico

Quienes prefieran la versión más tradicional también pueden enterrar las cáscaras directamente, siempre que se coloquen a cierta profundidad. Este método libera nutrientes de forma gradual a medida que el material orgánico se descompone, aportando vigor continuo a las plantas.

Pero el beneficio no se queda solo en el aspecto nutritivo: el almidón y algunos compuestos naturales de la piel de la patata actúan como repelente ante insectos dañinos, en especial pulgones. De este modo, el uso de las cáscaras contribuye a un control de plagas más natural y sin recurrir a químicos caros o agresivos para el entorno.

Cada vez más personas interesadas en la jardinería doméstica están incorporando estos pequeños gestos que combinan ahorro, sostenibilidad y cuidado de la salud de sus plantas. Convertir lo que antes iba directo a la basura en un fertilizante casero supone un ejemplo claro de economía circular aplicada al día a día.