Islas Canarias

Un familiar de Yéremi visitó a «El Rubio» en prisión

El encuentro tuvo lugar en el departamento de comunicaciones familiares de la cárcel de Algeciras. El objetivo era sonsacar a Antonio Ojeda el paradero del pequeño desaparecido, pero recibió el silencio por respuesta

En la habitación de Yéremi
En la habitación de Yéremilarazon

El encuentro tuvo lugar en el departamento de comunicaciones familiares de la cárcel de Algeciras. El objetivo era sonsacar a Antonio Ojeda el paradero del pequeño desaparecido, pero recibió el silencio por respuesta

Un familiar de Yéremi Vargas acudió expresamente a la prisión de Algeciras, donde está recluido Antonio Ojeda, alias Juan «El Rubio», a fin de conseguir información sobre el paradero del pequeño, desaparecido en 2007 en un descampado cercano a la vivienda familiar. Según ha podido saber LA RAZÓN, el encuentro se produjo durante una de las visitas que la Guardia Civil realizó al centro penitenciario para obtener información sobre el caso.

El careo tuvo lugar en el departamento de comunicaciones familiares de la prisión, cerrado para la ocasión, lugar en el que no había ningún preso ni funcionario en ese momento con el objetivo de asegurarse que nadie pudiese escuchar la conversación y evitar que la información circulase.

El familiar, sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta de «El Rubio», que evitó en todo momento entrar en conversación sobre el paradero del menor.

Lo más probable es que de los tres tipos de sala en los que pudieron reunirse lo hicieran en el locutorio, ya que es la única en la que se evitaría un posible contacto físico, a diferencia de las habitaciones familiares o las de «vis a vis», que conforman el departamento de comunicaciones familiares.

Y mientras para «El Rubio» el tiempo avanza lentamente en prisión, en la habitación de Yéremi se ha parado. Sigue intacta nueve años después de su desaparición. Aunque su madre y sus hermanos ya no viven allí, los abuelos mantienen su cuarto tal y como estaba. «Siguen estando sus cosas preferidas: sus spiderman, las fotos de las arañas, que le encantaban, las cartas que sus primos le escribían... Todavía tiene hasta el dinero del último diente que se le cayó metido en este coche (señala). A él le gustaba la película de «La Máscara» y quería que se la regalara y en esos días le compré un juego de máscaras pensando en que volvería. De hecho, él le había dejado escrito a mi padre la carta de Reyes con los regalos del siguiente año, cosa que nunca había hecho. Escribió la carta desde el mes de febrero y mi padre la guarda como un tesoro en su cartera», cuenta Ithaisa sentada en la cama de su pequeño. En la habitación siguen sus ordenadores y más muñecos. «Los dinosaurios le encantaban, también ET le gustaba un montón, tenía aquí el muñeco, pero por la noche le daba miedo y quería que lo pusiéramos fuera», prosigue.

Yéremi tiene tres hermanos más, menores que él. El más pequeño, de tan sólo 17 meses. A pesar de lo difícil que resulta seguir con el día a día, Ithaisa intenta continuar con una vida normal con sus otros hijos. «Con ellos hablamos de Yéremi siempre en presente». La familia lleva nueve años viviendo un calvario, pero estas últimas tres semanas volvieron a ser especialmente duras cuando la Guardia Civil los informó de las indagatorias que seguían y de la presunción de que Antonio Ojeda sea quien se llevó al menor. «Llevamos tres semanas destrozados, la verdad, y ahora al ver la calle como antes, llena de prensa, todos llamando por teléfono, es recordar cómo fue al principio. Ahora quizás peor porque ya tenemos a una persona que es la que presuntamente cogió al niño y la verdad es muy difícil. Estamos esperando a que hable en cualquier momento y diga dónde está el niño, qué le pasó». La Guardia Civil le ha pedido a la familia que tengan paciencia y prudencia. «Nos dicen que ellos van a seguir, que no han dejado de hacerlo y que esto es como un nuevo comienzo. Y así es como nos sentimos, como si empezáramos otra vez».

Sobre Antonio Ojeda, Ithaisa dice que no recuerda haberlo visto nunca por la zona, pero que su padre sí. «Poco antes de que el niño desapareciera, mi padre recuerda verlo mirando por aquí, pero como algo normal, porque cuando sacaban a los niños con las motos había mucho ruido, había un gimnasio cerca y la gente solía pararse a mirar, pero sanamente. Nunca sospechamos nada raro, pero una vecina que trabajaba en un bar cercano me ha dicho que lo veían mirándome ir al gimnasio con el niño».

Antonio Ojeda, «El Rubio», siempre se consideró a sí mismo como un testigo. Se había acercado a las autoridades para decir que él vio cómo una mujer forcejeaba con un niño para meterlo en un coche blanco. «Él empezó a hablar de Yéremi desde el mismo día en que se lo llevaron: le había comentado a un agente municipal que estaban confundidos, que el coche que estaban buscando no era un Opel Corsa, sino que era un Renault 5 y que era de él, como exculpándose, que él no había sido quien se lo llevó, como si se estuviese previniendo».

Hoy sorprende cómo una persona que siempre estuvo tan cerca de su casa pueda ser quien se lo llevara. «Hasta hace dos años vivía a tan sólo 50 metros de mi casa. Luego fue cuando se marchó a una chabola en Sardina». Pero de lo que está convencida, porque así lo siente, es que no pudo haber actuado solo. «Yo pienso que alguien más de su familia sabe algo, es mi corazonada, que alguien lo está tapando porque ellos tienen antecedentes penales. Para mí 100% que es él, y creo que no lo pudo sacar de la isla. Donde quiera que sea que lo metió, él está aquí. Yéremi está en la isla. O lo engatusó, o el chiquillo, como se volvía loco cada vez que se asustaba, Dios no lo quiera, le dio un golpe para poder llevárselo». Ahora que se investiga quién es Ojeda, una persona que vivía como chatarrero y con antecedentes de agresión sexual a otro menor, Ithaisa pide que no se le justifique como un enfermo mental. «Hay psiquiatras y peritos que dicen que este señor está enfermo, y no es así. Es malo y calculador. No quiero que lo defiendan diciendo eso porque ha habido pederastas que sabiendo lo que son han ido a un médico a decir enciérrenme porque soy un peligro para la sociedad». Ithaisa se aferra. Como madre no puede, ni quiere pensar otra cosa. «Tengo tantas cosas en la cabeza ahora mismo de dónde pudiera estar, yo quiero aferrarme hasta el último momento, hasta que yo no lo vea y diga es él y no me quede otra, seguiré manteniendo un hilito de esperanza para poder vivir, porque necesito pensar así para poder vivir. Que en algún momento dado ese hombre se lo dio a alguien».

Es lo que durante estos años siempre ha pensado. «He querido pensar que una familia que no tenía hijos lo tiene y que aparecería, y eso quiero seguir creyendo»

En la habitación de Yéremi.

Entre sus cosas hay un cojín con su foto cuando tenía 7 años. Su madre recuerda que una de sus pasiones era el kárate, y de él practicando ese deporte también hay imágenes en la estantería. Una práctica que uno de sus hermanos quiere continuar. «Mi otro hijo siempre dice: “Mi hermanito me va a enseñar cuando venga”».