Don Benito

Vuelco a la investigación: «Pudo poner el intermitente para girar»

El conductor del minibús cambia su declaración y se contradice

Juan Gómez Barquero, conductor del autobús
Juan Gómez Barquero, conductor del autobúslarazon

«Las cosas no son ni tan blancas ni tan negras», comenta uno de los abogados que defiende los derechos de una de las cinco familias que perdieron a sus hijos en el accidente de Castuera. «Todavía hay que estudiar en profundidad las diligencias, pero tengo muchas dudas», explica a LA RAZÓN un letrado que exige mantener su anonimato. Su vacilación nace a raíz del nuevo testimonio de Juan Gómez Barquero, el chófer del minibús. Según ha podido saber este diario, este hombre, de 42 años, que prestó declaración en el juzgado el pasado viernes, perdió los nervios durante el interrogatorio al que le sometió un abogado de la acusación. Su relato era tan inconsistente, que se sintió acorralado por las preguntas y acabó reconociendo que Fernando Fernández, quien manejaba la retroexcavadora, «pudo poner el intermitente para girar a la izquierda».

La novedosa revelación choca frontalmente con las afirmaciones que constan en la declaración que hizo tan sólo ocho horas después del siniestro. Entonces, postrado en la cama del Hospital de Don Benito, aseguró con rotundidad que la retroexcavadora no dio los intermitentes y los guardias civiles tomaron nota de sus palabras. Lo que nadie escribió y, por tanto, no consta ni en su declaración, ni en ninguna de las páginas del atestado, es que el conductor de la excavadora se riera o burlara de las víctimas y de los heridos tras el accidente. Sin embargo, el pasado viernes el chófer del minibús aseguró en sede judicial que Fernando Fernández, con absoluta ausencia de empatía, estalló en carcajadas después del siniestro. «Se lo dije a los guardias civiles durante mi declaración y además, ellos lo pusieron en diligencias porque lo vieron», insistió con obcecación Juan Gómez. «Es una enorme falsedad», desmiente el letrado del maquinista de la retroexcavadora. «Objetivamente, el chófer del minibús ha mentido y nos vamos a querellar por falso testimonio», anunció indignado. No fue el único en hacer declaraciones. A pesar de no estar imputado, el conductor del minibús estuvo asistido por un abogado, quien sorprendentemente afirmó: «Mi cliente se ha ratificado en lo que ya dijo. A medida que se van investigando los hechos, queda más patente que el único responsable del accidente es el conductor del vehículo especial».

También declaró ante Su Señoría el entrenador que acompañaba a los niños en el minibús. Ratificó lo que ya dijo a la Guardia Civil, aunque amplió y matizó algunos datos de enorme trascendencia. Por ejemplo, desmintió al conductor del autobús y, al igual que otros cinco niños, aseguró: «No escuché que Juan tocase el claxon antes de adelantar ni vi que diera ráfagas de luz». Él, por su posición, debería haberlo oído, tal y como él mismo contó a la Guardia Civil: «Yo iba sentado en la parte media del autobús. Concretamente en la hilera de la derecha. Iba mirando a los chicos que llevaba en el lado izquierdo y de repente empezamos a dar vueltas. Yo llevaba puesto el cinturón. De hecho se me ha quedado la marca del cinturón sobre el muslo izquierdo».

Los letrados también quisieron explorar otros aspectos del accidente y le preguntaron si los niños se habían atado el cinturón. Ante los investigadores aseguró: «Yo siempre hago hincapié en que se pongan el cinturón de seguridad. Les insisto mucho. Como estaban un poco revueltos, me puse en medio del autobús para que se tranquilizasen, ya que unos habían ganado y otros habían perdido. Pero, vamos, antes del accidente iban bastante tranquilos, aunque no sé concretar quién llevaba puesto el cinturón y quién no. Diría que la gran mayoría lo llevaba puesto». Sin embargo, en el juzgado fue mucho más preciso y garantizó que todos, absolutamente todos, iban atados en el momento del choque. El entrenador, sin embargo, no pudo aportar un solo dato que aclarara de quién fue la culpa del siniestro: «Yo no llegué a ver nunca la retroexcavadora, porque fui el último que salió del autobús. Me quedé atrapado. Uno de los jugadores me tuvo que desabrochar el cinturón e inmediatamente saqué a otro chico. Vi el cuerpo de... Le llamé por su nombre pero no respondió. No se movía. Intuí que había fallecido. Miré alrededor y ya no había nadie. Comprobé que el conductor ya había salido y estaba ayudando en lo que podía. Yo he llegado a una conclusión personal. Han perdido la vida todos los que iban en el lado izquierdo del autobús, y todos los que estaban en el lado derecho han salido más o menos bien».

El equipo de atestados de la Benemérita está elaborando a marchas forzadas el informe definitivo, que determinará velocidades, distancias, si es verdad que todos los menores llevaban puesto el cinturón, las posibles culpas, etc. Las responsabilidades civiles son mucho más complejas. Si se considera que el conductor del minibús también es responsable del accidente su seguro deberá hacer frente a las indemnizaciones. Pero la trama se complica, porque el vehículo fue alquilado por la Junta de Extremadura para una actividad deportiva, por lo que puede aparecer como responsable civil subsidiario. Además no se puede descartar que si alguno de los fallecidos no llevaba puesto el cinturón de seguridad y este hecho se pueda vincular directamente con su muerte, se podría considerar responsable al entrenador y por extensión a la Junta de Extremadura y al chófer del vehículo. «Hay que esperar y no sacar conclusiones precipitadas por muy obvias que parezcan para algunos», razona el letrado que insiste en mantener su privacidad.