
Agricultura
Se acabaron las bolsas de plástico: las algas se convierten en la alternativa definitiva contra la contaminación
Científicos de Tel Aviv crean bioplásticos a partir de algas mientras Chile desarrolla bolsas solubles en agua

Imaginar que un submarino desciende hasta el punto más profundo del planeta, la fosa de las Marianas y allí, a once mil metros bajo el mar, donde casi no llega la luz, encuentra algo que no debería estar allí: ni más ni menos que una bolsa de plástico.
Pues esa imagen es real y fue captada en el año 2018, esta se convirtió en el símbolo de una realidad: cualquier zona marina está en riesgo de contaminación.
Tras esto, la ONU dio una declaración demoledora a la par que preocupante: en el año 2050 podría haber más plástico que peces en los océanos.
El reciclaje ayuda, pero no basta.
La verdadera solución para luchar contra esto no es solo reciclar, sino inventar materiales biodegradables que no se conviertan en basura eterna y lo más curioso es que la respuesta podría estar en el mismo lugar que estamos contaminando: el mar.
Un grupo de científicos de Tel Aviv trabaja con algas marinas para crear una nueva generación de bioplásticos. La clave de esto está en unas bacterias que se alimentan de los carbohidratos de las algas y los transforman en polímeros naturales.
Dando como resultado unos plásticos degradables en apenas un año y que no dejan residuos tóxicos. Hasta ahora, producir bioplásticos requería usar cultivos agrícolas, lo que competía con la producción de alimentos.
Algo parecido a lo que ocurre con los biocombustibles, para que se entienda: convertir comida en energía puede provocar inflación y escasez. Las algas que son mucho más abundantes, en cambio, no necesitan tierras de cultivo y crecen solas en el mar.
El proyecto aún está en marcha, pero la idea es sencilla, simplemente, buscan crear bolsas, envases y productos cotidianos que no se conviertan en basura para siempre.
Una alternativa viable que podría sustituir al plástico tradicional y reducir drásticamente la contaminación.
Recalcar que este no es el único proyecto que se está llevando a cabo para frenar la contaminación. Ya que en Chile, SoluBag ha creado bolsas que se disuelven en agua fría en apenas cinco minutos.
En otros lugares se experimenta con fécula de patata o de mandioca, aunque el problema de estas es lo que mencionábamos antes y es que se siguen usando materias primas alimentarias.
Pero la apuesta por las algas abre un camino distinto. Aprovechar un recurso marino abundante y sostenible para crear plásticos que no dañen el planeta.
Y quizá en un futuro cercano, cuando alguien te dé una bolsa en el supermercado, no estés recibiendo un problema ambiental, sino una solución que vino del mar.
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