
Exportaciones
China cierra el cerco sobre las tierras raras: son clave para la tecnología del presente y del futuro
China da un nuevo paso en su particular guerra tecnológica contra Estados Unidos y endurece el control sobre las exportaciones de tierras raras, minerales esenciales para la industria, alegando motivos de seguridad nacional

La guerra tecnológica entre Washington y Pekín ha subido un nuevo peldaño, y esta vez la respuesta llega desde Oriente. El tradicional enfrentamiento entre bloques se dirime ahora en terrenos como el de la inteligencia artificial o el de la industria energética.
China ha decidido contraatacar a las restricciones impuestas por la Administración del presidente Donald Trump sobre su acceso a los semiconductores estadounidenses, utilizando para ello su arma más poderosa: el control casi absoluto sobre los minerales de tierras raras.
El movimiento supone un nuevo episodio en la escalada de tensión comercial y estratégica entre las dos mayores potencias del mundo en la que, por el momento, el país asiático parece estar saliendo mejor parado si atendemos a opiniones como la de Jack Dongarra, ganador del Premio Turing en 2021.
Licencias a medida y vetos estratégicos
La respuesta china no es casual, sino que apunta directamente a una de las mayores vulnerabilidades de Occidente. Pekín explota de manera clara su posición dominante en el mercado de estos minerales.
Unos elementos son fundamentales para la fabricación de todo tipo de dispositivos, desde teléfonos móviles de última generación hasta los componentes de los vehículos eléctricos. Al endurecer su exportación, el gigante asiático envía un mensaje contundente a las industrias que dependen de sus recursos.
Por ello, el Gobierno chino ha justificado la medida como una acción necesaria para "salvaguardar la seguridad nacional". En la práctica, esto se traduce en la ampliación de la lista de materiales estratégicos bajo supervisión, que ahora suma doce elementos, y en la obligación para las empresas de obtener una licencia de exportación. Cualquier compañía que desee vender estos productos o la tecnología para extraerlos deberá someterse a un riguroso proceso de aprobación.
En este sentido, las autoridades de Pekín han sido claras al advertir que los permisos no se concederán de manera indiscriminada. Se ha especificado que no se otorgará ninguna licencia al sector de la defensa, cerrando por completo la puerta a su posible uso militar por parte de otros países.
Para la fabricación de semiconductores, un sector clave en esta disputa, las solicitudes serán evaluadas una por una, tal y como informa el medio Tech Crunch, dejando un amplio margen de discrecionalidad al Gobierno.
Con esta maniobra, China no solo busca proteger sus intereses económicos y tecnológicos, sino también ejercer una influencia considerable sobre las cadenas de suministro globales.
La única excepción contemplada en esta estricta normativa se aplicará a las exportaciones que tengan como fin la ayuda humanitaria, un pequeño resquicio en un muro regulatorio diseñado como una herramienta de presión geopolítica contra las políticas de la Casa Blanca.
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