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Intimidad

Va a depilarse y ve que la esteticista usa las gafas con cámara de Meta: "No podía dejar de pensar en ello"

El debate sobre las posibles intromisiones en la intimidad y la privacidad de terceros causadas por quienes portan gafas inteligentes se encuentra de plena actualidad y lo reafirman vivencias como la de la influencer Aniessa Navarro

Gafas inteligentes de Oakley y Meta Meta

Desde hace meses un nuevo complemento forma parte del elenco de dispositivos electrónicos de los que hacer uso en el día a día. Se trata de las gafas inteligentes, aquellas que cuentan con posibilidad de explorar un nuevo horizonte como la realidad mixta (XR) gracias a contar con un asistente de inteligencia artificial, sector en el que aparecen marcas que parecían olvidadas como HTC.

Entre quienes lideran la industria tecnológica, Meta es la compañía que más ha apostado por este nuevo gadget, hasta el punto de tener ya en ciernes la tercera generación de sus gafas inteligentes junto a Ray-Ban. Un nuevo paso tecnológico que, no obstante, no está exento de polémica por las intromisiones en la intimidad y la privacidad que pueden darse mediante unos dispositivos dotados de cámaras y que pueden registrar cuanto pasa frente a ellos.

Un artefacto que no es para todos los lugares

De hecho, ya se han dado las primeras muestras de incomodidad de personas que han acudido a un establecimiento en el que los responsables portaban ese tipo de complemento, con la consiguiente sospecha de lo que podría registrar con él. Más si cabe en el ejemplo que traemos, puesto que se trataba de un centro estético destinado, entre otras cuestiones, a la depilación de zonas íntimas.

La protagonista de la historia es la creadora de contenido Aniessa Navarro, quien contó en un vídeo publicado en la red social TikTok su experiencia a la hora de acudir a un centro de estética de la cadena European Wax Center, ubicado en Manhattan, distrito de Nueva York. En su cita, la influencer tuvo como asistente para su cita para una depilación íntima a una empleada que portaba las gafas inteligentes de Meta, cuestión que le generó cierto (y comprensible) nerviosismo además de incomodidad.

Por supuesto, Navarro cuestionó a la esteticista acerca de las gafas de Meta, a lo que la trabajadora respondió señalando que el dispositivo se encontraba apagado y que se trataba de un elemento recetado para sus problemas de visión. La creadora de contenido reconoce que caer en la cuenta de que quien se iba a encargar de depilar sus partes íntimas llevaba el complemento de Meta le produjo un estado de inseguridad: "No pude dejar de pensar en ello en ningún momento", destacaba en su publicación.

Gestión cuestionable a nivel reputacional para la empresa

Y es que Aniessa Navarro quiso aprovechar su comunidad para tener un punto de vista más amplio acerca de cómo actuar al respecto de lo que le había sucedido, planteando incluso la posibilidad de consultar el tema con abogados. Antes de ese paso, la creadora de contenido optó por remitir un correo electrónico a la cadena de depilación, que obtuvo un formulario genérico por respuesta, algo que aumentó su malestar.

El recorrido del caso ha ido en aumento, hasta el punto de que European Wax Center salió en defensa de su empleada mediante un portavoz de la firma, que en declaraciones al Washington Post reafirmó lo indicado por ésta en un primer momento: que las gafas inteligentes estaban apagadas y que no se habían empleado en ningún caso para los fines que se pudieran sospechar ni con ella ni con ningún cliente.

Aniessa Navarro hizo un segundo vídeo en el que una vez más hacía hincapié en su deseo de que nada quedara registrado con las gafas de Meta de su visita al centro de depilación y quiso aprovechar su caso para poner sobre la palestra la idoneidad de limitar el uso de ese tipo de dispositivos en determinados sectores: “Mi mayor esperanza es que se prohíban las gafas Meta en lugares de trabajo tan privados como este, para que nadie más tenga que pasar por algo así”, apuntaba la influencer en su publicación.

Un caso que pone de manifiesto el riesgo que implican para la intimidad y la privacidad las gafas inteligentes. Y es que se trata de un artefacto con unas aplicaciones interesantes, pero también con unos riesgos de uso inapropiado evidentes, por lo que asegurar espacios seguros de uso y otros en los que prohibir de manera tajante su empleo aflora como necesidad.