
Defensa
Google se vuelve todavía más poderosa al firmar este acuerdo con la OTAN: sus recursos cada vez son más estratégicos
La Alianza Atlántica da un salto cualitativo en su defensa digital tras asociarse con Google Cloud, un acuerdo que permitirá modernizar sus infraestructuras y blindar la información sensible sobre la guerra en Ucrania mediante una nube soberana de máxima seguridad

La Alianza Atlántica ha decidido dar un paso de gigante en su arquitectura tecnológica, buscando adaptarse a los tiempos que corren con una contundencia innegable. La Agencia de Comunicación e Información de la OTAN (NCIA) ha formalizado una asociación estratégica con el gigante Google Cloud. Este movimiento no debe interpretarse como una simple actualización de sistemas informáticos de oficina, sino como una apuesta decidida por acelerar la modernización digital de la organización militar y, fundamentalmente, por blindar la gobernanza de sus datos en un escenario internacional cada vez más complejo y hostil.
En este sentido, la piedra angular de este acuerdo reside en la adopción de Google Distributed Cloud (GDC). La OTAN es plenamente consciente de los riesgos cibernéticos actuales y no utilizará una infraestructura convencional; en su lugar, se ha decantado por esta solución de nube soberana, diseñada específicamente para operar en entornos de máxima seguridad. La tecnología permite trabajar en sistemas desconectados —lo que en el argot técnico se conoce como entornos air-gapped—, garantizando así que la información más sensible permanezca siempre bajo el control directo y estricto de la NCIA. De este modo, se asegura que los datos no salgan del territorio soberano de la Alianza, manteniéndolos lejos de cualquier posible injerencia externa. Este nivel de hermetismo responde a una preocupación creciente en el sector, donde figuras destacadas ya advierten que el desarrollo tecnológico sin control estricto puede resultar francamente peligroso para la seguridad global.
Por otra parte, esta colaboración tecnológica tiene una vertiente operativa inmediata y de enorme relevancia geopolítica relacionada con el conflicto en el este de Europa. Según se puede leer en una publicación de Techradar, Google se convertirá en el proveedor oficial para el Centro Conjunto de Análisis, Entrenamiento y Educación (JATEC). Este organismo, nacido de la cooperación estrecha entre la OTAN y Ucrania, tiene la delicada y vital misión de gestionar el caudal de datos derivados de la guerra provocada por la invasión rusa. La capacidad para procesar y analizar esta información con las herramientas de Google supone un refuerzo notable en la gestión del conflicto.
De hecho, este acercamiento a las grandes tecnológicas de Silicon Valley marca un punto de inflexión en la estrategia de defensa occidental. Tradicionalmente recelosa de externalizar servicios críticos, la Alianza parece haber encontrado en la propuesta de Google las garantías necesarias para dar el salto. La necesidad de procesamiento masivo de inteligencia requiere unas capacidades de computación que, a día de hoy, solo compañías de este calibre pueden ofrecer con la rapidez que exige la tensión geopolítica actual. Esta convergencia entre el sector defensa y la industria privada refleja un movimiento geopolítico más amplio, visible en cómo la élite tecnológica de EE UU se reúne con líderes políticos para coordinar estrategias de inteligencia artificial.
La discreción de un contrato clave
Asimismo, el acuerdo subraya la necesidad imperiosa de la organización de mantener una superioridad que no sea únicamente armamentística, sino también digital. La modernización que se persigue con esta firma busca dotar a la Alianza de una agilidad y capacidad de respuesta en el tratamiento de la información que resultan indispensables en la guerra moderna. Sin estas capacidades digitales, el hardware tradicional pierde eficacia ante enemigos cada vez más sofisticados en el ciberespacio.
No obstante, y como suele ser habitual en contratos de esta naturaleza donde la seguridad nacional y la defensa están en juego, el hermetismo rodea las cifras finales de la operación. Hasta el momento, no se han revelado públicamente ni el valor económico exacto del acuerdo ni su duración temporal. A pesar de la falta de concreción en los números, el carácter estratégico y la etiqueta de "multimillonaria" de la asociación dejan entrever la magnitud de la inversión que la OTAN está dispuesta a realizar para asegurar su infraestructura en la nube.
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