Ciudades submarinas, casas voladoras y comida eléctrica: bienvenidos a 2121

Ciudades submarinas, casas voladoras y comida eléctrica: bienvenidos a 2121

En 100 años, la tecnología habrá cambiado tanto el mundo que nos rodea que hoy nos parece difícil imaginar cómo será entonces

Basta con reproducir dos películas para darse cuenta de la tremenda evolución tecnológica que ha vivido nuestro planeta en el último siglo. En 1921, La verbena de la Paloma relataba la historia de dos hermanas modistas que vivían en la pensión de la señorita Rita y que fueron pretendidas por el viejo boticario Don Hilarión. La zarzuela dirigida por José Buchs y protagonizada por Florián Rey era el mejor reflejo de la sociedad que reinaba por aquel entonces: amoríos, dudas, celos… pero sin esa excusa digital que tanto encontramos a día de hoy. Ahora, en 2021, la novena entrega de Fast & Furious nos obliga a plantearnos qué sería de nosotros sin todos los avances que se han ido desarrollando a lo largo de estos últimos 100 años. Por ello, pensar qué encontraremos de aquí a un siglo se vuelve harto complicado. Sin embargo, ya hay quienes lo tienen bastante claro. Así lo recogerán los filmes de 2121.

Tanto la manera en la que interactuamos con los demás como la forma en la que realizamos nuestro trabajo cambiará. Y lo hará radicalmente. Pero, sobre todo, lo notaremos en nuestro estilo de vida. Así lo recoge el informe SmartThings Future Living Report, elaborado por la Universidad de Westminster (Reino Unido). En él, se habla de urbes submarinas, rascacielos subterráneos y comida imprimible. Tres apuestas que, aunque parecen distópicas, ya empiezan a sonar con fuerza en la actualidad. De hecho, las ciudades-burbuja ya son una realidad. Al menos, en algunos hoteles. Se trata de habitaciones transparentes con todas las comodidades que permiten a sus huéspedes cumplir sus rutinas sin necesidad de salir al exterior. En los últimos años, se han puesto muy de moda, hasta el punto de convertirse en destinos exclusivos. Dicho esto, traslademos la idea al fondo del mar. ¿Imposible? Para nada.

De acuerdo con los expertos, en un siglo, nuestros descendientes vivirán en los fondos acuáticos sin el menor de los problemas. En estos lugares, habrá tecnologías de construcción rápida, además de aviones no tripulados, que garantizarán la supervivencia. “Buscaremos los mejores sitios para edificar”, explicó Maggi Aderin-Pocock, científica espacial y coautora del informe, a la cadena BBC. “Será como vivir en torres rodeadas de agua”. De esta forma, los míticos rascacielos que pueblan desde Nueva York a Benidorm crecerán tanto para arriba como para abajo. Gracias a estos nuevos avances, las más de 25 plantas que cada uno puede albergar podrán dirigirse hacia el subsuelo y generar nuevas formas de convivencia. Ante el avance del cambio climático, todas las opciones están sobre la mesa. “Necesitaremos nuevos espacios para vivir a medida que crecen las ciudades”, apuntó Aderin-Pocock.

Otra de sus conclusiones más destacadas es, prácticamente, un hecho: viajar en drones
Otra de sus conclusiones más destacadas es, prácticamente, un hecho: viajar en dronesArchivo

Otra de sus conclusiones más destacadas es, prácticamente, un hecho: viajar en drones. Es verdad que aún estamos en un momento de regularización y de debate, pero a nadie le asombra ya la posibilidad de usar estos aparatos para comprar, grabar, comunicarse… En Estados Unidos, por ejemplo, en unos meses, lo más normal será adquirir un artículo en Amazon y recibirlo en la ventana de casa en sólo media hora. No obstante, la pretensión de los autores del estudio va más allá: “Algunos serán tan potentes que podrán transportar casas enteras por todo el mundo”. Algo así como una mezcla entre Up y La vuelta al mundo en 80 días. Pero mucho más moderno. Muchísimo. Incluso, habrá quien pueda ampliar su vivienda gracias a una impresora 3D como si de un Lego se tratase. “Los smartphones marcaron el comienzo de la revolución del hogar inteligente, lo cual tendrá implicaciones muy positivas en nuestra forma de vida”.

Foie grass sintético

La desertización, poco a poco, hará que alimentarse sea algo cada vez más complicado. De ahí que se hayan puesto en marcha diversas iniciativas destinadas a paliar este fenómeno global: desde foie grass sintético hasta pasta impresa en 3D. La última de ellas se centra en la posibilidad de crear comida tan sólo con dióxido de carbono, agua y electricidad. ¿El resultado? Un polvo proteico altamente nutritivo. La principal ventaja de este proyecto de la Universidad Lappeenranta (Finlandia) reside en la creación de un método de producción que no requiere unas condiciones ambientales específicas. “Hemos recogido diversos microbios de la Naturaleza, los hemos colocado en un fermentador y les hemos añadido dióxido de carbono”, explica Pasi Vainikka, fundador de Solar Foods. “A medida que la mezcla se vuelve más espesa, parte de ella se elimina y obtenemos producto seco”.

De esta forma, tras una exposición a la electrólisis, los investigadores reunieron una pequeña cantidad de material sólido que tenía un perfil nutricional similar al de la soja. “Lo que habrá que analizar es si este sustento puede elaborarse en cualquier parte del mundo”, apunta. Según sus cálculos, sus centros de fabricación necesitan 20.000 veces menos extensión de tierra que la que se precisa para obtener la misma cantidad de alimentos mediante el cultivo de verduras. Labrar toda la proteína que el mundo consume ahora con su técnica necesitaría un área similar a la que ocupa hoy Grecia. En cualquier caso, el mejor lugar para hacerlo son los desiertos, donde abunda la energía solar, lo que convertiría también a este proyecto en uno totalmente sostenible. “El resultado es seguro y natural”, concluye Vainikka. “No obstante, todavía tenemos que terminar de pulir aspectos básicos antes de comercializarlo”.