Estreno
«Hacienda somos todos», pero Carmen Machi, la que más
Movistar Plus+ estrena hoy esta serie creada por Diego San José sobre una inspectora de la Agencia Tributaria
Celeste podría ser nombre de tango. Pero Sara no, ni mucho menos. Celeste es conocida, querida, triunfadora, guapa, brillante y rica. Sara es trabajadora, del gris al marrón, concienzuda y perfeccionista. Celeste es artista y Sara inspectora de la Agencia Tributaria. Como el agua y el aceite. Y ahí nos suelta «Celeste» la nueva serie de seis episodios que estrena hoy Movistar Plus+ creada por Diego San José, dirigida por la cineasta Elena Trapé, y protagonizada por Carmen Machi, Manolo Solo, Andrea Bayardo, Antonio Durán Morris, Aixa Villagrán, Clara Sans, Jesús Noguero y Marc Soler, entre muchos otros.
Sara Santano (Machi) ha dedicado toda su vida a la recaudación de impuestos, más de 30 años, a revisar cientos de facturas para conocer de cerca la vida de las personas que investiga, incluso mucho mejor que la suya propia. Pero tras la muerte de su marido hace unos años, ha llegado el momento de la dorada prejubilación después de haber sido la segunda de su promoción y la estrella de la oficina de Guzmán el Bueno en Madrid, y con solo un borrón en su expediente por no haber podido cazar a un futbolista del Real Madrid. En su día a día se levanta para observarse en el espejo confiando en que su vida podrá continuar tras su último día en el trabajo. Pero al llegar a su despacho le espera una sorpresa. Su jefe y compañero de promoción Carmelo (Durán), le ha preparado un último encargo: tiene que demostrar que la nueva estrella de la música latina «Celeste» (Andrea Bayardo), ha residido en España al menos 184 días, la mitad del año más uno, y le debe al fisco una cantidad superior a 20 millones de euros.
Cómplices
En la serie veremos como Sara se negará primero, pero observando la vida de la artista poco a poco verá resquicios de poder conseguirlo, con una especie de envidia malsana por comparación. Celeste convierte cada canción que saca en un fenómeno mundial, sus conciertos llenan estadios y sus temas son coreados por millones de personas en los coches y en los colegios y las radios. Tiene su propio perfume, su propia marca de lencería y una melena kilométrica que promociona su propio champú. Un vistazo más en el espejo a su camisa blanca y su traje de chaqueta y su pelo anclado desde hace tres décadas lanzará a Sara a la «caza». Es la mejor y conoce todos los trucos de la profesión y en el camino aprenderá algunos nuevos. Pronto los espectadores se darán cuenta de que «Celeste» no es la historia de éxito de la artista, si no el viaje de liberación de una mujer que lleva años ocultándose tras las facturas de los demás. Carmen Machi hace rápidamente suyo un personaje que nunca habríamos imaginado protagonizando una serie de ficción, en el que por el día es una mujer mayor, con un perro que no quiere, que tiene una relación muy triste con su hija, que echa de menos a un marido al que nunca conoció en realidad, y que por la noche se convierte en detective y casi delincuente, armada con su carnet de inspectora que le abrirá demasiadas puertas. «Celeste» es un drama de día y un thriller de noche.
Entre los personajes (transformados en fuentes) que se cruzan en el camino de nuestra inspectora hay un fotógrafo Tony (Solo), de los que duermen en su coche porque le pagan 150.000 euros si pilla a la cantante con su novio en actitud cariñosa, y cuya cámara guarda una cronología perfecta de su presa; también una nueva ayudante Dani (Clara Sans), como Sara pero en joven, que hace de su obsesión por las redes sociales una cualidad indispensable: cientos de fanes de Celeste transforman sus móviles en cientos de inspectores de Hacienda digitales gratuitos, y Aarón (Soler), un joven obsesionado con la cantante y que guarda un registro minucioso de sus movimientos y que resulta una fuente indispensable pero inalcanzable. Todos ellos, algunos sin pretenderlo, viajarán junto a Sara en una carrera contra reloj en la que ni la lluvia, ni la huida turca, ni el dinero ni la Ley serán suficiente impedimento para que la inspectora se convierta en la voz cantante de una historia que suena a alguna otra, pero no es la misma. Sara cambiará su pelo, se reinventará e incluso puede que la veamos sonreír cuando alguna vez se salga con la suya. Sara comenzará siendo una inspectora de Hacienda para acabar siendo una mujer. La serie es un derroche de imaginación y buen hacer, el arco del personaje lo borda Machi, que casi, al más puro estilo Lola Flores logra convencernos de que «Hacienda somos todos», por mucho que nos duela en el bolsillo de manera anual.
El mejor público posible en San Sebastián
►Si alguien duda de la veracidad de la serie, no por la temática, si no por aquellos que vieron a Carmen Machi acudiendo a las oficinas de Hacienda de Guzmán el Bueno para ver cómo caminaban los verdaderos inspectores, o dudan de que es cierto que la mayoría de estos funcionarios se casan entre ellos y nunca confiesan en qué trabajan, quédense con este dato: dicen que Diego San José invitó a 50 inspectores de la Agencia Tributaria a ver la serie en el Festival de San Sebastián. Y gustó.
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