Entrevista

Rober Bodegas y Alberto Casado: "Rober y Alberto valen bastante menos que Pantomima Full"

Los creadores y artífices de Pantomima Full, son los actores principales y culpables de la serie «Entrepreneurs» de Disney+

Rober Bodegas y Alberto Casado son Pantomima Full
Rober Bodegas y Alberto Casado son Pantomima FullDisney+

Rober Bodegas y Alberto Casado (a.k.a. Pantomima Full) son conocidos en toda España. Por separado solo son dos actores, pero cuando juntan sus talentos son capaces de radiografiar las ridiculeces propias y ajenas de la sociedad actual. Tras haber ridiculizado a los runners, emprendedores y pijos, ahora acaban de estrenar su primera serie, «Entrepreneurs», en Prime Video. Hablamos con ellos en el Festival de Televisión de Vitoria-Gasteiz (FesTVal) de la serie y del humor.

¿Cómo es el proceso de pasar de Pantomima o el teatro, a meterse en una serie de televisión?

Alberto Casado: Ya habíamos escrito nosotros muchas cosas, o sea, no ha sido un proceso complicado en eso. Hemos gozado toda esa parte de desarrollar tantos personajes que, al final, son muchos vídeos cortos los que hemos hecho, y a veces te apetece contar mucho más.

Rober Bodegas: De alguna manera habías pensado en la vida de esos personajes: en algún momento te habías imaginado la serie de muchos. Y en el momento que salió esta oportunidad con Pokeepsie pues dijimos «vamos a buscar un sitio donde podamos estar varios conviviendo».

¿Es real esa sinergia entre los dos?

Casado: Pues depende un poco del día.

Bodegas: Al final, a veces uno activa al otro. Porque tú estás un poco espeso, pero con dos ideas que te ha tirado el otro, te activas. Si los dos estamos en la mierda, porque es lunes y hemos estado de gira, pues nos tiramos seis horas en silencio, hasta que decimos «nos rendimos; tío, vámonos a casa porque hoy no». Creo que tenemos los dos un carácter tranquilo y no hay un ego de , «ah, que no le ha gustado lo mío».

Casado: Entonces hubiésemos durado muy poco.

Estaba pensando en Martes y 13, y algunos dúos que no han acabado precisamente bien...

Casado: Creo que es un poco ese rollo más antiguo de ese tipo de relaciones, muy de gente que se viene arriba y estrella, con excentricidades. Me da la sensación de que eso ya no pasa tanto, no solo por nosotros, que somos muy tranquilos; también lo que veo alrededor.

Bodegas: Si sintiera, por ejemplo, en directo, que el público solo quiere a Alberto; que cuando yo hablo están aburridos y cuando habla él están locos, diría, «joder, me bajo de este carro», pero da la sensación de que a la gente le gusta que seamos dos. De hecho, hemos perdido un poco nuestra individualidad como cómicos. O sea, Rober Bodegas y Alberto Casado valen bastante menos que Pantomima Full. En salas de guion, cuando hemos trabajado hace años, sí que a veces escribes con alguien y es muy fácil tener fricción. Creo que hay que tener el mismo humor. Y más allá de que luego tengamos un humor parecido o muy igual, a veces se me ocurre algo y no le mola o al revés. Es difícil decirle a alguien que su idea, que cree genial, no te gusta.

Vuestro humor está enfocado en la crítica social, ¿hay algo del maestro Gila?

Bodegas: Que la gente pueda ver algo de Gila en nosotros es muy guay. Nunca lo diría, porque me parece que lo que hacía Gila, solo por el contexto social, ya es mucho más valioso. Pero sí, hoy se nos está diciendo mucho lo de la crítica social. Para nosotros no es tanto. Al final si te estás riendo lo estás criticando, es verdad, pero es más una actitud un poco cínica de poner en duda todo.

Con la explosión de vuestro humor, ¿la gente pretende que seáis graciosos todo el tiempo?

Casado: Pasa de vez en cuando, sí. No te digo que pase todo el rato, pero bueno, a veces sí que te encuentras con gente muy entusiasmada que dice: «Ya me vais a hacer un vídeo, ¿no?». Hay gente que te avasalla. Y luego que nosotros somos muy parados.

Bodegas: Claro, somos tranquilos y fuera del personaje nada, no somos cachondos.

Casado: Sí que es verdad que hay un tipo de cómico que no sale del personaje; que supongo que fuera del personaje existe. Una entrevista o tomándote un café, y sigue en el personaje.

¿Hay límites para el humor?

Casado: Nunca he sabido responder muy bien a esa pregunta, la verdad. Supongo que cada vez digo una cosa. Considero que no hay límites. Lo único que sí, es que hay que buscar la broma adecuada; sabiendo hacerla. Creo que la brillantez está ahí: en conseguir hacer una broma de lo que nadie toca; pero tú has conseguido hacerla y que se ría la gente. Creo que ahí está el mérito de quien pueda hacerlo.

Bodegas: Y creo que también hay una cuestión de una relación de consentimiento entre el cómico y su público. Dos ejemplos de cómicos muy distintos, Ignatius y Juan Dávila. Ves que su público les consiente muchas cosas, y ese mismo espectador, a otro cómico no le concede eso, porque se crea esa relación. Entre cómico y consumidor eso es lo importante: que tú propones un juego y que te lo acepten o no. El problema a veces también es cuando las cosas están fuera de su contexto. Lo primero es que hay gente que no le gusta el humor y no pasa nada, Pero que no le guste no quiere decir que no haya otras personas a las que les pueda gustar. Hay gente para el humor que es Miliki con la tarta, y de repente quiere subir cuatro escalones de golpe viendo una comedia más compleja, y tropieza o la desacredita por pasar los límites. La comedia para que te haga gracia te tiene que sorprender. Y si tú consumes mucha, ya eres capaz de predecir.

¿Cómo fue ese rodaje?

Casado: Al final, los rodajes son tan apretados y vas con tanta tensión, que desde fuera te puedes imaginar menuda fiesta. Te tienes que limitar a ser muy recto, en el sentido de «tenemos esta escena, estos planos, ensayo, pim pam pum, lo tenemos, a otra cosa».

Bodegas: Todo el rato con la sensación de no quiero ser el que joda el trabajo de otro. A lo mejor un actor está leyendo su texto y está siendo muy gracioso, pero si tú te ríes, le has jodido su toma buena y te tienes que aguantar.