
Adelanto
Semana de bombas en "La Promesa": Rómulo dice sí, Curro no llega y Petra se desboca
Una boda con sorpresa y una ama de llaves que desata el caos, entre otras sorpresas, agitan los cimientos de la serie estrella de RTVE

La fiesta por el nombramiento de Adriano terminó con más brillo del previsto, el champán aún burbujea y Emilia y Rómulo ya reflexionan sobre su futuro juntos. Esta semana, la pareja se adelanta al canon clásico y da el salto con una boda que sacude los cimientos de "La Promesa". Porque si hay algo que define a la trama es su modo imprevisible de encajar lo inesperado en lo aparentemente tradicional.
El lunes arranca con tensión: Petra veta al servicio de la iglesia y se convierte en villana de día. El miedo al qué dirán salta entre murmullos, pero los compañeros no se dejan intimidar. Al mismo tiempo, Manuel recibe la nota de la joven que negó su invitación, un revés emocional que dispara su orgullo y lo hace cerrar el paso. Ángela, por su parte, sustituye el miedo por audacia y sale del paso con elegancia: ha decidido enfrentarse al hombre que la acosó, Sandra Lorenzo y su madre, listas para convertir la disculpa en una exigencia sutil pero firme.
Este martes mantiene el pulso alto. Lorenzo maneja los hilos para alejar a Ángela en un plan que suena perfecto… hasta que los dos prometidos replantean las reglas de su propia boda. Si no dejan entrar al servicio, será la ceremonia la que se traslade al personal. Alonso, en un inesperado acto de confianza, encarga la finca a Catalina y Adriano, sellando una alianza sin retorno. Samuel intenta recomponer la verdad: Petra y María suenan en correos y conversaciones, pero la ama de llaves se rebela y le confiesa al sacerdote su gran secreto. Y mientras se preparan para enviar a Lope al Palacio de los Duques de Carril, descubren que el duque no está: la misión vira de thriller a misterio aristocrático.
El miércoles tiene tintes soñadores en el hangar. Toño cede espacio a Enora y ella brilla al proponer mejoras a los motores. Es un instante de equilibrio que sostiene el peso narrativo en una atmósfera más tecnológica, casi íntima. Mientras Ángela dialoga con Lorenzo y su madre y kapitulándome para proteger un negocio familiar, Lope subvierte su plan maestro: interpreta al actor perfecto ante el duque, pero su mirada lo descubre y de pronto su trama se abre como un velo de tensión concentrada.
El jueves regresa el drama personal: Toño lleva a Manuel al hangar y prepara una trampa para presentar la pieza como obra de Enora. Es un giro que habla de orgullo, de reconocimiento, y de lealtad silenciosa. Rómulo parte y deja un hueco difícil de llenar: Alonso se encarga de rendir homenaje al mayordomo que cambió La Promesa para siempre. María Fernández, fiel a sí misma, arranca una conversación con Samuel que podría ser un nuevo camino, no solo un consuelo de despedida.
El viernes está lleno de vértigo emocional. Catalina y Martina siguen el tira y afloja por la finca, y Toño y Enora solidifican su química mecánica mientras Manuel los observa, confuso entre celos y orgullo. Lope avanza en lo desconocido cuando Jacinto lo descubre en el palacio; Amalia aparece para desviar la mirada, pero ahora exige explicaciones. Y mientras tanto, el momento cumbre: Rómulo y Emilia se dan el “sí, quiero” en una ceremonia contenida y emotiva, que arropa al servicio en una nueva categoría familiar. En la despedida, toques de nostalgia, abrazos grupales, miradas que hablan de mapas compartidos.
Y justo cuando el gran baile termina, Ángela se esfuma rumbo a Suiza: un abandono silencioso, sin despedida, sin maletas olvidadas, solo la decisión de huir de aquellos que la asfixiaban. Ni Curro la ve venir —o llega demasiado tarde—, y el amor late en la distancia con sabor a melancolía en ls exitosa serie de RTVE.
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