Estreno

"The Librarians: el próximo capítulo" desata la magia en la vieja Europa

SyFy recupera la franquicia fantástica con un nuevo equipo, la misma esencia de la saga y un ritmo que atrapa sin pedir permiso

"The Librarians: el próximo capítulo" desata la magia en la vieja Europa
"The Librarians: el próximo capítulo" desata la magia en la vieja Europa SyFy

Hay series que nacen para revolucionar la televisión y otras que llegan con la modesta misión de entretenernos sin mayor pretensión. "The Librarians: El próximo capítulo", que se llega este mismo jueves 11 de septiembre a SyFy, pertenece a esta segunda categoría y se lo toma muy en serio, lo que termina siendo su gran fortaleza. No intenta competir con epopeyas solemnes ni con las producciones que inflan su mitología hasta el hartazgo. Prefiere la ligereza de la aventura, el humor bien colocado y ese misterio constante que nunca se torna asfixiante.

El planteamiento es tan sencillo como eficaz: Vikram Chamberlain, un bibliotecario de 1847, aterriza de golpe en la Europa actual, descubre que su antiguo castillo se ha convertido en un museo y, al intentar recuperar un poco de la magia perdida, desencadena un caos que se expande por todo un continente. A partir de ese desliz, se arma un nuevo grupo de custodios que debe lidiar con artefactos mágicos, cultos fanáticos y la propia torpeza del protagonista, que carga con el peso de no encajar del todo en la modernidad.

Callum McGowan se pone en la piel de Vikram con una mezcla curiosa de solemnidad y desconcierto. No hay sobreactuación ni rigidez, más bien transmite la fragilidad de alguien que quisiera regresar a su tiempo pero se ve forzado a lidiar con teléfonos inteligentes, algoritmos y un sinfín de rarezas. Esa vulnerabilidad lo vuelve un héroe entrañable, un James McAvoy en versión desenfadada que aprende sobre la marcha y contagia entusiasmo.

La serie construye alrededor de él un grupo tan disfuncional como efectivo. Olivia Morris encarna a Lysa Pascal, una científica obsesionada con descifrar el caos desde la ciencia, que de pronto descubre que hay misterios imposibles de encajar en fórmulas. Bluey Robinson interpreta a Connor Green, exprofesor desacreditado que convirtió sus teorías sobre magia en un canal digital con miles de seguidores. Y Jessica Green asume el papel de Charlie Cornwell, guardiana con cuentas pendientes que recibe una segunda oportunidad. Juntos forman un equipo heterogéneo, torpe en ocasiones, brillante en otras, pero siempre con chispa.

La ambientación en Belgrado aporta un aire distinto. Alejarse de los pasillos estadounidenses de la primera serie para instalar la acción en un castillo reconvertido en museo público no es un detalle menor. Ese cambio de escenario refresca la estética y añade una textura menos pulida, más terrenal, que convive con el elemento fantástico sin perder naturalidad. Europa del Este se convierte así en un tablero propicio para que reliquias imposibles y secretos milenarios se mezclen con turistas distraídos y conspiranoicos de internet.

El villano de turno, el General Gregor, lidera un grupo de fanáticos que desean someter la magia a sus propios fines. No es el antagonista más intimidante de la televisión, pero funciona como contrapunto del equipo. En el fondo, lo importante no es su figura sino la amenaza constante de que el poder mágico seduce y corrompe incluso a los propios Bibliotecarios. Esa tensión se resuelve episodio tras episodio con una lógica más cercana al "monstruo de la semana" que a la serialización pesada. Y se agradece: la serie se disfruta mejor como dosis semanales de ligereza fantástica que como un drama continuo de excesivo dramatismo.

Lo mejor es que el tiempo vuela. Los capítulos avanzan con ritmo ágil, con esa peligrosa capacidad de generar el "un episodio más" cuando uno ya debería apagar la pantalla. No se trata de la complejidad de un rompecabezas, sino de la sencillez de un pasatiempo bien diseñado. Además, esta no es una ficción que se angustie por ser perfecta, sino una que abraza con descaro sus propias limitaciones. De hecho, esa honestidad es lo que la convierte en una propuesta más atractiva que muchas superproducciones que se toman demasiado en serio.

Al final, "The Librarians: El próximo capítulo" se sostiene porque entiende lo que es: televisión de entretenimiento en estado puro. Su ligereza no significa vacío, sino un respiro en un panorama cada vez más saturado de dramas densos. Aquí la fórmula es clara: aventura, humor, un toque de misterio y un elenco que sabe divertirse con el material. Y cuando el espectador percibe esa diversión, se contagia. Nadie está a salvo de engancharse tras apenas un par de minutos.

Caras conocidas delante y detrás de cámaras

La conexión con el pasado no se limita a la ambientación ni al tono. Christian Kane regresa en esta secuela como Jacob Stone, un rostro querido que actúa de puente entre generaciones de «Bibliotecarios». Su participación es puntual en varios capítulos, pero suficiente para reafirmar la continuidad. Además, Noah Wyle, el primer (y más recordado) guardián de la saga, figura como productor ejecutivo, aportando su sello como garante del cuidado de la franquicia.