Toros

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Dos orejas y dos faenas

Martín Burgos y Romero cortan sendos trofeos en la quinta de San Isidro, en la que Moura y Leonardo pincharon la Puerta Grande

Joao Moura, que firmó su mejor tarde en Madrid, se adorna con un desplante en su toro Foto: EFE
Joao Moura, que firmó su mejor tarde en Madrid, se adorna con un desplante en su toro Foto: EFElarazon

Las Ventas (Madrid). Quinta de San Isidro. Toros de Fermín Bohórquez, de correcta presentación. El 1º, manso y aquerenciado; el 2º, manejable, aunque le faltó transmisión; el 3º, de poco celo, se terminó rajando; el 4º y el 5º, nobles y con buen tranco; el 6º, buen toro, con codicia, ritmo y transmisión. Más de media entrada.

Martín Burgos, rejonazo (oreja).

Rui Fernandes, pinchazo, rejón trasero y caído (saludos).

Joao Moura, buen rejón, aviso, decabello (saludos).

Leonardo Hernández, tres pinchazos, medio rejón caído (saludos).

Andrés Romero, rejón de efecto fulminante (oreja).

Joao Telles, que confirmó alternativa, dos pinchazos, medio rejón, avido, cuatro descabellos (silencio).

El primer espectáculo de rejones trajo las dos primeras orejas de este San Isidro en una tarde en la que, sin embargo, las dos mejores actuaciones -Joao Moura y Leonardo Hernández- se quedaron sin recompensa... Puerta Grande al limbo en ambos casos. Joao Moura dejó su labor más rotunda en Madrid. Mucho decir para un jinete que salió aquí a hombros en 2012. El luso estuvo convincente y muy templado con un noble «murube» al que pegó ajustados cambios de pista sobre «Colombo». Auténticos muletazos a caballo. Creció aún más el interés con «Cheqmat», tordo lusitano con el que cosió las embestidas al milímetro toreando de costado y batiendo al pitón contrario. Hundió el rejón entero, en el sitio, pero se «amorcilló» el toro. Se tragó la muerte y, con sus dudas a usar el verduguillo -enfriado el tendido-, los premios, porque era faena, de trofeos. En plural. Dos pudo cortar también Leonardo del noblón quinto. Tiró de galones en su cuadra para formar un lío a lomos de «Despacio», «Sol» y «Xarope». Quebró con el primero en un palmo de terreno y ofreció los pechos, muy templado, con el segundo. Luego, con el albino puso la rúbrica con un carrusel de cortas al violín. Pero pinchó por tres veces y todo quedó en saludos.

Se dejó crudito Raúl Martín Burgos a su toro. Un solo rejón de castigo, que cayó en los blandos, antes de llevar a cabo una labor en la que destacó a lomos de «Chambao», templando mucho en el toreo a dos pistas. Los pitones del toro, cosidos a la grupa. Clavó reunido el par a dos manos sobre «Zimbro» y una corta al violín invertido sobre «Añaña», que terminaron de convencer al tendido de la solvente actuación de un centauro muy curtido en el escalafón, que sigue manteniendo una enorme facilidad para llevar al tendido. El rejón, muy bajo, fue de efecto fulminante y asomaron los pañuelos. Así, la primera oreja de este San Isidro 2018, tras la cacicada del día anterior a Fortes, fue para Martín Burgos. El otro trofeo fue Andrés Romero, que rejoneó con efectismo y mostrando la doma de su cuadra a un bravo sexto, que tuvo transmisión y ritmo. Buena materia prima que el andaluz aprovechó en una labor con altibajos, de menos a más, en la que destacó sobre «Cabul» y «Chamán». El rejón, efecto fulminante, puso la oreja en su mano.

Le costó encelar a Rui Fernandes al tercero. Salió a su aire y enterándose el «murube». Cogió algo más de celo, aunque le faltó raza y terminando rajándose, a medida que avanzó su lidia, cuya columna vertebral corrió a cargo de «Artista». Con el castaño dejó buenos garapuyos tras batidas que tuvieron el preludio de un vistoso balancín que caló en el tendido. El pinchazo previo al rejón trasero y caído hizo que la petición del trofeo fuera testimonial. Saludos. Joao Telles confirmó ayer en Madrid. Quiso arriesgar en tarde tan importante y pisó terrenos muy comprometidos ante un manso, que barbeó desentendido. Así en las querencias del toro llegó la cornada a «Guardiola» en los cuartos traseros. Más sosegado con el paso de la lidia, las mejores farpas llegaron sobre «Ecuador», quebrando muy en corto, ya con el toro más aplomado. Se le atragantaron los aceros y fue silenciado.