Feria de Bilbao

Juan del Álamo, oreja y torería por arrobas

Tercer trofeo en otras tantas tardes en Madrid del charro; digna confirmación de Lamelas, herido en la bolsa escrotal

Largo y encajado derechazo de Juan del Álamo al segundo de Montalvo
Largo y encajado derechazo de Juan del Álamo al segundo de Montalvolarazon

Las Ventas (Madrid). Festividad de la Virgen de la Paloma. Se lidiaron toros de Montalvo, bien presentados. El 1º, encastado; buen toro, con transmisión; el 2º; el 3º, manejable; 4º y 5º, deslucidos; el 6º, noble a menos. Un cuarto de entrada.

Alberto Lamelas, que confirmó alternativa, de blanco y oro, pinchazo, estocada trasera (saludos); bajonazo (vuelta al ruedo).

Juan del Álamo, de celeste y oro, buena estocada (oreja); pinchazo, buena estocada (saludos).

López Simón, de turquesa y oro, aviso, pinchazo, bajonazo (saludos); estocada (saludos).

Parte médico de Alberto Lamelas: «Herida por asta de toro en la región escrotal izquierda, de 10 centímetros, que interesa la piel y el tejido celular subcutáneo; puntazo corrido en región dorsolumbar». Pronóstico: «Leve».

Fecha taurina, y madrileña, por excelencia, el 15 de agosto volvió a convertirse ayer en un rosario de toreros vestidos de luces, furgonetas en ruta devorando kilómetros a toda prisa y sueños de gloria sobre el albero. Uno de ellos tuvo como protagonista a Alberto Lamelas. En Madrid. Tarde soñada de la confirmación. Años de espera. Había gustado en Valdemorillo en los albores de la temporada. Vida y media desde entonces. Para dos tomos de enciclopedia. Pese a ello, el jiennense quedó en el cajón del olvido. «Cortador» fue el toro de la ceremonia. Animal muy encastado, aunque siempre con un molesto y desconcertante gazapeo. Lamelas echó la moneda al aire y tragó lo suyo en cada embroque. Hubo dos buenas series en redondo, ligadas, con el colorado haciendo el avión cada muletazo. Muy humillado. El hocico, por la arena, devorando las telas. No hubo tanto acople al natural y la faena no terminó de romper con el toro cada vez haciendo más hilo. Presentimos la voltereta y no tardó en llegar. En una de sus embestidas, se le quedó debajo y lo levantó de manera espectacular. Cornada de 10 centímetros en la bolsa escrotal. Y dando gracias. Por fortuna, en la caída, el pitón, que había resbalado por la barriga, no hizo carne. Tras despacharlo, pasó a la enfermería.

Otro de esos sueños de 15 de agosto tuvo a Juan del Álamo de protagonista. Aunque lo suyo este año es más bien una nube. Y allí vive instalado. Qué claridad de ideas. Qué seguridad. Qué bien con el capote. Y qué torería con la muleta. Había mecido bien el capote en los de recibo. Tomó la franela para fajarse en doblones llenos de sabor. Precioso comienzo para sacarlo a los medios. Allí, planteó una faena maciza, rica en argumentos, de torero capaz. Series cortas, cuatro y el remate, preciosos por bajo, dejando la muleta siempre puesta a un toro con movilidad y transmisión. Sin perder pasos y muy encajado, tiró de riñones y de temple para pegar derechazos muy profundos. Larguísimos algunos. Enganchando delante y llevando hasta el final la embestida. Misma intensidad por la izquierda, pasando los pitones bien cerca. El tendido, entregado, paladeó su faena y se relamió aún más con un final excelso. Ayudados, trincheras y demás adornos antes de volcarse sobre el morrillo para rubricar con una estocada algo tendida, pero de efecto fulminante. Oreja sin discusión. La tercera, en otras tantas tardes en Madrid este año. Momento dulce para un torero que está para disfrutar de él. Con la Puerta Grande entreabierta, persiguió la gloria y recibió con una larga cambiada al cuarto, pues se había corrido turno para dar tiempo a Lamelas. No fue su primero. Tan protestón como insípido, el salmantino le buscó las vueltas por ambos pitones e incluso acortó las distancias con circulares y ceñidas manoletinas, pero no hubo manera. Saludo una cálida ovación.

López Simón, que se hizo notar en un quite por tafalleras al segundo, saludó sendas ovaciones. Puso empeño y ganas toda la tarde. Una vez más supo meter rápido al público en faena iniciando el trasteo al tercero de hinojos. Templado y en redondo. Vibrante arranque que contagió a una labor presidida por la quietud. Firme. Economía de movimientos que le costó una tremenda voltereta. Por los aires. Costalada de aúpa, pero sin consecuencias. Mal con la espada se esfumó un balance mejor. Despachó mejor al voluminoso quinto, que prendió muy feo del pecho al banderillero César del Puerto. Para él, fue el brindis. Luego, el de Montalvo se aplomó demasiado pronto y sólo le permitió tirar de valiente actitud.

Salió de la enfermería Lamelas para pechar con un sexto noblón, pero a menos. A su aire, le fue robando los pases hasta terminar entre los pitones con un sincero arrimón. Labor tesonera que no rubricó con la espada. Vuelta al ruedo y dignísima confirmación para seguir en busca del maná de los contratos.

Ese tesoro soñado que pide a gritos Juan del Álamo. Tres orejas, tres. Da gusto verlo.