Pamplona

La vida en blanco y rojo: Los cocineros

Preparación de un asado por parte de una de las peñas de Pamplona / EFE
Preparación de un asado por parte de una de las peñas de Pamplona / EFElarazon

Un lunes 9 de julio es también el día en que muchos hosteleros del país descansan y se acercan a San Fermín. El día de la hostelería es un día de transición en las etapas fiesteras de esta inagotable secuencia de felicidad que son las fiestas de Pamplona. Por la mañana, en La Mañueta, con los Elizalde, los almuercicos, y en el apartado de los toros uno puede encontrarse cada año al inagotable Sacha, al incombustible Juan Mari Arzak, a la pareja magnifica de baile del Ganbara donostiarra, como son Amaia y Amaiur, madre e hijo depositarios de la mejor barra del mundo. Mañanas luminosas donde también se escapa el talento inagotable de Andoni Luis Aduriz, con su dama de Orio asalta con su mirada transparente y cerebral el serial pamplonés.

Pamplona es el momento también de la gastronomía que integra la trilogía mágica y estelar del Europa, Alhambra y la casa de los Rodero. Aquí acuden en peregrinación muchos genios de la chaquetilla y tantos gourmets que saben que a Pamplona se viene a bailar, a cantar, pero sobre todo, a comer y beber. Tanto como las meriendas de magra con tomate, menestras o todo tipo de guisos que disfrutamos en sol, frente a la soledad elegante de los tendidos de sombra. Día de cocineros, y de algunas vagabundas como Stefanía Giordano, jefa de sala del Nerua bilbaíno que debutan en la turbamulta follonera del 7. Ser cocinero, como los hermanos Sandoval, que son ya clásicos en la ciudad, y no pasar por Pamplona en julio es un pecado.