Badajoz

Por fin una izquierda de Maravilla

Gran debut de los cuatro novilleros y de El Juli como ganadero con el indulto del séptimo, «Corremantas»

Garrido y Posada de Maravillas salen a hombros junto al mayoral de El Freixo
Garrido y Posada de Maravillas salen a hombros junto al mayoral de El Freixolarazon

Olivenza (Badajoz). Segunda de la Feria del Toro. Se lidiaron novillos de El Freixo, muy bien presentados y de buen juego. Destacó el 7º, de nombre «Corremantas», indultado; y el 2º, con mucho picante. Media entrada.

Miguel Ángel Silva, de azul y oro, estocada (oreja); dos pinchazos (ovación). José Garrido, de vino tinto y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja). Posada de Maravillas, de espuma de mar y oro, estocada (dos orejas); indultado (dos orejas y rabo simbólicos). Lama de Góngora, de purísima y oro, estocada caída (oreja); cuatro pinchazos, estocada (ovación).

Saludaron los banderilleros Fini, en el segundo; y Manuel Larios y Manuel Izquierdo en el sexto.

La grandiosa sorpresa de la desapacible mañana estuvo protagonizada por Posada de Maravillas, un espigado jovenzuelo, nieto del crítico y matador de toros Juan Posada, que torea con la izquierda de forma portentosa. Ofreció un recital de toreo por esa mano enchufada al corazón que es, donde dicen, están los cortijos y el caché. Desde que salió el séptimo, un precioso colorado, prieto de carnes y descolgado, hubo conjunción entre el chaval y el utrero. El toro tiene su órbita y el torero la suya y si entre ambas brota la armonía, si se compenetran los astros, surge la fusión del toreo líquido, caro, pulcro, puro e imperecedero. Quieta la planta, las muñecas rotas, los riñones encajados y el pulso al ritmo que marcaban las musas del toreo; así se puso en el centro del albero Posada de Maravillas por el pitón izquierdo. Dibujó, esculpió y cinceló unos naturales portentosos, de una expresión arrebatada y largos como un novelón del siglo XIX. Cada natural que desgranaba era un desafío a las normas clásicas de la física. Parecía imposible que templara en tan corta distancia, que lo llevara embebido con tanta precisión, que se arrebujara con tanta clase, que lo rematara de forma tan inverosímil detrás de la cadera. Las tandas se sucedían entre el rugir de un público, que gritaba, braceaba y aplaudía preguntándose si ese chiquillo estaba debutando con picadores. Sus buenas aptitudes no fueron un espejismo porque si en el primero, mediada la faena, recetó dos tandas zurdas impecables, en el segundo de su lote fue el delirio. Está verde, le queda por aprender la técnica y los resortes de las distancias, pero cuando le salga el de la embestida dulce, acaba con el más pintado. Y es lo que tiene la expresión y la clase, que son tremendamente peligrosas.

Gustó el valor estoico y sereno de José Garrido. Está cuajado y toreó con mucho mando por ambos lados. Destaca su compostura con la zurda. Sabe dejarle muerta la muleta en el hocico a los utreros y engancharlos muy adelante. Con un leve toque de muñeca los hechiza, los seduce y se los enrosca. Ante el segundo de la mañana, un novillo picantón y rebrincado, demostró que le sobran arrestos, pues se pasó los pitones por los alamares con una tranquilidad espeluznante.

Lama de Góngora tiene perfume sevillano, aromas del sur, empaque del caro. Y una izquierda muy apetecible, sabrosa y poderosa. No tuvo en el surte en el lote, pero no se amilanó y supo mantener la calma y la mente despejada tras la lección de sus dos compañeros. Además maneja el capote con mucha soltura e interpretó las chicuelinas de manos bajas más cadenciosas que se hayan visto en toda la mañana. No acertó con el estoque y se fue andando, pero en su debut dejó el listón muy alto.

Miguel Ángel Silva reaparecía tras su grave percance y debutaba. No lo acusó y se fue a la puerta de los chiqueros en su primero para aguantar una insoportable espera. Luego estuvo decidido queriendo toda la tarde y con un valor silencioso que debe tenerse en cuenta. Sus pases de pecho son largos como túneles y su embroque tiene enjundía sobre todo con la mano diestra. Algunas de sus tandas tuvieron mando y compás.