Toros

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Ventura bate un récord

Cortó dos orejas que le valen su decimoquinta puerta grade en Las Ventas. Una oreja paseó Leonardo Hernández

Diego Ventura poniendo banderillas a lomos de «Nazarí», figura estrella de su cuadra. Foto: Rubén Mondelo.
Diego Ventura poniendo banderillas a lomos de «Nazarí», figura estrella de su cuadra. Foto: Rubén Mondelo.larazon

Las Ventas (Madrid). Decimotercera de San Isidro. Casi lleno. Se lidiaron toros de San Pelayo, de poca entrega, siendo los de mejor segundo y quinto.

Diego Ventura, rejón, (oreja); dos pinchazos, rejonazo, (silencio); rejón, (oreja).

Leonardo Hernández, dos pinchazos y rejonazo (palmas); dos pinchazos, rejonazo trasero (silencio); pinchazo y rejonazo (oreja).

Se abrochó el primer tercio, más o menos, de esta larguísima feria de San Isidro con un invento que para los amantes del toreo a caballo es todo un verdadero aliciente: un mano a mano entre dos de los más destacados rejoneadores de ahora mismo, como lo son, qué duda cabe, Diego Ventura y Leonardo Hernández. Una fórmula en la que la competencia se sublima al máximo y que para el espectador ofrece, al margen del espectáculo artístico, la lucha directa entre dos de los líderes del escalafón. Un cartel, además, que se repite en el ciclo isidril tras el éxito obtenido el pasado año, cuando ambos se midieron sin tercero en discordia con triunfo y salieron a hombros tras repartirse cinco orejas de toros de Niño de la Capea.

También ahora sirvió los toros Pedro Gutiérrez Moya, que trajo una corrida con el hierro de San Pelayo, con mucha romana y comportamiento desigual que no en todos los casos puso las cosas fáciles a los de a caballo y a punto estuvo de estropear la fiesta. Distraído y parado el primero; a más el segundo; sin entrega el tercero; manso el cuarto; manejable el quinto y a la defensiva el sexto.

Diego Ventura, que suma con esta 24 tardes en Madrid desde que, el 3 de junio de 2000, confirmó su alternativa, y desde entonces, había conseguido un total de 40 orejas hasta ayer. Pero ya tras acabar con su primero sumó otra. No fue fácil el del Capea, que tendió a ir por delante del caballo y acabó parándose. A lomos de «Nazarí», yendo al pitón contrario y dando la ventaja a su oponente, banderilleó con tanta eficacia como brilló, redondeando su turno con las cortas antes de acabar con un certero rejonazo que le valía su oreja número 41.

Su segundo resultó complicado, embistiendo a arreones y oleadas, tardando Ventura en encontrar terrenos propicios. Toro con volumen y kilos al que tramitó en el primer tercio con un único rejón de castigo y que no se acabó de entregar pese al empeño de su matador.

No quiso dejar pasar la ocasión de conquistar otra puerta grande y recibió a portagayola al quinto, torazo de casi setecientos kilos, al que hizo galopar con la garrocha y anular su querencia a tablas. De nuevo con «Nazarí» le llevó a dos pistas fijándole ya definitivamente en el caballo. A partir de ahí ya sólo él fue quien tuvo el mando de la situación, poniendo en pie a la gente con las piruetas que hizo interpretar a «Bombón», amarrando un triunfo que le suponía su cuadragésimosegunda oreja y salir a hombros por la Puerta Grande de Madrid por decimoquinta vez, superando así a Santiago Martín «El Viti», que lo hizo en catorce ocasiones.

Tampoco es desdeñable el palmarés de Leonardo Hernández en la Monumental madrileña, donde ha conseguido 20 orejas en la última década. Justo de fuerzas y desentendido su primero, todo lo tuvo que hacer él para meter al toro en la pelea y calentar al público clavando las cortas montando a «Xarope», perdiendo su premio al pinchar.

El cuarto salió barbeando tablas y buscando la huida hasta que saltó al callejón. Se dolió al sentir los hierros, evidenciando su condición y poniéndose casi imposible para su lidia, obligando al joven Leonardo a demostrar su capacidad y recursos para poder sacar algo en claro, siendo lo mejor de su faena un par a dos manos y las cortas. Pero volvió a fallar con el rejón de muerte.

Mal se le pusieron las cosas cuando el sexto salió también suelto y apretando a la defensiva y buscando el refugio de las tablas. Aceptó la lidia en esos terrenos hasta encelarle para sacarle luego a los medios, donde a base de arrojo y exposición, fue sacando una labor entregada y meritoria, siempre in crescendo que le valió una muy justa oreja. La vigesimoprimera. Tampoco está mal...