Pamplona

Víctor Navas: «Se debería respetar más al toro durante la carrera»

Miembro del equipo de pastores del encierro de Pamplona

Víctor Navas, pastor del encierro de Pamplona
Víctor Navas, pastor del encierro de Pamplonalarazon

Los pastores son los guardianes del toro, los que velan por su integridad y protección durante las fiestas de San Fermín. Su labor es constante y durante las 24 horas del día. Los vemos cada mañana en los encierros cuidando al toro durante la carrera, pero su labor trasciende más allá del encierro: vaquillas, enchiqueramientos, encierrillos, corridas... Con una mirada son capaces de descifrar un mensaje entre la muchedumbre y el ruido. Auténticos conocedores del toro bravo.

-¿Cuántos años lleva involucrado en los encierros de San Fermín?

-11 años. Soy el pastor más joven y el que menos tiempo lleva en esto.

-¿Cómo le surge la afición por el toro?

-Llevo desde los 11 años en este mundo. Desde pequeño tenía muchísimo miedo. La afición me surge en las capeas de los pueblos cuando empezaba a trastear con las novillas. A medida que me empezaron a gustar más, ya empecé a ir a sitios más importante y a moverme por la zona de Navarra y La Rioja. También he participado en concursos de anillas y de recortes, y como banderillero, aunque decidí dejarlo porque era incompatible con el trabajo. Ahora me dedico también a recrear la escena de cuando los toros entraban con los caballos hasta la plaza cruzando todo el pueblo.

-¿A qué se dedica el resto del año? ¿Está en contacto con el toro?

-Tengo una ganadería de reses bravas y vacas avileñas. Casi todos los pastores estamos relacionados con el mundo del toro. No de forma directa, pero sí indirectamente. No vivo de ello. Es otro trabajo complementario a la vida cotidiana. De todos los que estamos aquí, cada uno de dedica a una cosa: pescadero, obrero, empresario, camionero, funcionario... Yo trabajo en un hospital, además de director de lidia en varios municipios.

-¿Cómo le surge la oportunidad de ser pastor?

-Cuando me llamaron dije que no. Para ser pastor no hay que saber únicamente estar delante de la cara del toro, tienes que saber estar en momentos de muchos riesgo, no ponerte nervioso, mantener la calma y sacrificarte en no salir porque allí se trabaja las 24 horas con el toro. A mí eso no me gustaba. Prefería ir a pasar el día con los amigos. Nunca soñé con ser pastor de San Fermín. Pero desde la organización insistieron en que no desaprovechase la oportunidad y, fue tal la insistencia que probé, y me gustó. Me agradó más el compañerismo que hay dentro que todo lo demás.

-¿Cuántos formáis el equipo de pastores?

-Estamos 11 personas, de las cuales, 10 somos pastores y, luego está Jesús, que es el más antiguo y que se encuentra en la plaza de toros coordinando todo. Tiene setenta y tantos años, y lleva más de cincuenta involucrado en los encierros de Pamplona.

-¿Cómo os coordináis dentro del encierro?

-Hay unas pautas establecidas de comportamiento para actuar en diversas situaciones, aunque luego, cada uno tiene que actuar dentro del encierro de la forma más apropiada, porque una vez que estás en carrera, nadie te manda, tienes que tomar decisiones al momento.

-¿Cómo os comunicáis durante la carrera?

-Con una mirada nos decimos todo. Hay muchos factores que pueden distraerte pero hay que estar siempre pendientes de los compañeros y de su señal.

-Antes de ejercer como pastor, ¿ha corrido usted los encierros de Pamplona?

-Sí, pero en muy pocas ocasiones. El estar de frente de un animal no me da miedo, pero el correr el encierro y no poder decidir lo que vas hacer porque hay mucha masificación y tienes que depender más de la gente que del propio toro, eso me pone los pelos de punta. Yo iba a Pamplona entre semana. Mi experiencia no fue buena como corredor. No me metía a buscar toro.

-¿Con qué ganadería ha pasado más miedo?

Con el hierro de Cebada Gago. Es una de las ganaderías más fuertes que ha pisado Pamplona.

-¿En qué tramo del encierro sale a la carrera?

-En la calle Estafeta. Nada más pasar la curva de Mercaderes.

-¿Qué diferencia hay entre los encierros de Pamplona y el resto?

-La masificación. También el toro, porque el que va a Pamplona no va a ningún sitio, pero si fuese, no sería igual. El encierro de San Fermín es una fiesta sin igual. No hay otra.

-¿Cree que el encierro perjudica de alguna manera al toro de cara a la corrida?

-No. Al contrario. Creo que lo beneficia. Ahora se caen muchísimo menos los toros, porque se les lleva a unos tauródromos donde se les ejercita corriendo varios kilómetros dependiendo al sitio donde estén destinados. Son auténticos atletas.

-El año pasado vivimos un hecho insólito con el toro de José Escolar que se volvió a los corrales, ¿cómo vivió ese momento?

-Yo estaba después de la curva de estafeta, vi pasar los toros y fui a salir, pero faltaba uno. Mi compañero me hizo una señal con la vara de que no venía el otro compañero y, ya desde un balcón me gritaron: ¡Víctor, hay un toro que se ha dado la vuelta! Entonces yo me bajé para los corrales y el animal estaba allí y se decidió cerrarlo. Yo me subí a la plaza a soltar las vaquillas y cuando se terminó, hicimos un «encierrillo» a la inversa para luego trasladarlo a los corrales de la plaza. La gente que estaba en la plaza ni se enteró. Todo trascurrió con mucho normalidad.

-¿Quién es el que toma en ese momento la decisión de abrir o cerrar la puerta?

-Hay una mesa del encierro en la que se hablan estas cosas. Si el toro no sube a la segunda o tercera vez hay que hacer todo lo posible para velar por la integridad de las personas y segundo por la del animal, ya que por la tarde va a ser lidiado en la plaza.

-¿Cree que el antideslizante supuso un antes y un después en los encierros de Pamplona?

-Sí, por supuesto. Los toros si no hubiese antideslizante se caerían muchísimo más, solo hay que remontarse a encierros pasados en los que no se aplicaba. Además, también es una medida de seguridad para los corredores, te asientas mejor al piso y se corre mejor.

-¿Se respeta al toro durante la carrera?

-Se debiera de respetar más.