Ocio

Series

Mucho más que Julia Roberts

«Homecoming», el debut televisivo de la estrella de «Pretty woman», es un absorbente thriller que evoca las intrigas conspiranoicas de los años 70.

Julia Roberts es Heidi Bergman en la serie de Sam Esmail para Amazon
Julia Roberts es Heidi Bergman en la serie de Sam Esmail para Amazonlarazon

«Homecoming», el debut televisivo de la estrella de «Pretty woman», es un absorbente thriller que evoca las intrigas conspiranoicas de los años 70.

Sobre el papel, «Homecoming» parece ser el típico producto televisivo grande y aparatoso y convencido de su propia importancia. Se trata de un thriller conspiranoico, protagonizado nada menos que por Julia Roberts, que avanza dando saltos entre distintos tiempos narrativos y se centra en una infame trama corporativa para ayudar a veteranos de guerra aquejados de trastorno de estrés postraumático. Lo cierto, sin embargo, es que es una serie sorprendentemente modesta en la que no hay alardes de violencia ni más que unos pocos personajes, y que transcurre a través de conversaciones y no de secuencias de acción. Todos los episodios, dirigidos por Sam Esmail, duran unos 30 minutos, y a medida que se suceden el relato se vuelve cada vez más intrigante, al tiempo que desentraña un misterio formado por pistas complejamente relacionadas.

Roberts interpreta a Heidi Bergman, una trabajadora social que, en 2018, es la administradora principal de un proyecto que en teoría asiste a los ex soldados a readaptarse a la vida civil. Uno de estos jóvenes es Walter Cruz, que se sincera con Bergman acerca de su experiencia en el ejército y coquetea algo con ella; ella se deja coquetear. Su jefe es un tirano pringoso llamado Colin Belfast (Bobby Cannavale), ambicioso empleado de la multinacional Geist Corporation.

Paralelamente, una segunda narración transcurre cuatro años adelante en el tiempo. En ella, Heidi es una camarera. Un día se acerca a ella un empleado del Departamento de Defensa que investiga un asunto turbio relacionado con el proyecto Homecoming. Ella asegura no recordar nada al respecto, y es cierto: por algún motivo, ha perdido buena parte de su memoria. Entonces, poco a poco, la mujer empieza a investigar su propio pasado, tratando de averiguar qué sucedió exactamente.

Personaje discreto

A medida que vamos conociendo más sobre el lugar de trabajo de la protagonista, más claro queda que algo siniestro está sucediendo allí, y «Homecoming» poco a poco va convirtiéndose en una intriga en la línea de películas de los 70 como «Los tres días del cóndor» y «El último testigo». Esmail, eso sí, se muestra menos preocupado por el misterio –en última instancia menos complicado de lo que su apariencia sugiere–, que por los personajes que forman parte de él y en especial, obviamente, por Heidi.

En su piel, Roberts se muestra del todo efectiva mostrándose confiada y genuinamente confundida a menudo de forma casi simultánea. El suyo es el retrato de una mujer cuyas ambiciones han empañado sus buenas intenciones y han pervertido sus acciones. Heidi se convence a sí misma de estar haciendo un trabajo útil, pero eso requiere de ella que no vea ni escuche todas las cosas que revelarían la verdad. Resulta llamativo que, para debutar en televisión, la actriz haya escogido un personaje tan discreto.

Esmail, en cambio, de discreto no tiene nada. Es uno de los directores con más estilo de la pequeña pantalla, en parte porque le encanta llamar la atención sobre sí mismo. Aquí recurre frecuentemente a las composiciones agresivas, los planos-secuencia y las pantallas partidas, y por momentos sus elecciones estilísticas llegan a caer en el exceso decorativo. En todo caso, eso sí, contribuyen a generar tensión. Gracias a Esmail, hasta los espacios de oficina minimalistas y las comidas en grupo pueden resultar increíblemente inquietantes.

El director ya ha dejado clara su capacidad para generar atmósferas a lo largo de las tres temporadas de «Mr. Robot», con la que «Homecoming» comparte varias cosas: también escenifica una batalla entre el individuo y la corporación, y acarrea un mensaje necesariamente anticapitalista; también exuda paranoia y desconfianza tanto frente a la tecnología como contra las grandes instituciones. Y también, a su manera, trata de jugar con nuestras mentes en el proceso. Lo mejor es dejarse hacer.