Viajes
Bestiario español: un viaje tras los monstruos de nuestro país
No hace falta viajar a destinos exóticos en busca de amplias bocanadas de fantasía popular; en España estamos bien servidos
Yo no sé si me atrevería a viajar por el reino de Castilla o de Aragón en el medievo. No creo que hubiese tenido las agallas para atravesar bosques y caminos no solo plagados de criminales de todos los pelajes, sino repletos de criaturas crueles y fantásticas con las que no habría tenido ninguna opción. No, lo mejor en estos tiempos era quedarse tranquilo en casa. Tomarse las cosas con calma y no viajar demasiado. Solo ha sido una suerte para nosotros que los monstruos y criaturas fantásticas que pululaban nuestra tierra murieron, desaparecieron, fueron olvidados, sus nombres se esfumaron. Algunos fueron asesinados por valientes lugareños. Pero todavía queda el recuerdo de ellos. Caray, puede que todavía quede alguno suelto y no nos hayamos enterado.
Por si las moscas lo mejor sería tener a mano esta pieza cuando viajemos a lugares confusos, así sabremos reconocer rápidamente al animalejo que nos encontremos y tendremos una oportunidad para escapar con vida. Menos cuando encontremos una horpí. En cuyo caso deberíamos arrancarle la piedra que guarda en los sesos y metérnosla de inmediato en la boca.
Juancaballo
Si paseando por Sierra Mágina (Jaén) el lector llegara a toparse con una criatura mitad hombre y mitad caballo - parecida a los centauros - no dude que se encuentra cara a cara con Juancaballo. Una bestia peligrosa que detesta la luz del día y gusta de habitar en cuevas oscuras. Utiliza las grutas ocultas de la serranía para desplazarse de un lugar a otro y su cariño hacia los humanos, digamos, es relativo. Ya lo dijo el escritor Antonio Muñoz Molina en su novela El jinete polaco: “en la Sierra [Mágina] vivían unas criaturas mitad hombre y mitad caballo que eran feroces y misántropos y que en los inviernos de mucha nieve bajaban al valle del Guadalquivir exasperadas por el hambre y no sólo pisaban con sus cascos equinos las coliflores y las lechugas de las huertas, sino que llegaban al extremo de comer carne humana”.
En la población de Úbeda el terror por los Juancaballo era tal, que todavía hoy puede advertirse una representación de la criatura en la fachada de la Sacra Capilla del Salvador. Los lugareños de la época pensaron que representar al Juancaballo en su sitio más sagrado protegería a los niños y los inocentes de la glotonería de la bestia.
El Colacho
Por el norte de Castilla y León, especialmente en la provincia de Burgos, el Colacho anda suelto. Todavía. Esta criatura con aspecto humano pero cubierto de pelo y empuñando unas garras pavorosas vive en lo alto de los árboles y se alimenta de carne en exclusiva. Salta desde las copas de los árboles sobre sus presas, ya sean animales o humanas, y luego se deleita con ellas.
El Colacho tiene un pico por boca y de la cabeza le crecen cuernos de cabra. Es un demonio. Conocido por muchos gracias a la festividad burgalesa de El Colacho, donde los bebés nacidos durante el año se depositan en el suelo para que el demonio salte por encima de ellos en un espectáculo inquietante. Se cuenta que al saltar por encima de ellos, el Colacho absorbe los pecados de los niños y los purifica.
Martinico
Aquí encontramos una de las bestias más comunes en la mitología hispánica. El martinico, también conocido como duendecillo, es una criatura diabólica y alcahueta que pulula por los bosques de nuestro país. Francisco de Goya los representó en el grabado Duendecitos con las manos grandes y tremendo cabezón, mientras que Pedro Calderón de la Barca los definía como “frailes tamañitos” o “duendes capuchinos”.
Por lo general no son peligrosos. Suelen gastar bromas a las doncellas haciendo ruidos por los hogares y también son en extremo avaros, capaces de convertir el oro en carbón para llevárselo. Pero no son peligrosos. Tan solo molestos y maleducados. Aunque pueden encontrarse en Jaén y en Granada, los martinicos sienten una predilección especial por las llanuras de granito manchegas. Tanto en Villaluenga de la Sagra como en La Guardia, Cazalegas y Mondéjar pueden escucharse leyendas relacionadas con esta incómoda criatura.
Horpí
Quién encuentre una horpí podrá llamarse afortunado. Esta serpiente que puede alcanzar los dos metros y de fisionomía parecida al áspid, aunque sin ser venenosa, habita las zonas boscosas y pantanosas de Cataluña sin molestar a nadie. Los ruidos agudos la incomodan, en especial el de la flauta, y por lo habitual rehúye a los humanos. Sin embargo cuenta la leyenda que en los sesos de la horpí se encuentra incrustada una piedra verde que, de introducirse en la boca de un humano, provocará que este sea inmune a cualquier veneno conocido. Una herramienta útil, cuanto menos.
Lobo de Santiago
Este enorme lobo inmortal y con el pelaje blanco aúlla desde hace milenios por las tierras del norte peninsular. Existen dos leyendas que pretenden explicar la existencia de esta criatura. Unos dicen que se trata de un peregrino que asesinaron en el Camino de Santiago durante el medievo, resucitado por mediación de los arcángeles San Gabriel y Samael. Otros aseguran que se trata del mismísimo apóstol Santiago reencarnado. En cualquier caso no deberías preocuparte si te encuentras con un lobo albino mientras haces el Camino de Santiago. Lejos de atacar a los peregrinos, los protege de los maleantes y posibles peligros que puedan acecharle.
El coco
El asustador de niños por excelencia, la terrorífica historia que nos contaban nuestros padres para que nos fuéramos a dormir. Su cabeza con forma de calabaza da lugar a expresiones como “comerse el coco” o “estar mal del coco” pero su importancia radica en que su poder alcanza a toda la península, Portugal incluido, y no tiene reparos a la hora de llevarse consigo a los niños malos para devorarlos en la tranquilidad de su guarida.
El coco. Su mera mención provoca escalofríos en las almas más puras. Criaturas de su estilo son el Hombre del saco y Sacamantecas, ellos también se llevan a los niños malos que no se quieren dormir.
Silván
En la localidad de Tella (Huesca) todavía se susurra su nombre. Silván el gigante, un sucedáneo aragonés del yeti. Cuenta su leyenda que, hace no demasiados años, este gigante rufián tenía aterrorizada a la población de Tella, robaba ganado y asesinaba y raptaba a los inocentes por puro divertimento. Llegó incluso a secuestrar a una niña pastora llamada Marieta, cuya simbología se refiere a lo más puro e inocente que pueda existir, y la llevó como un saco de patatas hacia su cueva para obligarla a despiojarle. Asqueroso. Los valientes habitantes de Tella, que andan acostumbrados en los asuntos de magia y peligros, terminaron por hartarse de la criatura y pusieron en la entrada de su cueva un cuenco con leche envenenada. Glotón como era, Silván se la bebió de un trago y cayó seco al instante.
Pero Silván era una criatura de lo más astuta. Por tanto no podemos estar seguros del todo de su muerte. Lo mejor sería andarnos con ojo cuando paseemos por los Pirineo aragoneses.
Gailán
En Granada viven asolados por la bestia Gailán. Su cuerpo de gato, rostro de hombre, dientes de león y brillo astuto en las pupilas la convierten en una criatura terrorífica con la que nadie desea encontrarse. Un golpe con su cola produce el mismo dolor lacerante de un latigazo y, si bien asola granjas y sembrados y ganados, no mata para alimentarse sino por puro placer.
Se puede reconocer con facilidad. Por lo habitual camina a cuatro patas pero su inteligencia es tal, tomen nota, que también puede desplazarse sobre las dos patas traseras como hacemos los humanos.
El basilisco
Muchos lo conocerán por la película de Harry Potter pero debe decirse que su apariencia dista mucho de la que muestra en el cine. El basilisco real, el que puede encontrarse con relativa facilidad en Cantabria, se trata de un gallo con cola de serpiente y alas reptilianas. Utilizado como imagen de la muerte, el diablo, el Anticristo y el pecado, posee el poder de paralizar a cualquier criatura por el mero hecho de mirarla. Se cría en el estiércol y nace uno cada siglo, del cadáver de un milano que ha incubado un huevo negro.
Gaueko
Aunque puede encontrarse por todo el norte peninsular, la región favorita de este lobo enorme y negro es el País Vasco. Es una criatura cruel y sedienta de sangre. Capaz de transformarse en un viento gélido que aterroriza a los viajeros sin razón aparente. Debido a su naturaleza siente una predilección especial por relacionarse con brujos y brujas aunque - y esto debe saberse - si considera que un hechicero no le trata con el respeto que merece no dudará en devorarlo.
Su poder sobre la noche se resume en la frase que repiten aquellos que conocen su existencia: “Gaue, gauezkoenzat, era eune eunezkoentzat”. La noche para el Gaueko y el día para el día.
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