Atrás ha quedado ese Madrid vacío de verano. Hace algunos años, hacer planes en julio y agosto era impensable, y aunque es verdad que aún hay muchos espacios que cuelgan el letrero de vacaciones, otros aprovechan para disfrutar de la misma energía vibrante de la capital, pero con menos gente.

En Madrid ya no hay temporada baja, y contamos con espacios únicos como Cornamusa Cibeles, ideales para disfrutar de unos atardeceres madrileños que nos dejarán sin aliento. Ubicado en la sexta planta del emblemático Palacio de Cibeles, Cornamusa es mucho más que un restaurante con vistas: es una propuesta gastronómica mediterránea, actualizada, y respetuosa con el producto local. Su terraza se convierte en uno de los puntos clave para comidas y cenas, mientras hay menos aglomeraciones en la ciudad.

Cornamusa es ya una parada imprescindible para los amantes de la buena mesa en Madrid. Su nombre, lejos de ser casual, hace referencia al instrumento de viento presente en el logotipo de Correos, ya que el restaurante se ubica en lo que fue la antigua sede de la compañía postal. Cada elemento ha sido diseñado con intención: los uniformes evocan los trajes históricos de los carteros, el interiorismo utiliza materiales como el cobre —que marca visualmente el espacio—, y la propuesta gastronómica mantiene ese hilo narrativo en presentación y concepto. Hasta el modo de entregar la cuenta es parte del relato. El espacio representa una cocina honesta, basada en el detalle y en un servicio que combina autenticidad, calidez y una sofisticación que no necesita alardes.

La carta actual, elaborada por Manuel Berganza y Jesús Almagro, incluye platos como el arroz ahumado con queso Cabezuela, la corvina de Cádiz en mantequilla tostada, o el canelón de Pitu de caleya finalizado en cinco pasos delante del cliente. Desde lo más alto de Madrid, se deleitan sabores frescos para un clima que así lo exige. Además de una ubicación privilegiada, el restaurante hace una apuesta clara por la experiencia completa: cocina cuidada, técnica, sin excesos, pero con personalidad. Todo su concepto gira en torno a una narrativa bien ejecutada. Inspirado en la historia del edificio que lo alberga (la antigua sede de Correos), su interiorismo, los uniformes del personal y hasta la presentación de la cuenta, responden a una misma idea: coherencia y atención al detalle.

Espacios como Cornamusa Cibeles nos recuerdan que el verano en Madrid está de moda y también es sinónimo de lujo gastronómico, cuando se elige bien el lugar.