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Mas d’en Bruno: lujo silencioso entre viñedos del Priorat
En una masía del siglo XVIII restaurada con exquisito rigor, Gran Hotel Mas d’en Bruno ofrece una experiencia de cinco estrellas gran lujo donde diseño, gastronomía y vino se funden con la esencia del Priorat

Enclavado en pleno corazón del Priorat, donde los bancales escarpados definen la identidad de uno de los territorios vinícolas más singulares de Europa, se encuentra el Gran Hotel Mas d’en Bruno. Este establecimiento de cinco estrellas gran lujo ha conseguido integrarse en el paisaje como si siempre hubiese estado allí, respetando la arquitectura original de una masía del siglo XVIII pero dotándola de un interiorismo sofisticado, cálido y elegante. No se trata de un simple alojamiento, sino de una experiencia inmersiva que conecta con la historia, el vino, la gastronomía y la esencia del territorio.

Con solo 24 suites, cada una diferente, el hotel ha sido concebido con un nivel de detalle que responde a los estándares más exigentes del lujo contemporáneo. La madera, la piedra y los textiles nobles predominan en los interiores, conjugando modernidad y tradición. Las vistas, en su mayoría orientadas hacia los viñedos y la montaña, ofrecen una paz natural que difícilmente se encuentra en otros destinos. La Bruno’s Suite, la más exclusiva, supera los 140 metros cuadrados y cuenta con su propia terraza panorámica. Pero lo que diferencia a este hotel no es el tamaño de sus habitaciones, sino el diseño pensado para el descanso, la privacidad y el bienestar, siempre en sintonía con el entorno.

Gastronomía de cinco estrellas
En cuanto a la oferta gastronómica, el hotel ha hecho una apuesta decidida por convertir la cocina en uno de sus pilares centrales. Al frente del restaurante Vinum se encuentra el joven chef Josep Queralt, cuyo trabajo combina la técnica contemporánea con un profundo respeto por el recetario catalán y los ingredientes de proximidad. Cada menú degustación (tres, con opciones para omnívoros y vegetarianos) está concebido como un recorrido estacional por los sabores del Priorat y de otras comarcas vecinas, donde los productos del huerto del propio hotel se mezclan con carnes de ganaderos locales, pescados frescos de la costa tarraconense y vinos de bodegas seleccionadas.

Uno de los elementos más interesantes de la propuesta de Vinum es su vinculación con la historia gastronómica catalana. En homenaje al título otorgado a Cataluña como Región Mundial de la Gastronomía 2025, el chef ha creado un menú específico inspirado en el “Llibre del Sent Soví”, un recetario del siglo XIV que recoge las raíces de la cocina catalana. Este menú, de ejecución moderna, pero espíritu medieval, se sirve con una vajilla diseñada a medida para esta ocasión, y es un ejemplo brillante de cómo la alta cocina puede dialogar con el pasado sin caer en la nostalgia ni en el anacronismo.

Para quienes buscan una propuesta más desenfadada, el restaurante Tarraco ofrece almuerzos frescos y dinámicos junto a la piscina. Su carta incluye platos mediterráneos pensados para compartir: ensaladas con productos del huerto, tapas reinterpretadas con técnicas contemporáneas, arroces al punto, carnes a la brasa y pescados cocinados con hierbas del entorno. La cocina se adapta a la luz del día, a los momentos de descanso tras una cata o un tratamiento en el spa. Además, Bruno’s Bar y el Wine Bar permiten explorar una carta de cócteles bien elaborados y una selección de vinos que recorre las denominaciones más interesantes del entorno, con una evidente preferencia por las D.O.Q. Priorat y D.O. Montsant.
Tierra vinícola
El vino, como no podía ser de otro modo, es omnipresente en Mas d’en Bruno. El hotel organiza catas privadas en su vinoteca, visitas guiadas a bodegas emblemáticas de la zona y actividades como picnics en los viñedos, experiencias de vendimia o paseos en bicicleta eléctrica por los caminos rurales que surcan la comarca. También se ofrecen masterclasses de cocina y talleres de maridaje a cargo del propio equipo gastronómico. Para los viajeros que buscan una experiencia verdaderamente personalizada, existe la posibilidad de diseñar menús exclusivos, con maridajes de añadas singulares y presentaciones a medida.

El área de bienestar del hotel también merece una mención aparte. El spa, ubicado en lo que antiguamente fue un lagar, está completamente integrado en la arquitectura de la masía. Allí se ofrecen tratamientos faciales y corporales con productos como Natura Bissé o Foosh Beauty, una firma natural de origen catalán que utiliza ingredientes procedentes de la uva. Hay piscina interior climatizada, hammam, sauna, zonas de relax y cabinas para tratamientos individuales o en pareja. Todo está concebido para prolongar esa sensación de sosiego que impregna cada rincón del establecimiento.

Una estancia sublime
La experiencia Mas d’en Bruno se completa con detalles que demuestran una visión integral del lujo: biblioteca, anfiteatro al aire libre, tienda gourmet con productos locales, servicio de transfer privado, rutas de senderismo a medida, excursiones a pueblos medievales como Siurana o Escaladei y hasta vuelos panorámicos en helicóptero para descubrir la topografía dramática del Priorat desde el aire. Todo el personal está altamente cualificado, y el trato es exquisito, profesional y próximo, sin caer nunca en la excesiva formalidad.

Resulta muy, muy fácil alojarse allí y decir que es el hotel más bonito y relajante del planeta. La experiencia simplemente es prodigiosa, y es que Mas d’en Bruno no es un hotel para quien busca lo previsible. Es un destino para quienes valoran el lujo silencioso, el que no se anuncia con oropeles sino que se experimenta en la calidad de una sábana, en el punto exacto de cocción de un arroz, en la textura de una piedra bien colocada o en la pausa entre plato y plato. Un lugar que no impone su ritmo, sino que se adapta al del viajero, y que, lejos de imponer un guion, sugiere caminos por explorar.

En una época en la que el turismo de lujo corre el riesgo de convertirse en una repetición de fórmulas, Gran Hotel Mas d’en Bruno representa un modelo diferente: íntimo, atento, ligado al territorio y profundamente coherente con su entorno. Es, en esencia, la expresión más refinada del nuevo Priorat: un rincón del mundo al que uno siempre querrá regresar.
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