Escapada al Caribe
Miches: la joya esmeralda de República Dominicana
La parte más salvaje y virgen de la isla se esconde en este municipio costero de aguas cristalinas y playas de ensueño
esde lo alto de Montaña Redonda, la panorámica de Miches es simplemente espectacular. Playa Esmeralda se exhibe como una de las más vírgenes y exóticas que aún conserva la República Dominicana. Este municipio, ubicado en la provincia de El Seibo, en la región este del país, dentro de la llanura costera del océano Atlántico, es un paraíso sin igual. Y lo que es mejor: poco explotado turísticamente.
Así que, si lo que buscan son playas vacías e instantáneas para el recuerdo (y para generar un poco de envidia), este es su lugar. Cocoteros, montañas, cascadas, bosques tropicales y manglares conforman este enclave de suprema belleza natural.
Nuestro viaje, como decíamos, comienza en esta montaña de unos 300 metros de altitud a la que hemos llegado de la mano de Soltour, que –por cierto– está de aniversario: medio siglo siendo el turoperador independiente líder en España y Portugal, y el mayor experto en sol y playa del Caribe.
Desde esta atalaya se observa no solo la grandiosidad natural capitaneada por la kilométrica y salvaje Playa Esmeralda, sino también las fantásticas lagunas Redonda y El Limón. Unas vistas de infarto a las que decidimos añadir una dosis extra de adrenalina al lanzarnos por las tirolinas que descienden desde lo alto de la montaña y recorren gran parte del valle. Incluso hay una que se realiza en bicicleta sobre el cable, al más puro estilo acróbata. Anímense a probarla mientras avistan las lauras, una especie local de buitres que merodean por la zona. No hay peligro, que no cunda el pánico.
Zona exclusiva
Descendemos de las alturas y nos subimos a un barco para dirigirnos hacia una de las piscinas naturales más espectaculares de la región. Tras menos de una hora de navegación, llegamos a una zona del mar intensamente turquesa, donde nos reciben mantarrayas, peces multicolores y una fauna marina que disfrutamos mientras hacemos esnórquel. Solos. Sin aglomeraciones. La grandiosidad del mar es para nosotros.
Ese placer por lo inexplorado se repite en cada rincón de esta exclusiva zona de la costa dominicana. Aunque la playa más conocida sea Esmeralda –ideal para caminar sin mirar el reloj–, hay otras más pequeñas que no se quedan atrás en belleza. A los pies del hotel en el que nos alojamos, el Viva Miches by Wyndham, nos ofrecen la posibilidad de tomar un kayak y explorar calas recónditas. Lo hacemos, desafiando la brisa, y hallamos verdaderos tesoros naturales dignos de postal. Es más, para los aventureros que dominen la navegación, el hotel también dispone de mini catamaranes autodirigibles para ir de cala en cala.
Pero como es bien sabido, no todo en las Antillas es relax y desconexión. Es más, esta isla caribeña también lidera cuando se trata de planes festivos. Así que, después de una clase de yoga al amanecer en la playa del Viva Miches, emprendemos un viaje en autobús de poco más de una hora hasta la costa de Bávaro, en Punta Cana.
Allí nos embarcamos en una boat party para surcar, a ritmo de merengue y algún toque de ron, el arrecife del Cortesito y hacer una parada en la Piscina Natural Bávaro.
Sin duda, un contraste: del silencio de Miches al bullicio de Bávaro. Pero eso es lo maravilloso y fascinante de la República Dominicana: que en apenas unos kilómetros puedes pasar de la calma absoluta al desenfreno total.
Y como estamos de doble celebración (no solo Soltour cumple 50 años, sino que sus hoteles emblemáticos, los Bahía Príncipe, festejan su 30º aniversario), nos disponemos a brindar por ello. Nos hospedamos en el Luxury Esmeralda, parte del mayor complejo hotelero de la isla. Allí probamos propuestas culinarias exóticas –incluido un restaurante de cocina mongola, donde los ingredientes se trabajan al estilo tradicional, con espadas– y nos dejamos llevar por el son caribeño.
Cultura taína
Con energías renovadas tras Miches, nos lanzamos a un día intenso en el Domitai Park. Entre buggies por la selva, tirolinas y paseos a caballo, nos empapamos también del esfuerzo por la sostenibilidad y la valorización de las raíces taínas (la cultura primigenia de la isla) y tradiciones de esta perla caribeña. En Bahía Príncipe, de hecho, han implementado el programa Eco Bahía, enfocado en la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, mediante un trabajo divulgativo que busca enseñar a los visitantes a proteger y amar su entorno. Localicen las flores de bayahibe (la flor nacional) y lirios araña. Les encantarán.
Como últimos tips, no dejen de visitar la mítica Isla Saona y su fantástica Blue Lagoon (¿puede existir un agua más azul?). Y si quieren cerrar la fiesta por todo lo alto, vayan a Coco Bongo, mucho más que una simple discoteca. Por unos 90 dólares, la entrada les da acceso a un espectáculo total: ritmo caribeño, acrobacias, luces y un derroche de energía que hay que vivir en carne propia. Es difícil de explicar. Consejo: déjense llevar. La noche es larga y el ritmo eterno. En Dominicana, celebrar es un arte.