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Mons, la “capital” del arte de Valonia

Mons fue descrita por Victor Hugo como “una ciudad muy curiosa”. Quizás lo que el escritor pretendía decir es que Mons envuelve en una inquietud artística; no en vano se la conoce popularmente como la capital del arte de Valonia

La Grand Place, fachada del ayuntamiento
La Grand Place, fachada del ayuntamientolarazon

Mons fue descrita por Victor Hugo como “una ciudad muy curiosa”. Quizás lo que el escritor pretendía decir es que Mons envuelve en una inquietud artística; no en vano se la conoce popularmente como la capital del arte de Valonia. Sea como sea, el sonido de sus campanas, el trazado irregular de sus calles estrechas, e incluso sus típicas casas de ladrillo, están en perfecta armonía con edificios y monumentos componiendo todo ello una “obra” de valor incalculable. Mons es un reflejo de una Europa auténtica, hermosa y creativa, ávida de ser conocida.

Mons, el arte impregnó su aire

Hace apenas cuatro años, esta pequeña joya medieval, perteneciente a la región de Valonia, en Bélgica, salió del anonimato al ostentar la capitalidad cultural europea del 2015. El título supuso toda una renovación para Mons, situándola en el mapa turístico del viejo continente, y convirtiéndola en un destino de viaje en el que el arte invadía cada centímetro. De aquel año queda una imborrable huella: adoquines de colores en sus céntricas calles, ventanas que antaño fueron tapiadas y ahora están decoradas con pinturas que asemejan a cuadros expuestos al aire libre, restaurantes que exponen en sus paredes obras locales maridadas con productos de cercanía que hacen de su cocina una forma de sentir y de emocionarse, como en el establecimiento de Le La du Hautbois, en la rue du Hautbois, o en tiendas tan peculiares como MOSAIC, que vende algo más que artículos, pues alberga una asociación sin ánimo de lucro que ayuda a la integración de colectivos necesitados.

Por su atmósfera impregnada de arte, por sus esculturas y obras itinerantes, por su ambiente de estudiantes..., por todo ello y más, Mons es una ciudad vibrante ante la cual es imposible permanecer indiferente.

Una pinceladas a su arquitectura

En Mons, es como si la vida girara en torno a la Grand Place. En ella se levanta un imponente ayuntamiento de estilo gótico. Una de las singularidades de esta construcción es que tras su fachada se encuentra un bonito jardín que es un remanso de paz. Otra, es una pequeña figura de bronce del siglo XV junto a su soberbia puerta, conocida por Singe du Grand Garde, según la creencia quien acaricia su cabeza con la mano izquierda atraerá la buena suerte.

Por otro lado, estatuas, cuadros antiguos y manuscritos deleitan en un marco excepcional: la Colegiata Sainte-Waudru. Es de estilo gótico brabante, con espléndidas representaciones religiosas de alabastro y vidrieras de belleza indescriptible que datan del siglo XVI. Comenzó a erigirse en 1450 y su finalización superó los doscientos años. Tal vez ese largo periodo de tiempo fue el que hizo esta colegiata tan especial.

El Beffroi o campanario, conocido como “el catiau”, es Patrimonio de la Humanidad y se alza en un viejo parque de un castillo ya inexistente, quedando su torre a la vista tanto a norte, sur, este u oeste, sin importar desde que punto de la ciudad se mire. Hoy día, se puede subir por su interior en un ascensor para contemplar una panorámica de Mons inolvidable.

Estos edificios son los más icónicos, pero en cada rincón de esta urbe se halla algo que contemplar. Su enigmático encanto la hace fascinante.

Así es Mons

Un lugar que plasma su espíritu peculiar, es el Mundaneum. El Google de papel. Un espacio que reúne doce millones de fichas con referencias bibliográficas del conocimiento de la humanidad colocadas en miles de cajones de bellos armarios de madera de castaño. Llegaron a existir dieciocho millones en un proyecto que comenzó en 1895, cuya historia es la historia del mundo, un mundo representado en su centro con un gran globo terráqueo que domina la estancia y abruma por su significado haciendo reflexionar.

Y por último, a destacar como espacio de preguntas que hacen pensar, el Museo Mons Memorial. Una gran exposición permanente confronta con la historia militar de esta población desde la Edad Media hasta el siglo XX, centrándose en las dos guerras mundiales. Visitarlo es sumergirse en un océano de dudas existenciales que aparecen cuando se adquiere la certeza de que el ser humano es capaz de dañar. Al recorrerlo despierta, al igual que el arte, sentimientos y emociones que nos cambian sin poderlo explicar.

Así es Mons, algo más que una pequeña ciudad. Se podría definir como un diamante en bruto, que no necesita ser pulido, porque su brillo captura la “curiosidad”; aquella que llamó la atención de Victor Hugo.

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