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Un nuevo Sotogrande a los pies del Almanzor

Un nuevo Sotogrande a los pies del Almanzor
Un nuevo Sotogrande a los pies del Almanzorlarazon

Si el ex primer ministro británico John Major volviera a enamorarse del pueblo de Candeleda, donde tiene una calle con su nombre, no hay duda de que se alojaría en casa de Íñigo Moro Peralta. La finca Candelaria Experience es más que lujosa: es un lugar con clase. Situado en el valle del Tiétar, a los pies del pico Almanzor, este complejo hotelero ofrece algo diferente que le distingue de otros alojamientos de la zona: la ausencia de pretensiones.

Y es que en los últimos tiempos, el auge de los hoteles «rurales» ha despojado a lo campestre de su esencia. En Candelaria Experience se devuelve al viajero la condición de huésped, y allí uno se siente como un invitado. Fue precisamente la pasión de Moro por recibir a sus amigos lo que le animó a convertir esta finca familiar, heredada de su madre, en un negocio que aunara su papel de anfitrión con su amor por los caballos. La casa Candelaria (en la que vive él) sirve de recepción y de cámara de descompresión. El estresado visitante, que normalmente llega pegado al móvil y aterrado ante la posibilidad de que no haya cobertura, aún necesita un rato para darse cuenta de dónde está. Y de mirar alrededor. Entonces, entre la amabilidad del servicio y la charla justa del dueño, la cerveza, el excelente jamón y la tortilla de patatas comienzan a hacer efecto y se obra la magia. Aquí arranca la experiencia Candelaria.

El ambiente de este «lodge» tiene un aire que recuerda a Sotogrande, una impresión reforzada por las bochas y los tacos para la práctica del polo que se alinean en la cuadra donde se guardan 17 magníficos caballos. Un picnic en mitad de la sierra de Gredos nos regala un momento que va a ser difícil de igualar. Sin hacer mucho esfuerzo, la estampa nos traslada a la película «Memorias de África». La mesa, dispuesta en medio del monte y vestida con un mantel color añil, espera al grupo que llega a caballo y que repone fuerzas con un menú sencillo (otra vez, el acierto de lo simple) y un vino tinto que «resta» estatura al rebelde «Bizcocho» que se montó en el camino de ida.

Una gran chimenea encendida en la casa principal de huéspedes, que consta de tres habitaciones (Tiétar, Rosarito y Almanzor), invita a la conversación a la espera de la cena. Ya casi ni apetece chequear los mensajes del móvil y la adicción a la cobertura está casi controlada. Si acaso, se aprovecha el teléfono para fotografiar los platos preparados por la imprescindible Mirta, cuya tarta de queso se ha convertido en un «must» de la estancia en este rincón abulense.

Los desayunos son otro gran momento. Cobijados bajo la sombra de una enredadera que cubre el porche, hay tiempo para saborear un café despacio y un amplio surtido de bollería, pan recién hecho, churros y todo lo que tan bien sienta por la mañana. La vista desde la amplia terraza a una piscina rodeada de hamacas plantea el único dilema del día: tumbarse al sol con un libro, hacer senderismo, piragua, recibir una clase de yoga o dar un paseo en avioneta. El suave microclima de la zona, a 432 metros sobre el nivel del mar, favorece todas estas actividades al aire libre que se pueden planear a la medida. Si elegimos la última opción, será el propio Moro quien se ponga a los mandos de su Tecnam Sierra 2002 para ofrecernos una vista de pájaro del mar de encinas que baña la finca. Una última evocación de otra película: «El Paciente Inglés», con cuyo protagonista, por cierto, el alma de Candelaria Experience guarda cierto parecido.

Dirección: Carretera de Chilla, kilómetro 4. Candeleda, Ávila.

Capacidad: Cuatro habitaciones para un máximo de 12 personas repartidas en dos casas.

Actividades: el huésped puede hacer excursiones a caballo, vuelos en avioneta, polo, pádel, vela, remo, golf, yoga y trekking.

Servicios: Restauración, spa, huerta ecológica, gallinero, servicio de bicicletas y recogida en el aeropuerto.

Más información: En la web www.candelariaexperience.com.