Premios Goya 2025

Crónica de una noche con sorpresa histórica: "El 47" y "La infiltrada" se reparten los Goya ex aequo

Las historias dirigidas por Marcel Barrena y Arantxa Echevarría se erigen como vencedoras en la categoría de mejor película.

GRANADA, 08/02/2025.- Los equipos de la películas ´El 47´ y ´La Infiltrada´ tras recibir el Goya ex aequo a la ´Mejor película´ en la 39 edición de los Premios Goya de la Academia de Cine que se celebra este sábado en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Granada. EFE/Julio Muñoz
39 Premios Goya de la Academia de CineJulio MunozAgencia EFE

Alfombrada desde hace semanas con el protocolario misterio costumbrista y litúrgico de las calles donde vivían las manolas de Lorca, esas que iban a la Alhambra solas con la única compañía de dos garzas y una paloma, Granada, imperial en su naturaleza de gigante andaluz desnudo y consciente de su condición heredada de la belleza nazarí, se desperezaba del día para acoger una noche que se vaticinaba torera –y no precisamente por los trajes de luces– la 39ª edición de los Premios Goya. "Hemos venido a dar una vuelta por aquí por si vemos a alguien" comentaba una de las centenares de personas anónimas que se agolpaban de forma masiva y atropellada en el Eurostars situado justo enfrente del Palacio de Congresos de la ciudad, sede encargada de acoger este año la gran noche del cine español, apelando a esa indolencia agazapada y tierna tan del sur que sirve para asumir que si no veían a ningún famoso de los que se estaban alojando en la mencionada cadena de hoteles, tampoco pasaba nada, porque primero hemos venido a dar una vuelta y después a ver qué se cuece.

Las primeras caras conocidas encargadas de pisar la alfombra roja que este año alargaba su extensión varios metros fuera del recinto por encima de una faraónica escalinata tenían que ver más con la cuota de gossip correspondiente –inevitables las caras de sororidad y comprensión desinteresada de las compatriotas femeninas cuando apareció Chiara Ferragni después del escándalo amoroso con su ya ex marido–, y con famosos fuera del campo cinematográfico como Laura Escanes o Melody, que con el componente social de los protagonistas reales de la gala y de los creadores de los títulos nominados que tan solo cuatro horas más tarde convivirían inesperadamente con el placer de compartir.

En el transcurso de un primer tercio de la ceremonia en el que lo único que había conseguido ponerle un poco de ritmo a la entrega era Alejandro Sanz versionando un mítico tema de Triana, la arrebatada versión de Rigoberta del «Amor» de Massiel y el intento romantizado de todos los artistas locales (Dellafuente, Lola Índigo y el clan Morente al completo), cuyas actuaciones se condensaron juntas, rápidas, fugaces, como en fila india, la película de Marcel Barrena ya llevaba tres galardones, uno de ellos de manera sorprendente en el apartado de efectos especiales.

En forma de milonga argentina Javier Macipe agradecía otro de los cabezones más esperados, peleados y merecidos de la noche, el segundo para «La estrella azul» junto con el de mejor actor revelación para Pepe Lorente, finalizando así un viaje, una travesía plagada de dificultades sobre el cantante zaragozano de Más Birras que culminaba con el homenaje al recuerdo de Mauricio Aznar: «Esto va por ti», dijo el cineasta minutos antes de que la música siguiera su curso libre hasta depositar su caudal en el Goya número doce que atesora Alberto Iglesias, que conseguía el premio a la mejor banda sonora por su delicado y como siempre sobresaliente trabajo en «La habitación de al lado» –la cinta de Almodóvar que también añadió a su cartera de éxitos el Goya a mejor dirección de fotografía para Edu Grau–; salpicar al proyecto portador de un arraigo más directo con este «bello reino», como definió Estrella Morente la ciudad de Granada, como es «Segundo premio» con el galardón a mejor montaje y regar el bautismo de C. Tangana en el mundo del cine con el premio a mejor película documental por «La guitarra flamenca de Yerai Cortés». «Esta es una película que va sobre la comprensión y el perdón» declaró el recién inaugurado director. Y parado el caudal, llegaba el torrente en forma de recuerdo, primero de Walter Salles tras ganar con su maravillosa «Aún estoy aquí» como mejor película iberomericana y después el de su propia hija: «A los directores que nos permitieron enamorarnos de Marisa Paredes. Almódovar, Trueba y Ripstein», señaló el cineasta brasileño. Todos lo hicieron, lo hicimos y seguiremos haciendo, a través de la evocación insuficiente, de la vigencia de sus interpretaciones eternas.

El soniquete de la gran noche transcurrió con la dilatación habitual de las galas largas y con el cumplimiento hermoso de vaticinios esperados pero de repente, sucedió una sorpresa inesperada con cariz histórico: mejor actor protagonista para un inconmensurable Eduard Fernández por su papel en «Marco» ("me preocupa el peligro del fascismo, de un saludo ambiguo, los campos de concentración. Cuidado que vienen a caballo", advirtió el intérprete en evidente ; mejor actriz protagonista para Carolina Yuste por "La infiltrada", Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez a mejor dirección por "Segundo premio". "El 47" y "La infiltrada" se alzaban con el galardón a mejor película ex aequo repartiendo con generosidad el éxito conseguido. De esta forma, Granada se despedía dejando entre sus escenarios soñados un hecho histórico en la vida de los premios que no sucedía desde que en 1991 dos cortometrajes documentales, "Blanco o negro y "El viaje del agua" sufrieron la misma suerte.