Coronavirus

Piden que el Ejército entre en el barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas

Un grupo de 50 personas organiza diariamente una plegaria colectiva en el Polígono Sur de Sevilla a pesar del Estado de alarma

Agentes de la Policía Nacional, durante una operación en las Tres Mil Viviendas
Agentes de la Policía Nacional, durante una operación en las Tres Mil Viviendaslarazon

El comisionado para el Polígono Sur, Jaime Bretón, ha exigido a las autoridades la intervención del Ejército en algunas zonas de las Tres Mil Viviendas de Sevilla después de que un grupo formado por unas 50 personas haya organizado una celebración religiosa pese al Estado de alarma. Concretamente, desde que se decretó el confinamiento los integrantes del clan de “Los Caracoleños” se reúnen al caer la noche para llevar acabo cánticos y oraciones bajo el rito de las iglesias evangélicas sin tener en consideración las indicaciones de no salir de casa para evitar la propagación del Covid-19. Este grupo familiar, uno de los más conflictivos de la zona, dirige una escisión de la Iglesia de Philadelfia en el mismo barrio, por lo que el pastor “oficial” de esta secta niega cualquier responsabilidad respecto a la celebración de los cultos.

“Se trata de una minoría importante de personas que no está acostumbrada a seguir las normas, a tener una convivencia normalizada, no tienen conciencia ni responsabilidad alguna. Están poniendo en cuestión el Estado de alarma y es una irresponsabilidad”, afirma Bretón, que ya ha exigido a la Subdelegación del Gobierno que mande a las Tres Mil Viviendas y a los barrios periféricos de Sevilla a los miembros de la Unidad Militar de Emergencia, pues en su opinión son más útiles allí que en las zonas céntricas como la Catedral o la Puerta de Jerez. “No entendemos que una pareja no pueda ir por la calle o que se multe a alguien que viene de repostar gasolina y que no lleven aquí a los militares para que los detengan”.

Esta circunstancia se suma a la reyerta protagonizada el pasado miércoles por dos menores en la barriada de Los Pajaritos, cuando una patrulla de la Policía les conminó a volver a sus domicilios. Una situación que desembocó en un tumulto en el que participaron familiares y vecinos que acabó con algunos agentes heridos además de varios detenidos. “Debe de haber un sentido de la responsabilidad por parte de la Administración, porque en los barrios periféricos de Sevilla es donde se necesita una actuación especial porque la gente está acostumbrada a vivir en la calle”, señala Bretón. Además, mantiene que “esta minoría vive en la ilegalidad, saben que nos les pasa nada si les ponen una multa, pero el Estado de alarma lo que sí te permite es detenerlas, igual que detuvieron a 76 personas por organizar una fiesta en Gijón”. Tanto el Polígono Sur como Los Pajaritos encabezan la lista de barrios más pobres de España con una renta de 4.897 y 5.389 euros respectivamente.

En ese sentido, asegura que debido al confinamiento se están produciendo concentraciones de personas sin hogar junto a los centros de salud y se han tenido que habilitar instalaciones alternativas para acogerlos como polideportivos. Sobre este punto, recuerda que unos 650 niños hasta hace unos días se alimentaban en los comedores de los colegios públicos, pero que debido al confinamiento tienen que buscar una alternativa, para lo que está prevista una reunión por parte de las administraciones integrantes en el Comisionado del Polígono Sur junto con varias de las asociaciones que trabajan allí. Hay que tener en cuenta que el confinamiento por el Covid-19 ha cortado de raíz el modo de vida de muchos de los habitantes del Polígono del Sur. “Los que vendían flores en el centro, trabajaban en la chatarra, la venta ambulante o los que se sacaban 30 euros al día como ‘gorrillas’ aparcando coches se han quedado sin la manera de lograr un medio de vida. Además, toda la gente que comía en los comedores se han quedado fuera del sistema”.

Las Tres Mil Viviendas de Sevilla forma parte de una de las zonas más deprimidas de la capital andaluza, el Polígono Sur, un lugar en el que se estima que viven unas 40.000 personas que tienen que convivir con problemas de pobreza, drogadicción y delincuencia graves, pese a la constante atención por parte de las autoridades locales y regionales, que en colaboración con entidades privadas trabajan por el desarrollo de los seis barrios que lo conforman.