Sociedad
Una mujer retira a diario desde hace ocho años basura del botellón en un sitio histórico de Sevilla
La lleva hasta la entrada de un carril, donde la recogen los camiones de basura del Ayuntamiento de Camas
María Jesús de la Marta Hoya es una mujer que saca a pasear sus perros por las inmediaciones del cerro del Carambolo, un paraje de Sevilla donde en 1958 se localizó un tesoro con varias piezas de oro de origen tartesio del siglo VII a. C., y desde hace ocho años retira a diario la basura que dejan los jóvenes que hacen botellón. ”Hago esto porque me duele el campo y la tierra”, explica a Efe, tras meter en varias bolsas de plástico botellas de vidrio y otros desperdicios acumulados en una cornisa natural de Camas (Sevilla) a la que se accede por un camino en coche y desde la que se divisa al completo la capital andaluza.
Bajo el jardín botánico de Camas y a poca distancia del cerro del Carambolo, la mujer se enfunda unos guantes de plástico para coger la basura y llevarla a la entrada del carril, que desemboca en la conocida como Cuesta del Caracol, donde la recogen los camiones de basura del Ayuntamiento de Camas. Esa zona, que denomina “la de arriba” y que ha limpiado el ayuntamiento tras sus constantes quejas, según asegura, dista unos 300 metros de la que usan los jóvenes para consumir las bebidas y dejar la mayoría de la basura, un mirador privilegiado.
“Es un sitio maravilloso”, defiende la mujer, a quien los jóvenes con los que habla le dicen que se van a llevar de vuelta los desperdicios porque están concienciados. “Habrá algunos que sí y otros que no. Aunque sean una minoría los que no se la llevan dejan mucha basura”, lamenta.
Para acabar con un problema que parece que “no tiene mucha solución”, propone que se instale algún tipo de cerramiento al principio del camino que pudieran abrir los trabajadores de la empresa municipal de aguas Emasesa que necesitan transitar por la zona y que permitiera la entrada de motos, bicis y caminantes pero no de coches. A veces dejan, además de botellas, plásticos y papeles que se acumulan a diario, muebles, inodoros, lavabos y restos de obras, que sube “poco a poco y como puedo” hasta la zona en la que lo recogen los servicios municipales, que no llegan hasta el final del camino, una zona que no sabe a quién pertenece.
Otra propuesta de esta mujer es instalar unos grandes contenedores de vidrio en la entrada del carril para que los jóvenes depositen las botellas y no las dejen esparcidas por el suelo. La mujer no se queja de que su actividad de limpieza diaria sea una especie de castigo de Sísifo, que según la mitología griega fue condenado a empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso.
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