Política
Juan Espadas, entre la herencia recibida del PSOE-A y la búsqueda del foco
El líder socialista persigue la visibilidad fuera del Parlamento, mientras carga con el legado de su partido en Andalucía y la presencia mediática de Susana Díaz
La plusvalía del muerto es una regla fiscal especial que se aplica cuando se heredan acciones, fondos de inversión o cualquier inversión que tuviese que tributar en la declaración de la renta del fallecido como ganancia o pérdida. Cuando Juan Espadas asestó a Susana Díaz su (hasta ahora) última derrota cuasidefinitiva –se cuentan ya cuatro, al menos– heredó un partido fragmentado, grogui tras la pérdida del poder en la Junta después de 37 años, con una carga guadianesca de Sísifo en forma de casos de presunta corrupción –ahora la Faffe o los ERE que volverán– y también una gran masa social y una marca venida a menos pero durante cuatro décadas hegemónica. Lo que no heredó fue el foco.
Así, el secretario general del PSOE-A y candidato a la Presidencia de la Junta, Juan Espadas, busca visibilidad con anuncios como el derecho de los jóvenes a un primer empleo. La promesa no causó indiferencia proviniendo del partido incapaz de revertir un 20% de paro ya denominado «estructural» durante sus casi cuatro décadas de mandato. También ha tendido la mano para los Presupuestos, y más allá, poniendo a Juanma Moreno en la tesitura de elegir entre Vox o PSOE. Pero donde más se evidencia la imperiosa, y lógica, necesidad de Espadas de aparecer en el foco es en su presencia en escenarios en que los que, en teoría, aparece fuera de escena, como un séptimo personaje de Pirandello en busca de autor. Acudió al incendio de Sierra Bermeja o da ruedas de prensa en el Parlamento. Aparece en los Plenos «para dejarse ver» y «para que el otro –Moreno– lo vea». Y sigue recorriendo las provincias, de evento en evento –Expoliva, recientemente– en la línea iniciada cuando presentó su candidatura a liderar el PSOE-A y siguiendo el consejo que le dio en su día Alfonso Guerra cuando aspiraba a la Alcaldía de Sevilla: «Suela y labia, Juan».
El exceso de banderas, como en el encuentro con Ximo Puig tras su visita a Juanma Moreno, también denota esta necesidad de no quedarse fuera de la foto. Espadas fue consejero de Medio Ambiente de 2008 a 2010, pero su grado de conocimiento más allá de Sevilla, donde es alcalde desde 2015, resulta insuficiente y preocupa en el PSOE-A. Las encuestas, además, de momento dan peores resultados a los socialistas con Espadas que con Susana Díaz al frente. El Barómetro del Centra de julio, en pleno auge mediático por las primarias, daba a Espadas un 68,2% de conocimiento. La demoscopia acerca al PP a la mayoría absoluta, Cs pende de un hilo, Vox parece que crece y las izquierdas no suman.
A Espadas le está siendo complicado mantener la doble agenda al frente de la Alcaldía de Sevilla –la ciudad de España más grande en manos socialistas– y como líder de la federación del PSOE más importante del país, con más de 46.500 militantes. Se enfrenta, además de a la herencia de Susana Díaz, al «fuego amigo». De un lado, la resistencia de su antecesora a ser políticamente enterrada. Díaz ha mantenido el pulso hasta sus últimas consecuencias sin dejar el acta en el Parlamento hasta que cerró la presidencia de una comisión en el Senado, con el consiguiente plus equivalente al que cobraba en las Cinco Llagas como portavoz socialista. La ex presidenta se presentó y se sentó en el que era su escaño en el primer Pleno del nuevo curso ante la sorpresa de los adversarios y la indignación de la bancada socialista, que se acrecentó cuando posteriormente Díaz, tras buscar la foto con Moreno, no se quedó a escuchar a la nueva portavoz, Ángeles Férriz. Además, la facilidad de Díaz para atraer la atención se mantiene intacta. Ese mismo día, Espadas, que marcó la nueva hoja de ruta en el Parlamento para evidenciar las carencias de la Junta, volvió a quedar fuera de foco. Por contra, la ex presidenta tiene un altavoz de más calado social que el de Espadas como tertuliana en dos programas de TV. «La visibilidad para mí es irrelevante, lo que me llena es hacer cosas que mejoren la vida de gente», aseguró la ex secretaria general del PSOE-A tras tomar posesión como senadora. Díaz ya conoce el destierro de Madrid, de la etapa de la guerra interna en el PSOE de Sevilla con Caballos y regresó rearmada hasta llegar a presidenta de la Junta. Los axiomas vacuos de autoayuda sostienen que una persona cambia porque aprendió demasiado, sufrió lo suficiente o se cansó de lo mismo. Los hechos desmienten que Susana Díaz esté en alguno de estos supuestos y con 44 años y ningún oficio conocido –más allá de vendedora de Avon y catequista–, la jubilación anticipada no pasa por su cabeza. Espadas subrayó que mantendrá su «muy buena relación» con Susana Díaz tras su renuncia al acta de parlamentaria. El PSOE, de entrada, no ha recurrido el escrache sufrido por Díaz por taxistas en la campaña de 2018.
El estilo de Espadas es de buen talante y mucha mesa de negociación. Ya hizo algo que parecía imposible en su momento: cortar la mayoría absoluta de Zoido en Sevilla. La primera piedra de toque del nuevo PSOE-A como oposición será el apoyo o no a los Presupuestos. Espadas exige que el Gobierno andaluz no pacte con Vox. En lo orgánico, se enfrenta a una nueva tesitura. La victoria sobre Díaz le ofrece cierto aval, además del apoyo expreso de Ferraz. Espadas busca el difícil equilibrio entre la autonomía –de ahí la pugna por salvar la salida de Díaz desde San Vicente– y la beligerancia con el federal. Ángeles Férriz, María Márquez, Dani Pérez o Felipe Sicilia son los primeros profetas del nuevo tiempo. El partido de Juan Espadas ya remitió una encuesta de «escucha activa» para «tomar nota de las verdaderas preocupaciones» de la sociedad. El PSOE-A recuerda que Moreno también estuvo fuera del Parlamento, cuando el ahora presidente señalaba que «el Parlamento da para lo que da». La diferencia es queuno tenía cuatro años de margen e iba ligero de equipaje y el otro tiene apenas un año contrarreloj y carga con la herencia del hijo de Eolo en forma de casos judiciales quedando a la intemperie de los vientos electorales.
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