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Carmen Mola: «La literatura necesita reconectar con los lectores, no echarles la culpa de que no lean»

Los tres autores ganadores del Planeta, Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, reivindican la creación colectiva con su cuarta novela, «La Bestia», situada en el Madrid de 1834

Los escritores y guionistas Antonio Mercero (i), Agustín Martínez (c) y Jorge Díaz, ganadores del Premio Planeta 2021, el pasado miércoles en Sevilla
Los escritores y guionistas Antonio Mercero (i), Agustín Martínez (c) y Jorge Díaz, ganadores del Premio Planeta 2021, el pasado miércoles en SevillaKiko Hurtado

Los tres autores que se escondían detrás del seudónimo Carmen Mola comparecen como ganadores del Premio Planeta 2021 por «La Bestia», una novela de intriga y violencia ambientada en el Madrid de 1834, donde el cólera y la extinta Cerca que rodeaba la ciudad evocan aires actuales. Reconocen que para escribir a seis manos «el ego lo dejamos en la puerta», solo así funciona un método de trabajo que parte de una historia estructurada, sabiendo «dónde empieza y dónde acaba». Se definen como escritores «de mapa, no de brújula» y admiten que compartir proyectos conlleva «miniduelos» por las muchas ideas descartadas de la obra definitiva.

¿Este premio es la venganza de los guionistas, que suelen estar en un segundo plano para los espectadores?

Agustín Martínez. Una cosa que mola reivindicar de lo que hacemos es que hay una cantidad de guionistas con un talento increíble. Los guionistas están en un segundo término y van a seguir así, porque la gente sabe quiénes son los actores pero no quiénes son los guionistas. Con la llegada de las plataformas, estamos en otro lugar, aparecemos como co-creadores de las series. Y está bien que salgamos y digamos: existimos y hacemos las series que vosotros veis.

No está muy lejos el trabajo de crear una historia; otra cosa es como luego se plasme, si es más visual o literaria.

Antonio S. Mercero. Yo creo que en los resortes narrativos no está muy lejos, evidentemente son dos formatos diferentes. Escribimos bajo el mandamiento de «no aburrirás». Ese mandamiento se lo tiene que aplicar un novelista también: trata con respeto al lector, no le aburras, porque lo que quiere es una buena experiencia lectora.

En su novela todo sucede a una velocidad trepidante.

AM. El entretenimiento no es solo acción, hay novelas que consiguen ser entretenidas por la creación de personajes o por la propia prosa. Hay muchas maneras de entretener. Sí es verdad que tenemos muy presente que hay unos lectores, que hacen un viaje contigo. La literatura necesita de alguna forma reconectar con los lectores, no solo echarles la culpa de que no lean.

¿Cuándo arranca la idea de situarla en ese Madrid de principios del XIX?

Jorge Díaz. Teníamos el problema de que estábamos encerrados en las casas (en el confinamiento) y no sabíamos cuándo nos van a soltar... Entonces dijimos, ¿por qué nos nos vamos a algo que sí sabemos cómo es, que es el pasado? Y hablando mucho llegamos a la conclusión de que el siglo XIX era muy violento y eso nos convenía. Nos encontramos con la matanza de frailes: el 17 de julio de 1834 el pueblo de Madrid entra en un acceso de ira total y matan en una tarde a 80 frailes. Investigamos qué había pasado y nos encontramos con la guerra carlista, con el cólera, con la Cerca, la miseria... Había cantidad de cosas que nos recordaban al presente: las medidas contra el cólera; el enfrentamiento del progreso y el conservadurismo que representan el carlismo y el isabelismo... Ahora decimos las “fake news”: pues todo esto empieza porque los frailes dicen que los pobres han dejado de ir a las iglesias y por eso ha llegado el cólera; y los pobres dicen que los frailes están envenenando las fuentes. Las dos cosas eran mentira, el cólera venía de toda Europa. Todo eso crea una sociedad que nos parecía muy interesante para una novela y a la que aportamos nuestra trama.

El sello de la violencia extrema. Pobres niñas...

JD. Son a las únicas que matamos...

ASM. A los frailes los mató el pueblo madrileño y los que se morían del cólera, los mató la enfermedad. Metemos una trama de thriller, es de donde venimos. Está bien que los lectores de Carmen Mola reconozcan algunas características de nuestra trilogía y aquí está la historia de la Bestia. Esto va conectando con la incultura, que es esa otra gran bestia, y con las supersticiones medievales. Me parece más interesante esa bestia metafórica que la criminal que va dejando cadáveres de niñas en los arrabales: la injusticia, la desigualdad social, la indiferencia de los poderes hacia los pobres...

Extramuros la vida no tenía nada que ver con la ciudad. Es algo que ocurre ahora en el mundo, aunque no exista físicamente ese muro.

AM. Es esta cosa que decimos del espejo deformado del presente: la gente se moría de hambre al otro lado de la Cerca y la gente del interior no les dejaba pasar para comer. Ese espejo lo tenemos ahora en el Mediterráneo: tenemos inmigrantes a los que no les queremos ver la cara, no queremos que crucen, y se mueren de hambre al otro lado. Esos hilos entre pasado y presente no están buscados, han ido surgiendo. Creo que en sociedades en crisis se repiten los mismos patrones: Madrid en 1834 estaba cambiando por completo, y en esos momentos los poderosos intentan aprovecharse. ¿Qué hemos vivido en la pandemia? Lo mismo. De ahí que pongamos el foco en lo más bajo de la sociedad.

¿Estamos acostumbrados a la idea romántica de escribir?

AM. Nosotros reivindicamos la creación colectiva, anteponer la novela a lo que somos de manera individual. Estamos haciendo otra cosa, que es Carmen Mola. Está presente en mogollón de artes, en cine, pintura... la Biblia es una creación colectiva, o La Odisea. Con el paso del tiempo se ha ido sacralizando la figura del autor literario.

¿De esa sacralización viene la polémica porque no se conociera ese nombre ficticio de la autoría? ¿Pensaban que iba a ser así?

ASM. No es nuestra polémica realmente. La gente ha expresado su descontento. Creían estar leyendo a una mujer, ven que no es así, y se han podido sentir decepcionadas. Hay que aceptarlo.

Más que a decir si es lícito o no, ayuda a reflexionar sobre cuánto nos condiciona quién escribe un libro.

AM. Tengo la sensación de que hacemos lecturas a posteriori. Nosotros sacamos una primera novela, decidimos no poner nuestros nombres y la novela se defendió sola, no porque la escribiera Carmen Mola, que era desconocida.

JD. Un seudónimo es un disfraz. ¿Qué es lo más ajeno a tres hombres que escriben una novela? Pues una mujer. No es ninguna estrategia. Simplemente nos hemos disfrazado.

Sí parece que han entrado en el mercado de fichajes al cambiar de editorial.

JD. No hemos cambiado de editorial. Tenemos las novelas de Elena Blanco, que vamos a publicar el año que viene una nueva en Alfaguara, y hemos iniciado un nuevo sector, el thriller histórico, que hemos publicado en Planeta. Pero ni nos hemos ido de Alfaguara ni hemos vendido nuestr alma a Planeta.