"Letras atlánticas"

Leo y sospecho

«Algunos libros famosos contienen citas falsas que replican en más libros»

El escritor Jorge Luis Borges
El escritor Jorge Luis BorgesLa RazónLa Razón

Descubrí a Borges a los doce años y cada vez le estoy más agradecida. Me enseñó a disfrutar la lectura, a elegir qué leo y a no leer lo que no me gusta. Me enseñó a sentir los mensajes secretos de la escritura y, sobre todo, me enseñó a sospechar.

Que un libro sea famoso no significa nada más que eso, que el libro o la firma son famosos y nada tiene que ver con las afirmaciones y citas que contienen sus multiplicadas páginas. El problema es que algunos libros famosos contienen citas falsas que se replican en más libros, en una cadena de errores e invenciones sin fin.

Al principio me enfurecía, pero Borges también me enseñó a divertirme con cierta costumbre literaria de escribir sin haber leído. Ese laberinto brutal late en toda su obra, especialmente en algunos cuentos como Pierre Menard, autor del Quijote, La biblioteca de Babel o Examen de la obra de Herbert Quain y en las biografías apócrifas de Historia universal de la infamia e Historia de la eternidad. Desde los títulos nos da la pista de lo que ocurre históricamente.

Mientras escribo mi nuevo libro, leo y sospecho. La intención de mi libro es reunir varias biografías literarias y es terrible lo poco que se sabe de las autoras y autores, los datos erróneos o falsos, las frases hechas que pesan sobre sus nombres y el desconocimiento casi total de sus obras. Menos mal que yo las he leído antes de escribir mi libro entonces detecto con facilidad lo que sobra y, especialmente, lo que falta.

Fulano el poeta romántico. Fulana la poeta suicida. Mengano y el limonero. Mengana la loca. Además de la piedra sobre el nombre, se mencionan apenas dos o tres libros, siempre los mismos y los menos esenciales, y se citan siempre las mismas frases o los mismos versos porque para citar otros hay que leerse los libros.

Te doy dos ejemplos románticos: Bécquer y Rosalía de Castro. Por supuesto que no escribían «cosas románticas» pero les tocó nacer en la época del Romanticismo. Bécquer no vio sus rimas publicadas; sus amigos organizan la obra póstuma con las rimas desordenadas, versos que sobran y otros que faltan y rimas que no son suyas. Quizás por eso apenas aparece en las versiones de su biografía el Libro de los gorriones, con las rimas manuscritas, ordenadas como él quiere y con la cantidad real de versos.

En el caso de Rosalía, que además de poeta es mujer, todavía es más difícil encontrar datos biográficos ciertos, y de su obra espléndida y descarnada ante todo se nombran sus libros en gallego, los Cantares y las Folhas novas. Justo los libros que menos le gustan a Rosalía y que escribe obligada por necesidades económicas. Durante los años de investigación antes de sentarme a escribir, me he divertido melancólicamente con las citas de las citas hasta depurar lo esencial gracias a la palabra directa de la autora o autor. Es luminoso y refrescante leer sus obras para confirmar que la mayoría de apuntes biográficos que circulan fueron escritos por alguien que no ha leído los libros de la persona biografiada.

Sé que ocurre lo mismo con otros artistas, pero al tratarse de literatura es más absurdo todavía escribir sin haber leído.

Hay ilustres desconocidos como Juan Ramón Jiménez «el de Platero», Gloria Fuertes «la que escribe para niños», Borges «el de El Aleph (que no lo leo porque es difícil»), Bécquer «poesía eres tú y la pupila», Rosalía la «poetisa gallega», Alejandra Pizarnik «la poeta suicida», Federico García Lorca «el del Romancero y Bernarda Alba», Cervantes «el del Quijote».

En la biografía poética Borges invisible, la única fuente del libro es la palabra de Borges para transitar su vida y su obra. Tomé esa decisión al leer lo que se dice de él y no reconocerlo, al sospechar más y más de ciertas anécdotas y leyendas que se copian y recopian de libro en libro y de link en link sin ningún fundamento, incluso poemas que no son suyos como «Instantes» (también llamado «Si pudiera vivir nuevamente mi vida») que es de una señora de Pennsylvania, o «Y uno aprende» (también conocido en gerundio como «Aprendiendo») que es una traducción del inglés de nadie sabe quién.

Las personas que replican esos poemas claramente no han leído a Borges. Ni siquiera sospechan que es imposible que sean suyos. ¿Comería menos habas y más helados? O ¿uno planta su propio jardín y decora su propia alma?

Pero cómo sospechar sin leer. To read or not to read, that is the question (eso es de Shakespeare).