Opinión/Tornaviaje

Autonomías

Sánchez aparece dando la espalda a los presidentes autonómicos. Les ofrece una futura quita a las CCAA para pagar su deuda particular con los secesionistas catalanes, asegurando su legislatura. Habla de lo suyo, pero no de los problemas cotidianos del pueblo. Inmigración, vivienda, salud, financiación autonómica, todo eso puede esperar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el Rey, Felipe VI, en el centro de la imagen durante la foto de familia a su llegada a la XXVII Conferencia de Presidentes, en el Palacio de la Magdalena, a 13 de diciembre de 2024, en Santander, Cantabria (España).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el Rey, Felipe VI, en el centro de la imagen durante la foto de familia a su llegada a la XXVII Conferencia de Presidentes, en el Palacio de la Magdalena, a 13 de diciembre de 2024, en Santander, Cantabria (España).Nacho CuberoEuropa Press

Sánchez tiene el ojo en los presupuestos. Reúne a los barones de los países, que forman esta tierra aún llamada España. Él sueña con ese ‘país de países’, un paraíso federal como su mismo partido. Las díscolas CCAA en manos del perverso PP le producen acidez, son indigestas como su intolerancia al queso. Obstaculizan la promesa que ha hecho a JUNTS y ERC: Condonar la gruesa deuda catalana.

Tras tres años escurriéndole el bulto a los barones autonómicos los ha convocado a la XXVII conferencia. En aquel salón del Palacio de la Magdalena el frío no era el propio de Santander, sino el gélido gesto de Sánchez con una agenda vacía de contenido. Tras esa larga espera entre el poder central y el autonómico, le dio 10 minutos a cada uno, exigiéndoles brevedad e imponiendo una jefatura excesiva, grosera y autoritaria.

Especialmente, la madrileña Ayuso le recordó que su comunidad aporta a la caja común del Estado el 80% de su recaudación. La joven aguantó los ataques del ministro Ángel Víctor Torres y del asturiano, Adrián Barbón. Illa, que también les debe el alma catalana a los secesionistas, aseguró que Cataluña merece una financiación solidaria, y no la que pregonan desde la deslealtad institucional.

Frente al Cantábrico, una mar bravía y con historia, el espectáculo montado por Sánchez recuerda a ese proverbio andaluz: “Si hay que ir se va, pero ir pa’ ná no”. Como postre les ofreció juntarse en enero donde sabrán el importe de esa quita de consolación, mientras Cataluña entrará en un concierto especial y mimado. Curioso e inconveniente sistema federal el de Sánchez.

Sánchez gobierna solamente para mantener la legislatura. Artista consumado en tejer sus tramas y urdimbres da puntadas precisas a cada minuto. Suple su falta de poder territorial con la defensa numantina de su castillo. Un foso de bulos, asesores, medios y ONG subvencionados, socios comunistas y secesionistas, son sus círculos de defensa. Acumula tantas deudas, que no podrá pagarlas. Nadie se las va a condonar.