San Valentín

El «desamor» de la flor cortada

La pérdida de 200 hectáreas de cultivo hace que la demanda supere a la oferta

El cultivo de la flor es habitual en la Costa Noroeste de Cádiz
El cultivo de la flor es habitual en la Costa Noroeste de CádizLa RazónLa Razón

Mucho ha llovido ya desde que en el año 498 el Papa Gelasio I decidiese honrar a San Valentín el 14 de febrero. Mártir del imperio romano que fue decapitado –ese mismo día del año 270– por desafiar un decreto de Claudio II que prohibía casar a soldados jóvenes en secreto –no quería que tuviesen ataduras para ir a la guerra–. Y, mucho más aún, desde que, según cuenta una leyenda, una mujer ciega, en agradecimiento por recuperar la vista, sembrase un rosal en su tumba que florecía todos los 14 de febrero.

Acontecimientos, históricos y legendarios, que llevaron a que dicho día acabase convirtiéndose en el de los enamorados y, desde la década de los 80, en uno de los más importantes para los agricultores de la Costa Noroeste gaditana que se dedican a la flor cortada.

Celebración que este año no llega en el mejor momento para un sector que, en continuo «modo supervivencia», ha visto pasar en el último año la superficie de cultivo de más de 400 a 200 hectáreas. Circunstancia que, según apunta Luis Manuel Rivera, responsable de flor cortada de COAG Andalucía y miembro de la junta directiva de la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste de Cádiz, ha provocado que «la demanda –tanto a nivel nacional como internacional– supere la oferta» y, por consiguiente, se haya producido una subida de precios. «El cultivo de flor cortada se ha convertido en casi un acto de fe. El estallido de la guerra de Ucrania, que nos hizo perder numerosas ventas, la huelga del transporte, los temporales y el frío de las últimas semanas, unido al extraordinario incremento de los precios de plásticos, abonos, transporte y electricidad, han provocado que el agricultor haya optado por dar un paso atrás en un cultivo que, dicho sea de paso, no tiene precios garantizados».

«Los costes de cultivo –subraya– se han convertido en inasumibles. De ahí que, pese a la subida de los precios de la flor, no se pueda garantizar que los agricultores que han optado por seguir adelante vayan a tener beneficios».

Subida de precios en la producción en la que «se lleva la palma la electricidad, con facturas mensuales para poder hacer frente al descenso de las temperaturas en los invernaderos de entre 1.300 euros para una instalación de 2.000 metros cuadrados. Algo totalmente desfasado». «Es más, el uso de hueso de aceitunas para calentar está más caro que el gasoil».

Cabe destacar que la flor cortada de la Costa Noroeste de Cádiz no cultiva la flor más emblemática del día de los enamorados, la rosa, debido al «elevado coste de producción». «Hueco que han cubierto países como Colombia y Ecuador».

El abandono de la flor cortada por parte de muchos agricultores ha provocado que «algunos hayan buscado refugio en las hortalizas», cultivo con menos costes y vaivenes.