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Gordillosaurius Rex
"El apaleado gremio del periodismo debe estar agradecido a Sánchez Gordillo por las tardes de gloria que nos regaló con sus disparates"
El anuncio de la retirada de Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda desde 1979, sí que sella la Transición en lo que al municipalismo andaluz concierne. Pocas veces el epíteto «sempiterno» adquirió tanto sentido en un régimen democrático –quizá el dominicano Joaquín Balaguer le gane, tras la rendición de Francisco Toscano, regidor de Dos Hermanas, mediada esta legislatura–, si es que como tal cabe definir al sóviet que montó en la Sierra Sur desde su primera mayoría absoluta al frente de una denominada Candidatura Unitaria de Trabajadores, formación irrelevante puesto que este maestro de escuela siempre asentó su poder sobre el culto a la personalidad, sin importarle las siglas a las que representase en cada momento: diputado autonómico de IULV-CA, SAT, BAI, SOC, aledaños de Podemos, chiringuito de Teresa Rodríguez e incluso en alguna estrafalaria candidatura al Parlamento Europeo compartiendo campaña con angelitos como Jon Idígoras. Sobre todos sus defectos, innúmeros, siempre destacó su asombrosa capacidad para rodearse de la hez y, como añadidura, rebozarse en estiércol. Sin embargo, el apaleado gremio del periodismo debe estarle agradecido por las tardes de gloria que nos regaló con sus disparates, que fueron motivo de lucimiento hasta para el más plano de los plumillas. En días ayunos de inspiración, bastaba con «googlear» su apellido para que el algoritmo pusiese en bandeja media docena de posibles artículos. ¡Cuántos jornales nos habrá procurado este personaje atrabiliario con sus meadas fuera del tiesto! No sólo los braceros se beneficiaron con su lucrativo tráfico de peonadas. Tanta paz lleve como descanso deja, camarada, y no caiga en la tentación del regreso porque el tiempo de los dinosaurios pasó.
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