"Méritos e infamias"
Y Griñán ganó
"Un final ciertamente lamentable, triste, que acaba dejando un mal sabor de boca después de tantos años de investigación"
Al final, la enfermedad libra de la cárcel a José Antonio Griñán. No lo hace la Justicia, que lo condenó como al resto de altos cargos que sí cumplen pena de prisión por la causa política de los ERE, sino la enfermedad. No hay mucho más que decir después de que el Tribunal Supremo entendiera que su estado de salud le impedía cumplir la condena en un centro penitenciario. Un cáncer no es ninguna broma y razones de sobra tendrá la médico forense encargada de dictaminar y valorar su estado de salud. Dicho esto, y con todas las consideraciones para un enfermo de edad avanzada que además no es un peligro público para la sociedad, me pregunto qué cara que se les debe haber quedado al resto de «pringados» que sí tuvieron que entrar en el talego y cumplir como cualquier hijo de vecino. Sobre todo, pensando en cómo se ha desarrollado el proceso, con todas las carambolas posibles dentro del entramado judicial, que le ha permitido un «bonus» de cinco años. Me sorprende la frialdad de lavarse las manos de los seres humanos para tratar de salvar el culo cuando llega la parte mala de la vida. De mandar en los Consejos de Gobierno a transmutarse en un condenado con una salud delicada cuya existencia poco tiene que ver con el resto de subordinados con los que no hubo tantos miramientos. Una víctima, vamos. Al final, ante la opinión pública, Manuel Chaves y Griñán se van casi de rositas prácticamente, por mucha sentencia y pena que se les haya impuesto. Ni el dinero saqueado se ha devuelto a los andaluces. Un final ciertamente lamentable, triste, que acaba dejando un mal sabor de boca después de tantos años de investigación, primeras planas de periódicos, titulares con cifras millonarias; después del ocaso del PSOE en Andalucía, con el partido hecho trizas y el PP gobernando una mayoría absoluta sin una oposición creíble y responsable delante. Griñán no entra en la cárcel, y yo sinceramente me alegro por él y su familia, pero cuando la Justicia asume estos plazos y decisiones uno se pregunta con cierta angustia para qué sirvió todo aquello. ¿Para que pringuen unos mandados, al fin y al cabo? Feliz verano.
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