Entrevista

«Hay conos de tráfico más inteligentes que un opinólogo»

Carme Chaparro, autora de «Delito», insiste mucho en la labor de contextualizar las noticias y considera que «las familias de los delincuentes son también víctimas»

Carme Chaparro/EFE
Carme Chaparro/EFElarazon

Carme Chaparro es periodista y escritora de éxito. Premio Primavera de Novela 2017 por «No soy un monstruo», trabaja y escribe con la misma materia prima, la actualidad informativa. De ahí surge «Delito», una novela negra que nos recuerda que las cosas más inverosímiles pueden ocurrir de verdad.

Trabaja con la actualidad informativa, para escribir una novela ¿Es un apoyo o eres presa de ella?

Escribo ficción con una fuerte carga de realidad, en la novela las cosas más inverosímiles han ocurrido de verdad. Genero un marco común de cosas posibles y reconocibles para que el lector transite a lo largo de la historia, la vea creíble y no desconecte. La actualidad, en la ficción y la vida real, es mi materia prima.

Una de sus protagonistas esenciales es una periodista.

Pero no soy yo (risas), es Luz Sánchez Mellado. Iluminada Mellado en la ficción.

Nos ofrece una visión no tan conocida, cómo vive una periodista una investigación como periodistas y persona.

El periodismo es algo muy cotidiano, al alcance de todo el mundo pero la gente desconoce qué hay detrás de los focos. Muestro la forma en que se hace el periodismo, contando en mi opinión lo bueno y lo malo de la profesión. Tras eso, el lector se asoma a la ventana de los medios de comunicación de una manera distinta.

Es crítica con los «cebos» de los programas sensacionalistas.

Nuestro trabajo es contextualizar y distinguir la verdad de la mentira. Que se entienda por qué pasan las cosas. Y estamos perdiendo la batalla de la credibilidad porque hay personas que no son periodistas sino opinólogos.

Explique la diferencia.

Parte de la profesión se ha metido en una trinchera. Tratan de pasar por información lo que es entretenimiento con opinión. Por eso, digo que hay conos de tráfico que son más inteligentes que los opinólogos de la televisión, al menos te avisan en los charcos que no te tienes que meter.

Insiste en la labor de contexto. Incluso de las familias que están en la otra parte del crimen, la del agresor. Las familias de los delincuentes también son víctimas de lo que hacen sus familiares.

Fuera de la ficción, ¿Qué caso vivió que nos sirva de ejemplo?

Estuve cubriendo el caso del padre que mató a sus dos hijas en Tenerife. Y me llamó la atención que nadie se paraba a pensar que había otras víctimas, además de la madre de las niñas. Había unos padres que le habían matado sus nietas y lo había hecho su propio hijo. Cómo se supera eso. El que tú querías, has dado de mamar y educado es el asesino. De ahí nació la idea de poder focalizar en la novela la atención de estas familias de los que cometen estos actos.

Y al contrario también.

Exacto. A veces cuando voy a este tipo de juicio o los sigo, y están esos padres con el asesino delante, de la impotencia, lo primero que se me pasa por la cabeza es ‘¿Me tomaría la justicia por mi mano o en esa situación actuará de igual manera que esos padres?’

Me gusta trabajar en mis novelas las emociones y los personajes poliédricos que hagan al lector pensar ‘¿Qué haría yo en esta situación?’.

Utiliza la novela negra para hacer una crónica de una cierta «España Negra».

Este género me permite denunciar situaciones de desigualdad. Por eso, en «Delito» hago una defensa de la sanidad pública, la que hace que vivamos más años y da vida a los años que vivimos. También hago un alegato de apoyo a los profesionales sanitarios que se están dejando o dejaron su vida por la nuestra. Se nos ha olvidado muy pronto que tienen el trabajo más difícil del mundo, salvar vidas. Los aplausos se los llevó el viento.