Descontento

Los hosteleros de Sevilla, en pie de guerra tras una Magna a medio gas

El sector, que apenas rozó un 40% del negocio habitual en el puente, critica que «nadie nos va a compensar»

Aspecto que presentaba el Paseo de Colón durante la procesión Magna del pasado domingo
Aspecto que presentaba el Paseo de Colón durante la procesión Magna del pasado domingoEPLa Razón

«Económicamente ha sido un desastre». Es el balance que hace el presidente de la Asociación de Hosteleros de Sevilla, Alfonso Maceda, de la procesión Magna del pasado domingo, un acontecimiento inédito en la ciudad cuyas expectativas de público no se cumplieron. En la antesala de esta cita el Ayuntamiento aseguró que se esperaba una asistencia de un millón de personas, el equivalente a tres Domingos de Ramos. De esta manera, se preparó un amplio dispositivo con medidas restrictivas como prohibir a los bares la instalación de veladores en la zona de influencia del recorrido común, que discurría por el entorno de la Catedral, la Puerta de Jerez y el Paseo de Colón hasta el puente de Triana. Muchos bares terminaron por cerrar pese a ser uno de los puentes en los que se genera más negocio. Pero el globo se desinfló conforme fue avanzando la jornada: había público pero se podían ver los cortejos con facilidad. La noche y el frío propiciaron que los espectadores se disiparan, alcanzándose una cifra de algo más de 500.000 personas.

Ante esta situación, Maceda lamenta a LA RAZÓN que los negocios que abrieron llegaron a un 25 o 40% de las ventas que se registraron el año pasado en el mismo periodo. «Nos parece una diferencia muy abultada entre la primera cifra que se ofreció y la que resultó ser luego», subraya Maceda, además de señalar que «se tomaron medidas bastante duras para la hostelería». «El problema está en la previsión. No se puede cerrar prácticamente un sector en la zona del centro, con una mayoría de establecimientos pequeños». A juicio de la patronal, «se amplió demasiado el mapa de incidencia» y, durante el domingo, «había plazas vacías, y tenemos testimonios gráficos de ello».

Según Maceda, la fecha de la Magna «no era la adecuada» e incide en la «desconfianza» que se ha creado en el «saber estar de los sevillanos». «Esto debería suponer un punto de inflexión en el tratamiento que se le da a la hostelería durante las grandes fiestas», remarca, puesto que «lo que ocurre en Sevilla no pasa en Valencia durante las Fallas o en Pamplona en los San Fermines». En definitiva, «en otras fiestas se respeta mucho a la hostelería, es una actividad como otra cualquiera y la gente se gana la vida con esto». En este punto, reivindica que el sector «es el motor económico de Sevilla, por encima de los hoteles y los comercios». Maceda reclama que se tenga en cuenta al sector a la hora de tomar decisiones porque «están en juego muchos puestos de trabajo» y «nadie nos va a compensar por las pérdidas que genera una mala previsión».

Por su parte, el alcalde, José Luis Sanz, defendió la controvertida decisión de restringir los veladores en la zona de influencia de la procesión: «No me arrepiento en absoluto». «Yo fui el que tomó la decisión con las previsiones que había encima de la mesa. Después se vio que no se cumplieron. La decisión habría sido otra, pero se toman en base a una serie de previsiones», apuntó el regidor, además de señalar que las cifras procedían de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, pero «no hay que echar la culpa a nadie».

«Estamos hablando de un acto que no tenía precedentes en la ciudad de Sevilla, no de organizar un Domingo de Ramos. Es un acontecimiento que no había ocurrido nunca en la ciudad. Era una fecha complicada, en un puente complicado, que es cuando la ciudad recibe más visitantes», remarcó el alcalde, no sin antes asegurar que, dada la singularidad de la cita, «nadie tenía datos fiables sobre lo que podía ocurrir».

La polémica está en la calle y ya ha llegado a los despachos del Consistorio. El Grupo Socialista acusó al alcalde de «perjudicar a la hostelería» porque «no supo calibrar bien las consecuencias de haber ahuyentado la llegada de turistas alojados tras haber vendido la imagen de una ciudad completamente colapsada por la Magna». Según los socialistas, «hace unos meses se pronosticaba casi el lleno en la jornada del domingo, mientras que al final el nivel de ocupación ha quedado muy por debajo de años atrás». Un extremo que también se puede aplicar a la hostelería, cuyos empresarios «han sido quienes han advertido sobre la caída de ingresos».