Entrevista

Javier Esquerdo, voluntario durante la dana de Valencia: «Había zonas que parecían campos de guerra»

El joven de 27 años lideró la coordinación de voluntarios y formó parte de la creación de la web de la UPV que ayudó a miles de afectados

Javier Esquerdo, el joven valenciano que lideró, junto a otros alumnos, la organización de voluntarios en la UPV durante la dana
Javier Esquerdo, el joven valenciano que lideró, junto a otros alumnos, la organización de voluntarios en la UPV durante la danaKiko Hurtado

Javier Esquerdo tiene 27 años y lleva casi una década comprometido con el voluntariado. Comenzó su andadura con tan solo 17 años en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), donde más tarde sería presidente del Consejo de Estudiantes. Su implicación solidaria tomó especial relevancia tras la dana que afectó gravemente a la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre, cuando lideró la coordinación de cientos de voluntarios provenientes de toda España a través de la UPV, la institución donde nació la web que, a partir de un simple grupo de Whatsapp, se convirtió inmediatamente en una potente herramienta de colaboración con los afectados de la dana. Actualmente continúa ampliando su labor solidaria colaborando con asociaciones que apoyan a niños con leucemia. Javier representa a una generación que reivindica el valor de la cooperación y la empatía, demostrando que, frente a las dificultades, el compromiso social es fundamental para construir una sociedad mejor y más justa.

¿Qué estaba haciendo cuando se produjo la dana?

Justamente me pilló en un evento sobre voluntariado en Sevilla. Sabíamos que iba llover porque en Valencia estamos acostumbrados a la gota fría en octubre, pero no imaginábamos esa situación. La tarde del 29 de octubre no podíamos separarnos del móvil. Una compañera me mandaba vídeos de cómo se le inundaba la casa, mis padres decían que estaba lloviendo mucho y al día siguiente no sabía nada de ellos porque se les fue la cobertura y no tenían batería. Todos lo vivimos de una forma que no podemos olvidar.

¿Cuál fue el primer impulso?

Fue una situación muy estresante porque no sabíamos cómo actuar ni cómo ayudar más allá de dar ánimos. Estábamos en contacto con los profesores para cancelar las clases cuanto antes y ayudar a los estudiantes que no podían volver a casa. El 29 de octubre ya volvimos para Valencia porque solo queríamos saber cómo estaban y ayudar.

Es entonces cuando moviliza todos los recursos para coordinar la ayuda humana.

Lo hicimos entre todos, no solo yo. Teníamos muchas ideas a las que dimos forma gracias, en primer lugar, a Amparo Quilis, coordinadora del voluntariado de la UPV. También tuvimos mucha ayuda de otras universidades. Al principio nos quedamos sin EPIs, hicimos kits de emergencia, pedimos botas de agua por toda España. Surgió sobre la marcha, cubriendo lo que íbamos viendo que necesitábamos. La universidad se convirtió en un «centro de atención» con estudiantes voluntarios que iban a las zonas afectadas. Además, en ese momento era presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV y tenía contacto directo los vicerrectores y rectores, lo que sirvió para pedir extender la emergencia y suspender las clases hasta 15 días. Durante ese tiempo estuvimos completamente dedicados a ayudar. Personalmente, estuve un mes sin asistir a clase.

Antes de comenzar la entrevista ha insistido mucho en poner en valor la labor de todos los voluntarios.

Siento que este premio no me debería corresponder a mí porque todos hemos contribuido como hemos podido. Pero en general, siento -y creo que en nombre de todos- mucho orgullo y felicidad de ver que todavía nos volcamos tanto a pesar de que hayan pasado unos meses. Creo que mucha gente se ha dado cuenta de que los jóvenes no somos la generación de cristal, sino que podemos estar ahí para lo que haga falta y cuando hace falta de verdad. Ese sentimiento de unión nos parece esperanzador a todos.

Javier Esquerdo, junto a otros voluntarios, en una de las localidades afectadas
Javier Esquerdo, junto a otros voluntarios, en una de las localidades afectadasLa Razón

Lo que está claro es que fue un reto muy grande coordinar toda esa ayuda. ¿Qué dificultades encontraste en ese camino de barro y desesperanza?

Trabajamos desde varias áreas. El área académica coordinó la suspensión prolongada de clases. Comunicación informó en tiempo real sobre carreteras y emergencias. Gracias a Amparo Quilis conectamos con asociaciones y ONG que enviaban alimentos y materiales. También pedimos ayuda urgente a otras universidades por la falta de EPIs, botas, palas y productos de limpieza. Al principio coordinaba, pero también acudía a zonas que parecían campos de guerra tras el paso de la dana, destrozadas, sin cobertura ni electricidad.

Entiendo que fueron días bastante duros.

Muy tensos. De mis padres no tuve noticias durante dos días y de algunos primos, durante ocho. Sentíamos miedo de no saber cómo estaba la gente, dormíamos poco y nos levantábamos temprano para coordinar la ayuda con los voluntarios. A veces no podíamos llegar a algunas localidades. Universidades como la de Sevilla, entre otras muchas, enviaron camiones llenos de comida y materiales. La solidaridad fue enorme ante una situación tan difícil.

¿Cómo ofrecisteis alojamiento a estudiantes de otras universidades?

Desde la universidad gestionamos todo. Habilitamos el pabellón deportivo para alojar voluntarios, policías, bomberos, militares, médicos y enfermeros. También habilitamos otro pabellón para estudiantes voluntarios, llegando a alojar unas 70 personas a la vez. En total atendimos alrededor de 500 estudiantes voluntarios e incluso venían grupos entre semana, que era cuando más falta hacían. También se alojaron voluntarios en la Casa del Alumno. Fueron cientos de personas las que ayudaron. De hecho, en el pabellón principal llegaron a quedarse 150 personas durante tres semanas.

¿Qué balance hace cinco meses después?

Ahora la situación está mejor y muchas personas han recuperado cierta normalidad, aunque siguen quedando retos pendientes. Hubo familias que lo perdieron todo. Durante las semanas siguiente sentíamos mucha tensión cada vez que llovía por miedo a que volviera a ocurrir. Ahora eso ha disminuido y volvemos poco a poco a la normalidad.

¿Qué lecciones considera fundamentales frente a futuras emergencias?

El sentido común tiene que primar. Vale la pena perder un día de trabajo o universidad a exponerse al riesgo. Muchos valencianos estamos enfadados con el Gobierno autonómico porque esperábamos otra respuesta. Los servicios de emergencia actuaron muy bien. Me quedo con que todos nos hemos dado cuenta de que solo el pueblo salva al pueblo.

Después de todo este tiempo, ¿qué llamamiento haría a la sociedad española?

Hay familias que han perdido seres queridos y todavía necesitan apoyo. A nivel valenciano necesitamos mantener la unidad, no olvidar lo ocurrido y reaccionar más rápido en futuras ocasiones.