Medio ambiente

¿Playa paradisíaca o zona radioactiva? Un verano más en Palomares

Ecologistas izan la bandera negra, el Ayuntamiento de Cuevas niega peligro y nadie se hace cargo de la tierra contaminada

Playa de Quitapellejos, en el término municipal de Cuevas del Almanzora (Almería)
Playa de Quitapellejos, en el término municipal de Cuevas del Almanzora (Almería)La RazónLa Razón

Las cuatro bombas nucleares caídas en 1966 en la zona de Palomares, en el municipio almeriense de Cuevas del Almanzora, vuelven a abrir un año más la misma polémica que intentó evitar con un baño el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, hace casi seis décadas. El «Broken Arrow» estadounidense es el mismo antecedente que señala Ecologistas en Acción a la hora de calificar con bandera negra a la playa conocida como «Quitapellejos», donde «los norteamericanos montaron el campamento Wilson y todas las tardes lavaban allí los vehículos impregnados de polvo radiactivo que se filtraba al subsuelo».

Para la entidad conservacionista, «desde entonces permanecen allí enterradas esas partículas radiactivas», por lo que en su nuevo informe anual recuerdan que en la playa de Palomares «hay enterradas grandes cantidades de plutonio y americio», por lo que «si se levanta la arena se liberarán estas partículas, lo cual es muy corriente durante, por ejemplo, los juegos infantiles o cualquier otra actividad en la que se hagan hoyos».

Para contextualizar el aviso, los ecologistas lamentan que «desde 1966 hasta la fecha ningún Gobierno ha acordado la limpieza de Palomares e incluso hay proyectos urbanísticos en zonas con alta contaminación, como es el caso de la playa de Quitapellejos». Aunque el alcalde de Cuevas del Almanzora, Antonio Fernández, aseguró «con informes detallados y la confirmación del Centro de Investigaciones Energéticas CIEMAT» que «la playa de Quitapellejos tiene una calidad óptima», la sombra nuclear vuelve a salpicar el inicio de la temporada turística en un municipio que «es un paraíso natural». «No tiene ningún sentido que se provoque esta alarma social, sin base científica alguna, perjudicando la imagen de una población que lleva mucho tiempo soportando el estigma del accidente nuclear», declaró Fernández a LA RAZÓN, reiterando que «no hay ningún dato que evidencie presencia de plutonio» en la zona y que «se ataca de forma gratuita un lugar maravilloso, con una actividad turística en auge y que quiere superar, por fin, un pasado que debería estar más que superado».

El regidor socialista aseguró que «estamos dando pasos importantes para la limpieza en los lugares donde sí hay contaminación», si bien aclaró que «están perfectamente acotados, vallados y vigilados por el CIEMAT». Además, manifestó que «continúan los contactos, tanto del Ayuntamiento como del Gobierno central, para conseguir el objetivo de que se retire de una vez la arena contaminada». En este sentido, también mostró su rechazo frontal a las advertencias ecologistas el portavoz del PP en el Consistorio, Diego Bravo, calificando la bandera negra de «clásico veraniego» para «salir cada año en las noticias», una «especulación recurrente» por la que se vuelve a señalar a la localidad con «mentiras y verdades a medias».

Sin embargo, para Ecologistas en Acción «en Palomares no sólo hay contaminación en las zonas valladas, sino también fuera, como es el caso de la playa de Quitapellejos o la acera de los números impares de la calle Diseminado la Punta donde hay 400 bequereles/gramo de americio 241», como aseguró su portavoz en Almería, José Ignacio Domínguez. Como solución, el informe de Banderas Negras pide que «el Gobierno ordene la limpieza de la radiactividad de Palomares y que EE UU se lleve el plutonio», almacenándose mientras tanto esos restos en nuestro país, en un «almacén temporal individual».

Hace ya más de un año que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció avances en la retirada de la tierra contaminada tras un encuentro con el estadounidense Joe Biden. El acuerdo verbal estimaba la solución en un plazo de tres años y sería costeada por ambos países. Un compromiso que fue de nuevo abordado en la reunión del pasado mes de mayo entre el ministro de Asuntos Exteriores español y su homólogo norteamericano, Antony Blinken. «Hemos quedado en seguir en contacto», comentó José Manuel Albares, explicando que «los equipos técnicos españoles están haciendo el trabajo para analizar la mejor forma de remover las tierras» y valorando la actitud «abierta» de su interlocutor.