Negociaciones por la investidura

El PSOE andaluz no quiere entrar en el debate territorial

Puigdemont lastra el discurso de los socialistas mientras que el PP lamenta la «complicidad» de Espadas

El presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, (i) junto a el secretario general del PSOE de Andalucía y Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Juan Espadas, (d) durante primer acto de la campaña 'El Gobierno de la Gente' en el barrio de Pino Montano
Pedro Sánchez y Juan EspadasJoaquin CorcheroEuropa Press

El vigente Estatuto de Autonomía señala en su preámbulo que «el ingente esfuerzo y sacrificio de innumerables generaciones de andaluces y andaluzas a lo largo de los tiempos se ha visto recompensado en la reciente etapa democrática, que es cuando Andalucía expresa con más firmeza su identidad como pueblo a través de la lucha por la autonomía plena». También recuerda que «las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 y el referéndum de 28 de febrero de 1980 expresaron la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno de máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España. Desde Andalucía se dio un ejemplo extraordinario de unidad a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena frente a los que no aceptaban que fuéramos una nacionalidad en el mismo plano que las que se acogían al artículo 151 de la Constitución».

Este Estatuto, impulsado desde un Gobierno socialista –presidido por Manuel Chaves– se desarrolló como contestación al catalán, circunstancia que tiene ahora un nuevo paralelismo tras las exigencias de los partidos nacionalistas para investir a Pedro Sánchez. Entonces, un PSOE andaluz fuerte ejerció de «contrapeso»; hoy, fuera del Gobierno andaluz y en sintonía con el actual presidente en funciones del Ejecutivo, prefiere omitir un debate que le incomoda.

Así, la «número dos» del PSOE-A y portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento, Ángeles Férriz, eludió pronunciarse ayer sobre las exigencias de Puigdemont y el resto de formaciones nacionalistas. El argumento que esgrimió es que el actual candidato formal a una investidura es el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y que es él la persona que el tiene que «dar cuenta ahora ante el Congreso de los Diputados y ante toda España».

La realidad es que el PSOE andaluz está en una situación incómoda y por eso prefiere ganar tiempo: «Cuando llegue el momento, mi partido y el que es presidente ahora mismo de gobierno en funciones, dirá cuáles son los procesos que él va a asumir para conseguir los votos necesarios», en el previsible caso que la investidura de Feijóo no prospere.

En cualquier caso, el debate territorial está encima de la mesa y es previsible que sea uno de los temas que se traten en las reuniones que el presidente andaluz, Juanma Moreno, mantenga con los líderes de los grupos políticos mañana viernes.

Esta situación de debilidad en el discurso socialista, la quieren aprovechar políticamente tanto en el PP como en el Gobierno andaluz. El consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Antonio Sanz, mostró su preocupación por la «complicidad» del secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, con Pedro Sánchez de cara a la negociación de un posible Gobierno en España, en la que el independentismo pone «condiciones» que pueden «perjudicar» a la comunidad. En el caso del PP, el portavoz parlamentario Toni Martín pronosticó que mientras Moreno sea presidente de la Junta, Andalucía «nunca será una comunidad de segunda».

Desde la izquierda andalucista sí tienen el discurso más claro. El portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, advirtió de que «Andalucía no puede dejar de estar dentro del grupo de las nacionalidades históricas» y «tiene que seguir teniendo la mayor cota de autogobierno que exista dentro del Estado». Incluso asumió el agravio por el modelo de financiación autonómica « porque perdemos miles de millones de euros al año».