Cultura

Warhol y Vijande, imaginarios compartidos entre pistolas, cuchillos y cruces

Un nuevo documental reconstruye la visita del icónico artista del pop art a Madrid y el papel decisivo que Fernando Vijande ejerció en la escena cultural de los años ochenta

Andy Warhol y Fernando Vijande, tras la llegada del artista del pop art a Madrid
Andy Warhol y Fernando Vijande, tras la llegada del artista del pop art a MadridLa Razón

Las pistolas, los cuchillos y las cruces que Andy Warhol ideó para su exposición en Madrid de 1983 articulan el punto de partida de «Warhol–Vijande: Más que Pistolas, Cuchillos y Cruces», un documental que acaba de presentarse en Málaga ante el público, parte de la familia del galerista, el director del filme, el lebrijano Sebastián Galán, y el gestor y «agitador» cultural Martín Moniche.

Aquella tríada de símbolos, que para Warhol surgió de manera casi automática al pensar en España –violencia, Guerra Civil y tradición católica– sirve ahora para reconstruir un episodio esencial de la historia del arte contemporáneo español y, sobre todo, para recuperar la figura de quien lo hizo posible, la de Fernando Vijande.

La cruz, más que las armas, funcionaba para Warhol como «una llave», explican los especialistas, que le permitía entender el país y sus circunstancias. En este sentido, el filme muestra cómo ese imaginario conectaba con los temas que el artista estadounidense necesitaba explorar en una etapa en la que, como recuerda Patrick Moore, experto en la vida y obra del artista, en Estados Unidos «se le daba por acabado».

El documental se apoya en archivos, entrevistas y en una investigación que busca situar a un «seductor» Vijande en su contexto real. Para el director, la «relevancia» del galerista tiene mucho que ver con el momento en el que apareció y con la falta de estructuras culturales en la España de entonces. Durante su intervención, Galán insistió en que en aquellos momentos «no existían instituciones que apostaran por la cultura» y, más concretamente, «por el arte contemporáneo». Según indicó, antes de que el país supiera realmente cómo jugar en el terreno del arte contemporáneo, «Vijande ya había apostado por ello».

Obras de Warhol que fueron expuestas en la muestra de Madrid, actualmente ubicadas en el Museo Andy Warhol de Pittsburgh
Obras de Warhol que fueron expuestas en la muestra de Madrid, actualmente ubicadas en el Museo Andy Warhol de Pittsburgh La Razón

Por su parte, Moniche, uno de los perfiles entrevistados en el documental, catalogó a Vijande como «una figura internacional» que fue capaz de «conectar con Nueva York y aprovechar las -numerosas y diferentes- relaciones que tenía en su vida cotidiana con su faceta de galerista». Esa conexión venía de los años sesenta y setenta, cuando empezó a establecer vínculos que luego trasladaría a su trabajo en Madrid y fuera de la ciudad. «Fernando no se acomodaba», señaló, para decir a continuación que «llegaba donde otros no podían y asumía riesgos a pesar de poder fracasar en el camino». En su opinión, era difícil encontrar a alguien con esa mezcla de ambición, intuición y capacidad de relacionarse en ámbitos muy distintos. «Vijande era una versión muy romántica y poco común de lo que es el arte», añadió Moniche.

Versión española de «la Factory»

En este contexto, el documental recoge de manera reiterada la idea de que Vijande actuó como «puente». Esa palabra aparece espontáneamente en casi todos los testimonios, lo que, según Galán, demuestra que «no es un artificio narrativo para crear una historia». Los entrevistados coinciden en que su labor conectó aquella España que empezaba a transformarse con un Nueva York que ya había vivido su propio ciclo de cambio. Otros personajes que aparecen a lo largo del documental, desde artistas hasta responsables de instituciones, insisten en que Vijande logró algo que incluso hoy resulta difícil; que el ámbito político, el cultural y el más abiertamente «underground» coincidieran en un mismo espacio. Esa capacidad explica, en parte, cómo consiguió traer a Andy Warhol por primera vez a España.

El documental reconstruye con detalle aquel proceso y muestra los materiales originales utilizados por el artista: las cruces de plástico que compró para fotografiarlas, los cuchillos prestados por Chris Stein, el guitarrista de Blondie, y las polaroids realizadas antes de convertirlas en serigrafías. Moore, también exdirector del Museo Andy Warhol, apunta que aquel momento fue trascendental porque Warhol necesitaba buscar nuevos temas y esa serie le permitió trabajar sobre dos cuestiones que le interesaban desde hacía tiempo: la violencia y el catolicismo. Y en España, el mejor terreno.

Fotograma del día de la exposición en la que aparecen Warhol y un joven Pedro Almodóvar
Fotograma del día de la exposición en la que aparecen Warhol y un joven Pedro AlmodóvarDocumental

La exposición, que tuvo lugar en la Galería Fernando Vijande –un antiguo garaje en Núñez de Balboa–, se convirtió en un fenómeno sociocultural sin precedentes hasta la fecha. Armando Montesinos, que dirigió aquella galería, recuerda que llegaron a vender más de doce mil entradas. La inauguración reunió a políticos como Felipe González o Javier Solana, a figuras de la Movida y a multitud de artistas, entre ellos, a un joven Pedro Almodóvar.

Rueda de prensa con Andy Warhol en la Galería de Fernando Vijande
Rueda de prensa con Andy Warhol en la Galería de Fernando VijandeLa Razón

Alaska, que participa en el documental como hilo conductor de la narrativa, recuerda que la exposición tuvo una «trascendencia enorme» y Ágata Ruiz de la Prada, que también acudió a aquel garaje, explica que fue «como si hubiera venido Jesucristo a Madrid». Sin embargo, como dato curioso que aparece en el filme, solo se vendió una obra -por siete millones de pesetas- que recientemente se ha valorado en varios millones de euros. El documental, no obstante, se centra en el cambio de percepción que generó en la escena cultural española su desembarco en la capital. Warhol trabajó en directo en la galería, que durante unos días funcionó como una versión madrileña de «la Factory», como se llamaba el estudio del artista norteamericano.

Y en toda esa historia, encaja la idea de Vijande como persona magnética, seductora y accesible. Tenía, según quienes le trataron, una capacidad muy poco común para ver antes que los demás lo que estaba a punto de suceder, para arriesgarse y para mezclar a Felipe González con Fabio McNamara, a Isabel Preysler con Alaska o a coleccionistas con jóvenes artistas que «aún no eran nadie». El documental viene a demostrar que ese modo de sentir y entender el arte, tan personal, fue lo que le permitió hacer lo que otros ni se plantearon. Muchas de las personas que formaron parte de esos años locos y de renovación coinciden en que, como concluye Alaska, «la fecha de defunción de la Movida es 1986» porque «tras la muerte Fernando, muere una época» y muchos proyectos que no llegaron a cumplirse.