
Gatos
¿Conocen los gatos su nombre? Pocos lo saben, pero es algo muy importante
Esa mirada distante cuando les llamamos por su nombre, ¿es ignorancia o pura estrategia felina? La ciencia avanza en su comprensión

Para muchos dueños de mascotas, la estampa es familiar: se llama al gato por su nombre y la respuesta es un leve parpadeo o, directamente, el absoluto desprecio. Esta situación genera a menudo la duda sobre si nuestros felinos realmente comprenden las palabras que les dirigimos.
Sin embargo, la ciencia ha ido desgranando algunas claves sobre la capacidad de los gatos para procesar la información auditiva. Lejos de la creencia popular de que son ajenos a nuestras voces, estudios recientes sugieren una capacidad de aprendizaje y asociación más compleja de lo que cabría esperar.
No se trata de que los gatos entiendan el concepto abstracto de un nombre como lo haría un ser humano, sino de un proceso de conexión entre sonidos y experiencias. Los felinos asocian ciertas palabras a situaciones o recompensas específicas, desarrollando una respuesta condicionada.
La asociación felina con el sonido
Los expertos en comportamiento animal llevan tiempo investigando cómo los gatos procesan el lenguaje. Ellos aprenden a través de la entrada sensorial y la formación de asociaciones entre las palabras que escuchan y lo que experimentan en ese momento. Según apuntan desde Kinship, los gatos no comprenden la definición de un nombre, sino que responden a él, y a otras palabras, basándose en aprendizajes previos.
Un gato no entiende que "Ollie" es su nombre como un identificador, pero sí ha aprendido a reaccionar al escucharlo. Se trata de conectar una palabra, el tono de voz o el volumen con lo que sucede en su entorno y cómo les afecta. Una investigación sugiere que los gatos aprenden la asociación entre imágenes y palabras de forma más rápida que los niños pequeños. Incluso pueden llegar a reconocer los nombres de otros felinos.
Claves para una comunicación efectiva con su mascota
Es fundamental analizar el comportamiento felino desde una perspectiva diferente a la humana. Cuando se llama a un gato, no siempre se debe esperar una reacción obvia. Las respuestas pueden ser sutiles, como un ligero movimiento de orejas en dirección a la fuente del sonido, un giro de cabeza o un cambio en la posición de la cola.
La forma en que responden a su nombre depende en gran medida de lo que ocurre después de pronunciarlo. Si llamar al gato va seguido de afecto o premios, es más probable que asocien su nombre a algo positivo y estén predispuestos a reaccionar. Por el contrario, si solo se usa para regañarles, tenderán a distanciarse. La simplicidad del nombre y el tono de voz también son factores importantes.
La familiaridad con la voz también juega un papel importante. Los estudios sugieren que los gatos responden de manera más consistente a voces conocidas. Un gato recién llegado necesitará un periodo de adaptación para asociar la voz de su nuevo dueño con experiencias agradables.
Cambiar el nombre de un gato es perfectamente factible. El proceso de aprendizaje de una nueva denominación es el mismo: se basa en la reiteración del nombre seguido de una recompensa positiva para el felino. Hay que evitar usar el nombre del gato en situaciones negativas, como para reñirle, para no generar asociaciones adversas.
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