
Mascotas
Cuidado si tienes un conejo en casa: la costumbre más extendida que le condena a una vida de estrés silencioso
A pesar de ser la mascota exótica más extendida, las necesidades reales del conejo siguen siendo grandes desconocidas para muchos dueños, pues su comportamiento de presa, heredado de su ancestro salvaje, choca con los mitos sobre su cuidado

El conejo se ha colado en miles de hogares españoles como la mascota exótica por excelencia, pero esta popularidad esconde una realidad incómoda: es uno de los animales peor comprendidos. Lejos de ser un peluche dócil, su comportamiento está anclado en los instintos de su ancestro salvaje, el conejo ibérico, del que apenas le separa un milenio de domesticación. Es una presa, un animal social y crepuscular, y entender esta esencia es la única forma de evitarle una vida de estrés silencioso.
De hecho, su sistema sensorial, diseñado para detectar depredadores a la mínima, lo convierte en una criatura extremadamente sensible. Posee un campo de visión de casi trescientos sesenta grados y una capacidad asombrosa para percibir vibraciones en el suelo. Ignorar esta naturaleza es la raíz de muchos problemas de bienestar. Castigarle, por ejemplo, es totalmente contraproducente, ya que solo agrava su vulnerabilidad y su miedo innato, sin que llegue a comprender el motivo de la reprimenda.
Por esta razón, la práctica habitual de alojarlo en una jaula es completamente inadecuada para su bienestar. Estos espacios reducidos no solo limitan su movimiento, sino que le impiden desarrollar comportamientos naturales como explorar, esconderse o buscar refugio, lo que le genera una ansiedad constante. Un alojamiento correcto debe ser una zona amplia y segura, enriquecida con túneles y rampas que le ofrezcan la protección que necesita.
Claves para entender su verdadera naturaleza
Asimismo, la alimentación es otro pilar fundamental que a menudo se descuida. La base de su dieta no son las populares piedras de calcio, sino el heno y otros materiales fibrosos que le permiten desgastar sus dientes de crecimiento continuo. Esta dieta debe complementarse con verduras de hoja fresca y el acceso constante a agua, preferiblemente en un cuenco para facilitar una hidratación natural, en lugar de los bebederos de biberón. Es crucial evitar los piensos ricos en cereales.
Por otro lado, su carácter gregario impone una necesidad social que no puede ser ignorada. Un conejo solitario es propenso a desarrollar problemas de comportamiento y estrés. Por ello, se recomienda tener más de un ejemplar, idealmente de sexos opuestos y esterilizados para prevenir conflictos y enfermedades reproductivas. La introducción de un nuevo compañero debe ser un proceso gradual y supervisado, pero los beneficios para su equilibrio son incalculables.
En última instancia, adoptar un conejo es asumir un compromiso a largo plazo que puede extenderse hasta una década. Exige un dueño informado, capaz de interpretar las sutiles señales de malestar que emite el animal, como una postura encorvada o el rechinar de dientes. Su felicidad no depende de jaulas ni de mimos mal entendidos, sino de un respeto profundo por la criatura salvaje que lleva dentro.
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