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¿Qué ocurre si mi conejo no come? Estos son los principales motivos
Lo que parece una simple pérdida de apetito en un conejo es en realidad una emergencia veterinaria que puede resultar mortal en apenas un día, una situación crítica cuyo origen suele ser la parálisis intestinal

Un conejo que de repente se niega a probar bocado no es un simple capricho, sino la punta del iceberg de un problema que requiere una atención inmediata. La causa de esta apatía alimentaria suele esconder un abanico de dolencias subyacentes que van desde un absceso dental o la presencia de parásitos hasta patologías crónicas como la artritis. Incluso factores ambientales, como un entorno estresante, pueden ser el detonante que lleva al animal a dejar de comer. Garantizar un entorno seguro es clave, ya que los animales son sensibles no solo al estrés, sino también a peligros silenciosos como el veneno Babosil que pueden encontrarse en lugares insospechados.
De hecho, todas estas posibles causas convergen a menudo en una misma consecuencia grave: el íleo. Se trata de una condición en la que el sistema gastrointestinal del conejo reduce drásticamente su motilidad o, en los casos más severos, se detiene por completo. Este bloqueo funcional convierte la falta de apetito en una emergencia veterinaria, ya que la situación del animal puede volverse crítica en menos de 24 horas debido a la parálisis de su sistema digestivo.
Por este motivo, la capacidad de observación del dueño es fundamental para detectar el problema antes de que se agrave. Los primeros indicios suelen manifestarse en las heces, ya sea por su ausencia total, una disminución notable de su tamaño o un cambio en su textura habitual. A estas señales de alerta temprana se pueden sumar otros síntomas físicos, como el crecimiento excesivo de los dientes, la aparición de bultos o la presencia de secreciones nasales y oculares, tal y como han publicado en TheSprucePets. En el plano del comportamiento, la inactividad, el rechazo a sus premios favoritos o una menor ingesta de agua son también motivos de alarma. Esta atención a los detalles es vital, pues al igual que sucede con otros síntomas inesperados como el hecho de que un gato pueda jadear como un perro, una detección temprana puede marcar la diferencia.
Una carrera contrarreloj: qué hacer en casa y cuándo llamar al veterinario
En este escenario, ante la más mínima sospecha, la primera y más importante medida es contactar de inmediato con un veterinario. Mientras se espera la atención profesional, en casa se pueden tomar algunas medidas de apoyo. Es posible alimentar al conejo con una jeringuilla usando purés de verduras para bebés sin azúcares añadidos, así como masajear suavemente su abdomen para estimular el tránsito intestinal. Mantenerlo hidratado con agua o soluciones de electrolitos es igualmente crucial.
A partir de ahí, un tratamiento profesional es indispensable. Este suele incluir la administración de fluidos para combatir la deshidratación, medicamentos para el dolor y para estimular la motilidad intestinal, y alimentación asistida si es necesario. Si el animal muestra interés por comer por sí mismo, se le debe ofrecer heno de alta calidad y verduras con un alto contenido de agua, como la lechuga o el apio, evitando por completo el pienso seco. Una vez estabilizado, el cuidado continuo es esencial, pues al igual que es importante saber con qué frecuencia se debe pasear a un perro para su bienestar, un conejo recuperado necesita una rutina y dieta estrictas para evitar recaídas.
Asimismo, la mejor estrategia a largo plazo reside en la prevención. La salud digestiva de un conejo es delicada y depende directamente de sus cuidados. Esto implica garantizar una dieta correcta, basada en heno ilimitado, complementada con verduras frescas y agua limpia siempre disponible. Un buen cuidado dental, una jaula limpia y, sobre todo, un entorno tranquilo y sin estrés son los pilares para evitar que surjan las dolencias que desencadenan estas peligrosas crisis alimentarias.
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