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El pueblo zaragozano con un pozo que recuerda a los cenotes de México

Este pozo alberga una vegetación característica de climas húmedos e incluso caribeños como el helecho denominado “lengua de ciervo”

El pueblo zaragozano con un pozo que recuerda a los cenotes de México
El pueblo zaragozano con un pozo que recuerda a los cenotes de MéxicoAyuntamiento de Grisel

A poco más de 80 kilómetros de Zaragoza, en la pequeña localidad de Grisel, se encuentra un curioso fenómeno geológico: el Pozo de los Aines. Este paisaje natural, que también está envuelto en misterio y leyendas, destaca por su vegetación interior, que transporta a los visitantes a paisajes tropicales caribeños aún estando en pleno Moncayo.

El Pozo de los Aines es una dolina formada por el hundimiento de estratos calizos y yesosos debido a la acción de las aguas subterráneas. Con una boca de 22 metros de diámetro, 23 metros de profundidad y un desnivel que alcanza los 32 metros, este pozo es el hogar de plantas propias de climas húmedos, como el helecho conocido como “lengua de ciervo”.

Cabe destacar que el pozo de los Aines no siempre fue accesible para el público. En 2012, la finca de olivos donde se encuentra pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Grisel, que emprendió un proyecto de rehabilitación. Entre las mejoras realizadas se incluyó la instalación de una valla de madera alrededor de la boca del pozo para garantizar la seguridad de los visitantes, así como la construcción de una plataforma que permite admirar su interior.

Las leyendas del pozo de Aines

El origen del Pozo de los Aines es incierto, y en torno a su formación han surgido diversas teorías y relatos. Algunos expertos datan su creación en la Edad Media, mientras que otros sugieren que podría ser más antiguo, dado que se han encontrado restos arqueológicos de las épocas romana y musulmana en sus alrededores. En el pasado, existía un camino interior que permitía descender al fondo para extraer agua destinada al riego.

Las leyendas locales también alimentan el aura de misterio que rodea al pozo. Una de ellas atribuye su formación a un castigo divino: según se cuenta, hacia 1535, los habitantes moriscos del pueblo trabajaban en domingo, desobedeciendo los preceptos cristianos, lo que provocó un estruendo que abrió la tierra en este lugar. Otras historias hablan de ermitaños que vivieron en el fondo del pozo o incluso de un pasadizo secreto que conectaba con el castillo del pueblo.

El nombre del pozo tampoco está exento de curiosidades. Algunos lo vinculan al término árabe ayn, que significa manantial o fuente, otros relatan que proviene de una joven llamada Inés, que habría caído al pozo, dando lugar al nombre original “Pozo de la Inés”, que con el tiempo evolucionó a “Aines”.

Cómo llegar

Grisel, con apenas un centenar de habitantes, se encuentra a menos de cinco kilómetros de Tarazona, en la provincia de Zaragoza. Para llegar desde la capital aragonesa, basta con tomar la autovía del Ebro (A-68) y continuar por la carretera nacional N-122 hasta el desvío señalizado hacia el municipio. Desde allí, un pequeño recorrido a pie conduce al Pozo de los Aines.