Salud

«Quiero ayudar a otros pacientes de cáncer a ver el vaso medio lleno»

Patricia Zapata es una luchadora frente al cáncer, está operada dos veces de tumor de ovarios y es hija de una enferma que no pudo superarlo. Durante su enfermedad terminó sus estudios de Coach de Salud integrativa-Life coaching con Coaching Estratégico y PNL. Esto le sirvió para ponerse a disposición de otros pacientes y a ayudarles en su proceso con herramientas útiles.

Patricia Zapata / Paciente de cáncer y coach / Foto: Alejandro Olea
Patricia Zapata / Paciente de cáncer y coach / Foto: Alejandro Olealarazon

Patricia Zapata es una luchadora frente al cáncer, está operada dos veces de tumor de ovarios y es hija de una enferma que no pudo superarlo

- En su caso, ¿cómo llega el cáncer a su vida?

En 2015, estaba trabajando en la dirección de unas clínicas de Sanitas. Y fui a someterme a una revisión ginecológica de las periódicas, con las que solía cumplir siempre. Soy una persona muy activa, muy deportista y me cuido mucho. En esa cita, la ginecóloga me dice «veo algo extraño en un ovario y quiero que lo mire mi jefe». Y me contaron que había una tumoración, en ese momento no se sabía si era buena o mala, por lo que tenía que someterme a un estudio.

-¿Cómo asume la noticia?

-Salgo de la consulta y llamo a mi marido que es oncólogo. El me dijo: «No te preocupes, mañana vamos al hospital y te hacemos todas las pruebas necesarias». Efectivamente, tras los estudios se me diagnostica un tumor de ovario en grado III. Esto incluía no sólo un tumor avanzado in situ, sino metástasis en algunos puntos, en mi caso ganglionales, no en otros órganos.

-Y, entonces, ¿cuáles fueron los siguientes pasos a seguir?

-Nos reunimos (mi marido y yo) con el cirujano que me iba a realizar una citorreducción. Es una operación de alto riesgo, complicada, que ha de ser abierta. En ella, se intenta extraer todo el tumor existente, en útero, ovario, cadenas ganglionales... Y te dejan lo más «limpia» posible, vamos, libre de cáncer óptico, que sea visible.

-Las consecuencias físicas fueron tremendas, ¿cómo lo llevó a nivel mental?

-¡Puf! Fue un «shock» enorme, como para cualquiera que pasa por ello. Te cambia todo, del día a la noche; un día estas perfecto y al siguiente ¡zas!

-¿Cómo fue la recuperación?

-Fueron tres meses duros. Con muchas complicaciones, pero bueno propias de una cirugía de esas características y tan agresiva. Y pasamos a la «quimio», intravenosa, para eliminar las células tumorales restantes. Fueron unos seis ciclos tradicional, de la ambulatoria. Y luego otros tantos de intra-abdominal, en la que sí tenía que estar ingresada unas 24 horas, que va directamente al foco del cáncer. Fueron muy fuertes, y me dijeron que seguiría con ello el tiempo que las tolerase. Y conseguí terminarlos.

-Las sesiones de quimioterapia, ¿qué impacto tuvieron?

-Pues me dieron una batería de fármacos y cosas para sobrellevarla lo mejor posible. Hay que ser muy ordenado para no perder el ritmo. Lo importante fue que yo siempre me mantuve animada, me corte el pelo, me compré una peluca... Fueron seis meses duros. Pero yo hacía el esfuerzo, no tanto durante los primeros meses, pero sí después, salía a caminar, intentaba mantenerme lo más activa posible porque lo necesitaba.

-Fue esa actitud la que le llevó a convertir su experiencia en una herramienta terapéutica de cara al resto de los pacientes. ¿Cierto?

-Hacía ya unos cinco años antes que había hecho unos cursos de coaching y me había formado en resolución de conflictos, porque me interesaba mucho el tema. Sobre todo, lo relacionado con el crecimiento personal, la actitud y la psicología positiva. Cuando enfermé, me dije «voy a aprovechar este tiempo para estudiar PNL (Programación Neurolingüística)»; me saqué el certificado, con la idea de seguir avanzando con esto. Entonces decidí poner en marcha una web, meterme en redes sociales... para apoyar a otros en mi misma situación.

-Y hoy, ¿cómo le va con esta idea?

-Bien. Le pongo mucho empeño. Dejo que fluyan en los contenidos las emociones, ya que tienen mucho que ver con los procesos oncológicos que sufrimos.

-En cuanto a la enfermedad, ¿la ha mantenido a raya?

-Pues al año recaí. En una revisión periódica me detectaron un cáncer de colon, justo en el sigma, en el codo del órgano. No era una recidiva tal cuál, porque se debía al tumor primario. Otra vez a pasar por quirófano con una cirugía abierta. Pero, esta vez estuve muy bien, nada que ver con la primera. Y de nuevo las sesiones de «quimio», de otro tipo, con menos efectos secundarios. En paralelo a esto, yo quería empezar con la web y a escribir.

-Este proyecto, ¿le ha ayudado también a estar mejor?

-Escribo de todo, de la enfermedad... Tengo pensado hacer un «e-book» con las secuelas, en concreto de los efectos secundarios digestivos de la quimioterapia y con todo aquello que los médicos no te cuentan pero que como paciente ves que te pasa y quieres que otros en tu situación lo sepan de antemano. Me lo va a corregir mi marido, ya que el me puede dar el punto de vista médico y la información sea fidedigna.

-¿Cree, por tanto, que la formación de los pacientes ayuda?

-Cuanto más informado está uno, y esto lo viví en mi proceso, más seguro se siente. Te sirve para adelantarte un poco a lo que te va a pasar. Mi marido me decía «y ahora es cuando te va a ocurrir esto y vas a sentir esto otro». Y ya me preparaba psicológicamente, estaba emocionalmente preparada y me procuraba un estado de seguridad, de anticipación.

-¿Qué «feedback» tiene de los que se acercan a su web?

-Me escribe mucha gente de muchos lugares, que lo está pasando realmente muy mal y a mí, ayudarlos con palabras, con ejercicios... me reconforta espiritualmente. Y ya no sólo frente al cáncer, sino también algunos que pasan periodos de ansiedad, miedos, incertidumbre... por diferentes motivos.

-¿Fue a una asociación de pacientes?

-No de momento. Porque en realidad, voy paso a paso y voy incorporando pequeñas cosas, como un programa «Siempre para adelante», en el que trabajo con ellos cuatro fines de semana, de forma gratuita. Y ahí intento que aprender a gestionar las emociones ante enfermedades graves de alto impacto y a convivir con las secuelas (en mi caso un linfedema que me quedó en una pierna). Cuando ves el vaso medio lleno, tu actitud cambia.