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Sociedad

La palabra mallorquina que desconcierta a los forasteros (solo la entienden los isleños)

El dialecto de Mallorca está llena de curiosidades y conceptos que ni siquiera existen en la lengua española y que tampoco se dicen igual en el idioma oficial, el catalán

Un diccionario, en una imagen de archivo istock

Hay palabras que no aparecen en los diccionarios, pero forman parte del alma de un lugar. En Mallorca, una de ellas es “xereca”, un término tan cotidiano para muchos isleños como enigmático para quienes no han crecido escuchándolo. Basta con pronunciarlo fuera de la isla para despertar una sonrisa o una mirada de desconcierto. Y es que esta palabra —tan mallorquina como la ensaimada o el “bon dia”— es un pequeño tesoro lingüístico que condensa toda la idiosincrasia local.

Aunque en el catalán estándar “xereca” no tiene un significado generalizado, en Mallorca su sentido depende del contexto y del tono con que se pronuncie. Puede usarse para referirse a una persona charlatana, curiosa o algo cotilla, alguien que siempre está pendiente de lo que ocurre a su alrededor. “No siguis tan xereca!” (“¡No seas tan curiosa!”) es una frase que cualquier mallorquín ha escuchado en su infancia, pronunciada con un punto de cariño y regaño a partes iguales.

El término procede probablemente del catalán popular y de antiguas formas dialectales que han sobrevivido en la isla gracias a la tradición oral. En algunos pueblos del interior, “xereca” o “xerraire” se utilizaban indistintamente para describir a una persona parlanchina. Pero en Mallorca, como suele ocurrir con muchas palabras insulares, el uso adquirió un matiz propio, más afectivo que despectivo, y se convirtió en una seña de identidad local.

Un patrimonio que va más allá de las palabras

Mallorca es un mosaico de expresiones únicas que conforman un dialecto vivo y profundamente ligado al carácter isleño. Palabras como “berenar” (almorzar a media mañana), “fresser” (ruido fuerte), “enyorar” (sentir nostalgia o echar de menos) o “endiumenjat” (vestido con elegancia) forman parte de un vocabulario que mezcla la herencia catalana con siglos de aislamiento y contacto mediterráneo.

El mallorquín, una de las variedades del catalán balear, conserva giros lingüísticos que apenas se escuchan fuera del archipiélago. En las últimas décadas, sin embargo, muchos de estos términos han ido cayendo en desuso, especialmente entre las generaciones más jóvenes.

Internet, las redes sociales y el turismo masivo han acelerado la sustitución de expresiones locales por equivalentes más globales o castellanizados. Por eso, para muchos hablantes, mantener viva una palabra como “xereca” es también una forma de reivindicar su identidad.

La lengua como memoria colectiva

En los últimos años, instituciones culturales y asociaciones locales han impulsado campañas para recuperar el uso cotidiano de palabras mallorquinas. Pequeños diccionarios, cuentas de Instagram y programas de radio rescatan cada semana expresiones que corren el riesgo de desaparecer.

“Xereca”, “pamboli”, “fer safareig”, “embullar” o “patir un trull” son mucho más que curiosidades lingüísticas: son fragmentos vivos de la historia de Mallorca. En ellas resuenan la ironía, la calidez y la manera de ver el mundo de los isleños.

Así que, si algún día un mallorquín te dice con una sonrisa “No siguis tan xereca!”, no te lo tomes a mal. A fin de cuentas, que te llamen “xereca” es casi un cumplido: significa que ya te consideran uno de los suyos.