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El verdadero cambio era la imposición

Ximo Puig (Foto: Twitter)
Ximo Puig (Foto: Twitter)larazon

Isabel Bonig afirma que “el Gobierno valenciano de Ximo Puig entre el fracaso y el agotamiento”

Camina el Gobierno valenciano de Ximo Puig entre el fracaso y el agotamiento, se debate entre reproches internos y cálculos electorales, mientras aplica sectarismo en sus políticas. Esa realidad –que se confirmó en el debate sobre el estado de la región de esta semana– dibuja un panorama desolador para los valencianos que observan cómo sus gobernantes nada aportan a sus vidas.

Es momento de convocar elecciones para no prolongar la agonía del tripartito ocho meses con el riesgo de que la Comunidad Valenciana languidezca. Decida lo que decida el presidente autonómico el PPCV está listo y presentamos una alternativa para recuperar el oxígeno y la libertad.

Los valencianos sufren la falta de consenso y los “decretazos” que intentan transformar una sociedad abierta a golpe de ideología para convertirla en una tierra de exclusión. Es la pretensión de inculcar un pensamiento único (estigmatizando a quienes no lo comparten) lo que encendió la luz roja de alarma por la falta de praxis de una democracia moderna.

Los gobiernos del “cambio” anunciaban a su llegada justo lo contrario de lo que han implantado. Ocultaron que el verdadero cambio era la imposición. El principal caudillismo político ha llegado en la Generalitat al departamento educativo conscientes de que se trata de un vector clave en la transformación social.

Más de treinta sentencias de los tribunales han confirmado que el decreto lingüístico era un chantaje para imponer el valenciano y han querido convertir nuestra querida lengua en una herramienta de división y no en el puente de unión que siempre fue y debe seguir siendo.

Tengan claro que el PPCV cuando vuelva a gobernar derogará todas las normas de catalanización de nuestra tierra y, créanme, son muchas. Medidas educativas que nos alejan de la libre elección de los padres, ayudas millonarias a entidades independentistas, una radiotelevisión autonómica que se desarrolla como una delegación de TV3... Todo pone de relieve el complejo de la izquierda autóctona –que no de los ciudadanos– obsesionada en ser catalanes de segunda y no valencianos de primera.

La sociedad valenciana no es manipulable y tiene una larga tradición de libertad por lo que dejarán de apoyar a los actuales dirigentes que no creen en la Comunidad Valenciana y ven en el proceso independentista catalán un paraíso terrenal. Sin ir más lejos el presidente de las Cortes, Enric Morera.

No es el único, no vayan a pensar. El consejero de Educación, Vicent Marzà, defiende que sin desobediencia no hay independencia y que la Comunidad Valenciana debía formar parte de ese cambio que rompa la unidad de la nación española. Apoyados sin ambages por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, pretenden que el nacionalismo irrumpa en nuestra región. Este será un reto para el PPCV que luchará para recuperar el orgullo de ser valencianos y españoles alejados de quienes apoyan a los separatistas y golpistas.

En materia educativa es indispensable que los padres puedan elegir en qué lengua educan a sus hijos, así como acabar con los barracones, retornar al Bachillerato de excelencia, recuperar el distrito único e implantar que uno de cada cinco colegios públicos impartan el 80% de sus clases en inglés. Y devolveremos a la educación concertada la igualdad de enseñanza con la pública, porque también es pública, y realiza una labor social fundamental.

El valenciano no debe ser un requisito para acceder a la función pública sino un mérito porque no queremos ahuyentar el talento como sucede en otras regiones. Es la sociedad la que se ha movilizado contra las imposiciones educativas del Consell de Puig y es la que les retirará su apoyo.

Nadie quiere que la Comunidad Valenciana recorra la senda que Cataluña comenzó hace unas décadas: cristalizada ahora en una fractura social. Hemos de garantizar la concordia, la convivencia y el cumplimiento de las leyes para fortalecer el Estado de Derecho.

El tiempo de descuento que vive esta legislatura del engaño solo puede empeorar el actual estado de la región. Las dimisiones por mentiras y fraudes de dos ministros valencianos y la detención del expresidente de la Diputación de Valencia –aún alcalde de Ontinyent– no han contribuido a dar ejemplaridad de la izquierda valenciana, como tampoco la presunta financiación irregular de PSPV y Compromís que investigan los jueces.

Por delante nos queda la subida de impuestos, las dificultades para recibir el agua necesaria para el desarrollo de la Comunidad Valenciana y la nula voluntad de Ximo Puig de reclamarle a Pedro Sánchez que mejore la financiación autonómica. Hasta su llegada a la Moncloa eran reivindicativos, como lo era y lo es el PPCV, pero ahora anteponen los intereses de partido a los ciudadanos.

Puig y Oltra vivían mejor contra Rajoy pero se han quedado sin excusas con Sánchez y evidencian que sin alguien a quien echarle las culpas no tienen discurso, porque gestión jamás la tuvieron.

Por eso vamos a eliminar el Impuesto de Patrimonio, el de Sucesiones y rebajaremos el IRPF autonómico, garantizaremos el agua, ayudaremos a las familias, y mejoraremos el sistema de financiación. Vamos a blindar las listas de espera en sanidad, ayudar a los autónomos y recuperar la libertad de horario comercial. En fin, una tarea ingente de mejoras sociales.

Por eso, señor Puig, es urgente que acabe ya con esta pesadilla.